El peor debate en la historia de EUA

Por Uzziel Becerra

Entre reclamos, acusaciones y desorden se llevó a cabo el primer debate entre candidatos presidenciales de Estados Unidos de América. Por un lado Donald Trump, buscando la reelección de su gobierno por otros cuatro años, abanderado por el Partido Republicano, y Joe Biden, abanderado por el Partido Demócrata. A lo largo de 90 minutos trataron la crisis sanitaria de covid-19, la reapertura económica, la violencia en las ciudades por las tensiones raciales y el uso de la fuerza policial para contener dichas movilizaciones sociales. Pese a la moderación de Chris Wallace, uno de los periodistas más reconocidos de Estados Unidos, conductor en Fox News Sunday, las interrupciones fueron una constante y los insultos se hicieron llegar, acusándose mutuamente de mentir al pueblo norteamericano. A la luz de la opinión pública estadounidense, este fue el peor debate de la historia de los Estados Unidos de América.

Los protocolos a causa del coronavirus construyeron un formato en el que los contrincantes no se dieron la mano, no se acercaron y no hubo público presente, salvo los respectivos equipos de los candidatos. Los temas fueron intensos y las reacciones en ocasiones se tornaron violentas y ríspidas, entre candidatos y con el moderador. Donald Trump, conocido por su carácter impositivo y retador, no se dejó moderar a Chris Wallace e interrumpió en múltiples ocasiones a Biden. No obstante, pese a que el perfil del exvicepresidente demócrata Biden es mesurado, respondió de forma similar, interrumpiendo, acusando y exhibiendo aspectos personales, como la falta de pago de impuestos en los años previos a la candidatura presidencial de Trump, así como la responsabilidad por las muertes de los ciudadanos norteamericanos a causa de una mala gestión de la crisis sanitaria.

El primer tema de debate fue la designación del presidente Trump de la jueza Amy Coney Barret para ocupar un asiento en la Corte Suprema, aludiendo su derecho a elegir una persona para ocupar la vacante gracias a la legitimidad que le otorgaron los votantes, es decir, por haber ganado las elecciones. Biden, por su parte, señaló que la nominación de Barret no es justa, por corresponder a la fuerza política del Senado para tal fin. La discusión entre ambos candidatos se intensificó sobre el Obamacare, que fue desmantelado en la administración de Trump y, a juicio de los demócratas, ha propiciado la muerte de 200 mil personas en la actual contingencia sanitaria.

Por su parte, el presidente Trump señala que los Estados Unidos ha vuelto a ser la economía más grande del mundo, teniendo una recuperación en forma de “V”, aludiendo la pronta recuperación económica tras el cese de actividades por el Covid-19. La réplica de Biden ha sido la desprotección a las pequeñas empresas para enfrentar la crisis. Cuando se trató el tema de las movilizaciones sociales, a causa del movimiento “Black Lives Matter” por abuso policial, Trump no buscó negar el racismo sino justificar la imposición de la ley y el orden, retando a Biden a pronunciarse a favor de los mismos principios de gobierno. Pese a lo anterior, Biden señaló que su principio de gobierno sería la igualdad, acusando que Trump ha fomentado el odio y el racismo en el país.

Aunque Biden mostró serenidad y calma en momentos, no dejó de llamar mentiroso a Trump, mientras que el actual mandatario norteamericano señaló que Biden buscaría el camino del socialismo como forma de organización política, pues dicho régimen político es estigmatizado por la sociedad norteamericana. “Eres el peor presidente de la historia”, fue reclamado por Biden, mientras que Trump acusó la trayectoria improductiva de Biden en 47 años de trabajo. Finalmente, pese a que el debate versó sobre los temas señalados, los motivos más preocupantes se encuentran en lo relativo a la narrativa del fraude electoral, y esto es así porque el actual mandatario norteamericano insistió en que la posibilidad de votar a través del correo postal pondría en riesgo la validez de las elecciones, exigiendo que exista un conteo legal y preciso de los votos, sin señalar que respetaría los resultados electorales en esa modalidad. En cambio, Biden buscó dar certeza de su posición respecto a los resultados electorales, pero mostrándose preocupado porque se definan por la vía judicial y no mediante los votos, enfatizando la confianza en la gestión electoral planteada en el sistema de correo y pidiendo a la audiencia que ejerzan su derecho a votar.

En el balance, se debe reconocer que la estrategia de debate de Trump es congruente con su forma de gobernar y negociar, imponiendo la narrativa, retando las reglas del juego y buscando deslegitimar la fuerza de sus adversarios. Aunque Biden intentó ponerse al nivel del presidente Trump, no logró imponerse, sino que buscó la forma de responder de manera prudente y mesurada. No obstante, la falta de control del diálogo y el respeto por el espacio y tiempos fue percibido por la audiencia como un error del moderador. Al final, entre los gritos, acusaciones y señalamientos recíprocos, las ideas se diluían, el diálogo no fue efectivo y la ciudadanía no pudo conocer las propuestas ni las respuestas concretas a problemáticas profundas y complejas, que son definitorias para elegir a quien debe tener el mandato presidencial del país en las elecciones del martes 3 de noviembre.

Las encuestas de entrada, antes de presenciarse el debate entre Tump y Biden, señalaban como favorito a Biden con 48% de aprobación, mientras que Trump mostraba el 43%, según la información obtenida en “Político.mx”. Sin embargo, tras darse el debate presidencial, las encuestas se dividieron, reflejando como ganadores a Trump y a Biden dependiendo del medio de que se tratare, sin embargo, todos los medios coincidieron en sus encuestas al señalar que más del 80% de las audiencias consideraron como negativo el debate.

Mientras tanto, el segundo debate se realizará en Miami, el 15 de octubre, y según el formato planeado habrá ciudadanos que podrán formular preguntas a los candidatos Trump y Biden. La moderación estará a cargo de Wteve Scully, editor político de C-SPAN. Y el tercer debate se realizará el 22 de octubre en la Universidad de Belmont en Nashville, Tennessee, con un formato dividido en seis segmentos de quince minutos, sin cortes comerciales, moderado por Kristen Welker, corresponsal de NBC News en la Casa Blanca. Asimismo, se tiene contemplado un debate entre los vicepresidentes Mike Pence (de Donald Trump) y Kamala Harris (de Joe Biden), en nueve segmentos de diez minutos, moderado por Susan Page, jefa del buró de Washington, USA Today, el día 7 de octubre en la Universidad de Utah en Salt Lake City.

Aunque se supondría que los debates hacia la presidencia de un país, a la obtención de los cargos públicos, deberían tener un nivel de discusión y profesionalismo alto, la realidad es que la estrategia del mandatario norteamericano corresponde a la polarización social que ha impulsado al promover el racismo, la intolerancia y la discriminación por diversas causas. Biden será la opción de la ciudadanía plural, mientras Trump seguirá siendo la opción de los norteamericanos con una visión nacionalista y homogénea de supremacía blanca. Las consecuencias de dicha polarización y la incertidumbre de los resultados electorales, junto a la narrativa del fraude anticipado, dan señales de que la transmisión del poder no será pacífica en el futuro próximo.

*Representante del CEA de la Asociación Mexicana de Ciencias Políticas en Morelos. Secretario de Asuntos Políticos en el Colegio Nacional de Ciencias Políticas y Administración Pública Sección Morelos. Consejero Universitario Alumno de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UAEM. Representante de Morelos en el Congreso Nacional Universitario. Auxiliar Jurídico en el Corporativo Paredes