Por Álvaro Carrera / RECORD

Gennady Golovkin estará en el ring el 5 de mayo. Es un hecho, pero durante muchas semanas esa pelea estuvo en el aire. El kazajo se iba a enfrentrar a Canelo Álvarez, pero el positivo, renuncia y posterior sanción al mexicano le dejó sin rival. Tuvo que abandonar Las Vegas (por Carson, California), enfrentarse a organismos y a la televisión para poder pelear por 39ª vez como profesional. Ningún rival gustaba. Le amenazaron con quitarle el título IBF, pero al final no se ha producido. Gennady Golovkin defenderá los cinturones WBC, WBA e IBF del peso medio ante el rival que él quiso: el armenio Vanes Martirosyan.

Es su decisión y ha generado controversia. Unos, como el presidente del Consejo Mundial, Mauricio Sulaimán, la acatan. Otros le critican. Martirosyan no convence y se espera una victoria rápida de GGG. Debería hacerlo, de lo contrario los comentarios en su contra se multiplicarían. Para ser ciertos, el armenio es una presa fácil, pero ahí estará la clave para el kazajo, la confianza. Martirosyan no tiene demasiado para inquietar a Golovkin, pero en el boxeo en cualquier momento todo puede cambiar.

Vanes Martirosyan cuenta con un récord profesional de 36 victorias (21 KO), 3 derrotas y 1 nulo. Tiene pasado amateur, pero pronto lo dejó (20 años) por el pugilismo rentado. Ha disputado dos combates por el título mundial, en ambos ha caído. Lo hizo contra Jermell Charlo en 2015 y contra Erislandy Lara en 2016. Ambos en la categoría del superwelter, su categoría. Ante Golovkin será la primera vez que dispute un combate dentro del peso del medio. Además, tras su pelea con Lara no ha vuelto al ensogado.

Esa pelea fue el 21 de mayo, por lo que cuando se cruce con GGG hará casi dos años que no compite. Demasiado tiempo. Por todos esos factores, y por su récord más reciente (3 derrotas y 3 victorias en sus últimas 6 peleas) se han generado las críticas hacia Golovkin. En cuanto a su boxeo, Martirosyan no destaca ni por su rapidez ni contundencia, pero lo hace por su arrojo. Es difícil de batallar, no se amedrenta en la corta distancia y roza el reglamento, y sobre todo acepta todo, porque ahí ha estado otro de los problemas de Golovkin. Ningún boxeador top quería aceptar una pelea contra él a tres semanas. Lógico. Martirosyan sabe que es su último tren en el boxeo, regresa de un semiretiro porque confía en sus posibilidades. El armenio amenaza la lógica, Golovkin no quiere sorpresas.