Por Justino Miranda
Tetela del Volcán, Mor, 6 de octubre.- Entre el sismo del 19 de septiembre y las explosiones del volcán Popocatépetl de los últimos días, la comunidad indígena de Hueyapan prefiere el coloso porque lo conocen, conviven con él desde hace siglos y saben que su actividad no pasa del susto.
Pero la conjugación de los dos fenómenos naturales mantiene a los habitantes de este pueblo, el más cercano de Morelos al volcán, en una tensión permanente porque el 19 de septiembre sintieron la fuerza del terremoto y tres días después las autoridades recomendaron preparar sus documentos personales y una muda de ropa, porque el volcán regresó a la actividad y no saben en qué momento puede explotar.
Reyna Mariaca Rivera, artesana de telar de cintura, dice que el miedo cunde en la comunidad y ni siquiera quieren salir a exhibir sus prendas.
¿Qué le espanta mas el volcán o el sismo?
“Con el volcán ya estamos familiarizados porque desde hace unos años cuando estaba activo nos evacuaron y no pasó a mayores; aventó ceniza y todo pero ahora con el sismo la verdad es que si tenemos miedo; nunca había temblado así.
“Mis abuelos dicen que jamás supieron que se dañara la iglesia, la ayudantía y ahora fue lo primero que se dañó con el temblor”, afirma.
En su taller de tejido dice la convivencia con ‘Don Goyo’, como llaman al coloso, es tan cordial que algunas veces están sentados tranquilamente y de pronto sienten un tremor debajo de la tierra y cuando salen ven al vecino con enormes fumarolas.
¿Les espanta?
“Si, si pero ya no tanto como este sismo que acaba de pasar”, asegura Reyna y señala dos de sus cuartos destruidos por los efectos del terremoto de 7.1 grados de intensidad.
Don Goyo tuvo acción el miércoles y continuó la madrugada del jueves. Esos tremores envolvieron a la comunidad en un ambiente de estrés, de miedo. “Todos vivimos como en otro mundo”, sintetizan.
San Andrés Hueyapan pertenece al municipio de Tetela del Volcán, un poblado situado a menos de 18 kilómetros del Popocatépetl cuya fisonomía y rasgos culturales no han cambiado. Tiene casas de adobe, sus mujeres se dedican al tejido de lana y hablan lengua náhuatl.
Hueyapan fue una de las comunidades más afectadas por el sismo que colapsó casas y talleres donde las mujeres confeccionan de manera artesanal, rebozos, cobijas, gorros, monederos, morrales y otras prendas hechas a base de lana y teñidas con productos naturales como flores, cáscaras de frutas y grana cochinilla.
Es el caso de Araceli Soberanes Estrada a quien el temblor le derrumbó dos de los tres cuartos que conforman su casa.
“Lo que vivimos fue muy impresionante, si había temblado, pero no como esa ocasión; yo perdí mis dos cuartos donde tenía mis cosas, donde comíamos. Uno de los cuartos era el taller donde trabajaba, hago estos rebozos de lana en telar de cintura”, dijo.
Aracely creció a sus cinco hijos desde muy chicos luego que su marido los abandonó. Se dedicó a tejer prendas de vestir, como gabanes, que vende hasta en mil 500 pesos en las exposiciones.
El terremoto la sorprendió en el funeral de un vecino y cuando rezaban en la iglesia de la comunidad sintieron la sacudida de la tierra. Algunos de los feligreses resultaron con heridas leves.
¿Qué va a ser ahora?
“Voy a trabajar porque yo la verdad no espero nada porque hay muchas personas que dicen ‘nos van a dar vivienda’, pero la verdad yo no la espero porque yo se que no salen. O si vamos a salir, sólo serán algunos, no todos”, afirma.
El lunes fueron visitadas por personal de gobierno del estado y ofrecieron su apoyo para conseguir espacios de venta, además de promocionar sus piezas tejidas en el Museo Morelense de Arte Popular (MMAPO), cuyo Enrique Rodríguez Pérez, ofreció su colaboración para reactivar la economía de las tejedoras de telar de cintura.