Héctor de Mauleón de eluniversal.com
Uno de los personajes que el grupo criminal Guerreros Unidos envió a finales de 2013 a pedirle al gobernador de Morelos, Graco Ramírez Garrido, “que los dejara operar en el territorio a cambio de no tocar a la ciudadanía” es nada más y nada menos que el empresario del espectáculo Federico Figueroa, hermano del cantante Joan Sebastian.
En diciembre pasado, en entrevista con David Aponte para EL UNIVERSAL, el gobernador Ramírez Garrido reveló que el narco había intentado pactar con su gobierno; dijo que la delincuencia organizada le había enviado dos emisarios, “uno de ellos, personaje de la política”.
El mandatario perredista se reservó los nombres de ambos personajes. Relató, sin embargo, que entre noviembre y diciembre de 2013, mientras el secuestro llegaba en la entidad a un punto máximo y él descubría que 90% de los mandos policiacos había reprobado los exámenes de control de confianza, recibió, “por diversas personas”, mensajes de que debía reunirse con el crimen organizado.
“No sé si con Rojos o Guerreros, no me queda claro porque no lo permito, soy tajante con los interlocutores que vienen a plantearme el tema… Uno aparece en una celebración de un cumpleaños de una persona y otro igual me aborda comiendo en un restaurante y a la hora en que me paro se me acerca… y entonces me plantean que yo debo platicar, que el problema del secuestro y de los delitos de orden común se van a parar, si yo acepto acuerdo con ellos, que los deje trabajar. Uno me amenaza casi tácitamente y me dice que son 300 personas armadas, muy bien armadas…”.
Ramírez declaró, en la misma entrevista, que le había revelado la identidad de ambos emisarios al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
Información de inteligencia del gobierno federal —confirmada por este columnista con funcionarios del gobierno de Morelos— detalla que el primero de esos personajes fue el hermano incómodo de Joan Sebastian: el promotor de bailes, ferias y palenques Federico Figueroa, al que reportes de las autoridades federales señalan como presunto publirrelacionista de Guerreros Unidos —y uno de los líderes de dicha organización—.
Desde mayo de 2014 —es decir, a seis meses de haberse acercado a Graco Ramírez para proponerle un “arreglo”—, Figueroa fue señalado, en el contexto de la guerra por el control del corredor Cuernavaca-Acapulco, protagonizada entre el grupo de Los Rojos y los Guerreros Unidos, como compadre del líder máximo de esta última organización, Mario Casarrubias, alias El Sapo Guapo.
Narcomantas abandonadas en distintos parajes de la entidad, acusaron al empresario de operar para Guerreros Unidos bajo la protección del presidente municipal de Taxco, el priísta Salomón Masul, y la del director de Seguridad Pública del municipio, Erubiel Salado.
Faltaban cuatro meses para que los Guerreros Unidos y su supuesto líder, Sidronio Casarrubias (Mario Casarrubias había sido detenido en 2012), saltaran a la fama por la desaparición de los 43 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa.
Personal de inteligencia del estado de Morelos dio seguimiento a esos mensajes. Figueroa fue interrogado por la fiscalía sobre sus vínculos con Guerreros Unidos, pero se deslindó de las acusaciones: “Es un chisme”, dijo.
En noviembre de 2014, muy cerca de tres bolsas de plástico negro en cuyo interior estaban los restos de un hombre desmembrado, policías locales hallaron una nota dirigida a Federico Figueroa y al alcalde de Amacuzac (del Partido Verde), Noé Reynoso. La narcomanta venía del líder de Los Rojos, Santiago Mazari, alias El Carrete, y acusaba a Figueroa de dos cosas: de operar para Guerreros Unidos, y de haber tratado de infiltrar a Los Rojos.
Hoy se sabe que intentó poner en suerte al gobernador de Morelos (desde tiempos de Carrillo Olea, esa era la costumbre en el estado).
Pero queda en el aire otra pregunta. ¿Quién fue el político que en 2013 se acercó a Graco?
Ilustración: eluniversal.com
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