Por Justino Miranda
Cuautla, Mor., 21 de octubre.- Arriba, sobre la superficie de Morelos, el sismo de 7.1 grados provocó la muerte de 74 personas y daños materiales en 17 de los 33 municipios, y abajo sacudió las capas subterráneas y modificó caudales de manantiales, contenida en fracturas. La transmisión de esfuerzos en el subsuelo alteró los patrones de descarga de agua subterránea en forma de manantial, cambió el color del agua y, en algunos casos, los veneros brotaron en otros lugares.

La variación abrupta en la estructura del subsuelo impactó en 15 de los 46 balnearios del estado, uno de los mayores atractivos turísticos de Morelos, y provocó la caída económica de la industria porque el 16% de los visitantes al estado prefiere nadar e ir a balnearios, según el Plan Estatal de Desarrollo.
Por eso cuando Eric Morales Casique, del Instituto de Geología (IGL) de la UNAM, declaró que “ese movimiento (el sismo) puede originar cambios en la estructura del subsuelo, crear nuevas fracturas y obstruir las que ya existían”, las autoridades estatales buscaron apoyo de los especialistas para saber el origen de la disminución de agua en algunos de los 160 manantiales que tiene Morelos.
Así, lo primero que documentaron fue que al paso del terremoto algunos manantiales arrojaron agua con tierra, y eso significó un mal augurio porque presagió la posibilidad de una fractura de las capas del subsuelo y la infiltración de tierra. Lo que siguió tras ese evento fue una disminución paulatina de su aforo hasta que el venero quedó seco, como en el caso del balneario Palo Bolero, situado en el municipio de Xochitepec.
En otros centros acuáticos, como Agua Hedionda, el agua sulfurada disminuyó radicalmente y el venero principal se redujo a una pequeña poza de donde actualmente extraen agua con bombas para llenar las dos albercas.

La conclusión de los investigadores de los institutos de Geología, Geofísica, y Geografía de la UNAM, así como del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y la Comisión Ejecutiva de Agua en Morelos (Ceagua), es que el terremoto alteró el curso de los afluentes y afectó el volumen de agua en algunos manantiales y en otros los secó.
Los veneros de Agua Hedionda, Palo Bolero y San Ramón el primero situado en Cuautla, zona de influencia del volcán Popocatépetl; el segundo en la zona centro y el tercero en la región sur de la entidad, son los más perjudicados pero hay otros 12 que también resultaron dañados por el terremoto, afirmó la secretaria de Turismo en Morelos, Mónica Reyes Fuchs.

Juan Carlos Valencia Vargas, titular de Ceagua, dice que para despejar cualquier duda sobre los manantiales afectados realizarán estudios de geofísica, con aparatos especiales para realizar una “radiografía” del subsuelo, como cuando se practica un ultrasonido a una mujer embarazada.
Son sondeos eléctrico-verticales que permiten ubicar cómo esta el sistema de venas que llevan agua, precisa Valencia Vargas, porque “igual en el subsuelo un sismo provoca caída de rocas, pedazos de tierra y puede generar un cambio en el curso del flujo subterráneo, y esa modificación sólo puede ser revertido si la obstrucción se puede retirar”, explica.
Valencia Vargas cuenta que la ausencia de los manantiales también ocurrió en el terremoto de 1985, por ejemplo con el venero de San Ramon el cual se secó, pero los geólogos de la UNAM documentaron que en ese sismo las capas del subsuelo solo sufrieron un reacomodo no un fracturamiento. “Hubo un levantamiento de las capas geológicas y lo que hicieron fue rascar, hacer con mayor profundidad el sitio donde estaba aflorando, y encontraron otra vez los veneros.
“Con el paso del tiempo recuperaron su caudal original pero si en esta ocasión, con el movimiento telúrico del pasado 19 de septiembre, hubo un fracturamiento de las capas es casi imposible recuperar los manantiales”, advierte.

Agua Hedionda
Este balneario de aguas sulfurosas se encuentra en Cuautla y data de 1928 cuando comenzó a operar como poza. Un año después inició su construcción como balneario rústico y en 1943 el arquitecto Hannes Meyer, de origen suizo, planeó la construcción moderna. En 1960 el centro acuático recibió los murales de Olga Acosta y de Javier Chávez Morado.
En esta administración llevaba un crecimiento del 48% en visitantes e ingresos por las nuevas áreas de hidromasaje, sauna, spa y vapor, pero a partir del 19 de septiembre cerraron sus puertas por la disminución drástica del volumen de agua del manantial.
El director general del Fideicomiso del balneario, Juan Carlos Pascual, mantiene esperanzas de abrir la última semana de octubre y llenar la alberca grande a partir de la primera semana de noviembre, pero se requiere de 2.6 millones de litros de agua y otro 1.6 millones de litro para una alberca mediana.
Esa cantidad es casi imposible de obtener en las condiciones que quedó el manantial porque apenas 20 litros por segundo con la ayuda de una bomba de cinco caballos de fuerza.

¿El sismo desvió el cauce?
“Si tuvimos una afectación importante porque traíamos históricamente 875 litros por segundo y los estudios que hemos hecho con ingenieros especializados nos dicen que se puede lograr un aforo de hasta 200 litros por segundo pero tendríamos una baja importante”, dice Pascual.
Explica que en los últimos años el manantial arrojaba entre 500 y 600 litros por lo que la afectación neta sería de 200 o 250 litros por segundo.
En el supuesto de que el manantial no se recupere se tiene considerado implementar una reingeniería para llenar esta y otras albercas para evitar el cierre y el desplome económico de las regiones, afirma el el titular de Ceagua, Juan Carlos Valencia.
Para conocer lo que ocurrió con el manantial después del sismo, Juan Carlos Pascual, se auxilió del radiestecista Sergio Hernández Llera cuyo práctica detectó 240 radiaciones de aguas subterráneas, que dan origen a Agua hedionda, en el cruce donde brotaba el agua hacia la superficie.
“Es una afectación de tipo local, no es regional, porque el agua sigue pasando, pero se rompió la permeabilidad y se fugó o se esta fugando poco a poco, poquito mas abajo”, afirma.
Pero Carlos Gutiérrez Ojeda, Subcoordinador de Hidrología Subterránea del IMTA, afirma que lo primero es tomar muestras de agua para saber si es la misma calidad que se tenía anteriormente, después realizar estudios en el interior de la tierra mediante geofísica, por ejemplo, para saber si esos movimiento de tipo de tierra fueron de forma muy local, cercano al manantial, o en forma mas profunda.
“En el primer caso podríamos tener una cierta posibilidad de recuperar (el manantial) mientras que en el segundo sería muy difícil porque si fue muy profundo es muy difícil que encontremos y solucionemos el problema”, sostuvo.
Para mitigar la merma económica en la industria de balnearios y parques acuáticos, la secretaria de Turismo Mónica Reyes anunció el inicio de las campañas publicitarias “Ven a Morelos” y «AMorelos».
Asimismo, comunicó que la Secretaría de Economía ofrecerá créditos con un interés de 4 por ciento a dueños de haciendas y balnearios con daños. El préstamo podrá ascender hasta 500 mil pesos.