Por Leticia Villaseñor
Yautepec, Mor., 6 de agosto.- Rosalba abrió la puerta de su casa, una construcción de más de 50 años de antigüedad, y una nube de polvo la cubrió y el crujido que hizo la puerta la hizo regresar sobre sus pasos.
El sismo del pasado 19 de septiembre partió su casa y sobre sus muros aparecieron inmensas fracturas en cruz que van de piso a techo y permiten ver el otro lado de la habitación. Los mosaicos de los cinco baños se vinieron abajo, el piso se levantó y las puertas se salieron de sus bisagras.
Rosalba es una de las miles de afectadas en Morelos del terremoto del pasado 19 de septiembre, pero también es una de las afectadas por la corrupción y la burocracia.
A pesar de que su fachada fue pintada con un triángulo y un punto por el Fondo de Desastres Naturales, señal que significa pérdida total, el beneficio de los 120 mil pesos no le fue entregado.
Acudió a diversas reuniones con las autoridades federales y estatales donde entregó varias veces la documentación exigida.
Las ansiadas tarjetas del Fonden no llegaron a sus manos, tampoco ningún paquete de ayuda equivalente a 15 mil pesos en materiales de construcción.
En una de las reuniones se enteró que su caso fue aprobado por el Fondo Nacional pero remitido a otro destinatario, una mujer a quien no conoce y a quien asegura jamás le cedió el beneficio.
Su alegatos fueron en vano, las autoridades federales le dieron “carpetazo” al caso por lo que acudió al organismo estatal Unidos por Morelos.
La casa era propiedad de su padre, un militar en retiro quien le permitió a ella, su esposo, sus dos hijos y dos sobrinas vivir en la construcción de dos pisos sostenida por varias columnas.
Son las columnas rojas las que impidieron que la construcción se viniera abajo pero Rosalba sabe que debe tirar por lo menos el piso de arriba, porque el daño debilitó la estructura de la casa de tal forma que no puede iniciar reparaciones con tal peso encima.
Pero además de la falta de recursos, la mujer está impedida legalmente para intervenir la casa debido a que su padre murió intestado y uno de sus familiares inició un juicio previo al sismo, para reclamar la propiedad como suya.
Las autoridades le propusieron entonces que se acercara a una fundación, Provivah, para que ésta le ayude a construir su casa. Así lo hizo y finalmente el dinero que no fue entregado por Fonden lo solventó el organismo estatal pero la fundación privada les exige a los damnificados paguen la nivelación de los terrenos.
Para ello cada uno de los afectados debe desembolsar alrededor de 40 mil pesos si quieren recibir una casa.
Rosalba inició la construcción de dos pequeñas accesorias en el frente de su casa, aprovechó que la barda se vino abajo durante el sismo. Los locales serán puestos en renta para ayudar con los gastos tanto del juicio como de las reparaciones.
A más de 10 meses de la tragedia humana, Rosalba lamenta que las autoridades salientes hayan dejado a su suerte a los damnificados pues asegura que tan solo en el municipio hay alrededor de 500 familias que no recibieron ninguna ayuda.
Rosalba llora cuando muestra lo que queda de su casa en ruinas, empolvada y vencida por la fuerza de la naturaleza. No puedo superarlo, admite, mientras rememora otras épocas.