Por Leticia Villaseñor
Jojutla, Mor., 18 de octubre.- La gente deambula en la calle con un tarjetón colgado del cuello. Es una copia de su credencial de elector y el registro de damnificado de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) que les concede el derecho de formarse en una fila para la entrega de víveres en la colonia Emiliano Zapata de Jojutla.
La escena, que recuerda un gueto, se multiplica a lo largo de las cuadras devastadas por el sismo del 19 de septiembre. La medida, dice doña Epifania “N”, es necesaria para mantener a “raya” a los ‘xoxos’, mote que le asignan a los oriundos de la comunidad indígena de Xoxocotla que pertenece al municipio de Puente de Ixtla.
“Son varias mujeres que vienen, se forman antes que nosotras, arrebatan las cosas y nos dejan sin nada. Ya nos hicimos de palabras y hasta de manotazos, porque no es justo, ellas son de otro municipio y no tienen necesidad. Las vimos con más de 50 bolsas de despensas, primero pagaron taxis pero ahora traen camionetas que se van rebosadas”, dice enojada Clara, hija de doña Epifania.
Ante el ‘agandalle’ de los xoxocotlenses, los vecinos de la Zapata, como se le conoce a la colonia con mayor daño en la entidad tras el sismo, se organizaron. Doña Margarita sale para recabar los datos de la situación de cada uno, hace su lista y encabeza una brigada de vigilancia que da la voz de alerta si ven al “enemigo”.
“Le pedimos a la gente o a la autoridad si pueden donarnos malla para cercar la calle para que entren. Nosotros nos conocemos y aunque nos echen bronca y montón las sacamos de aquí”, advierte doña Epifania.
El gafete lo portan cuando llega un camión con ayuda y si el ojo avisor de doña Clara no detecta a alguna infiltrada, los víveres se entregan sin mayor contratiempo, pero si hay algún “xoxo”, entonces son los hombres quienes salen en defensa.
“Ellas vienen acompañadas de varios sujetos, sus maridos, algunos andan bebidos o hasta drogados, portan cuchillos o machetes, por eso les pedimos a nuestros hombres -esposos, hijos o algún otro familiar- que estén alertas porque esas personas son malas, los víveres los ocupan para venderlos”, puntualiza doña Epifania.