Por Francisco Abundis Luna /director asociado de Parametría

Artículo publicado en elfinanciero.com

CIUDAD DE MÉXICO. El último registro de preferencia electoral nacional de la entrega mensual de Parametría-El Financiero muestra los siguientes resultados. El partido en el gobierno federal, el PRI, cuenta con 32 puntos de preferencia electoral, como la primera fuerza política del país. Acción Nacional se ubica seis puntos por debajo con 26 por ciento y se consolida como la segunda fuerza electoral.

La izquierda representada por el PRD goza de 13 puntos de la preferencia electoral, seguido del Partido Verde que ya rebasa el mínimo de dos dígitos con 11 por ciento de preferencia. Morena se mantiene fuerte con 9 puntos.

De las restantes cinco fuerzas electorales sólo Movimiento Ciudadano obtendría registro. Es pertinente recordar que con una medición de 2.8 por ciento de margen de error es difícil medir con precisión aquellos partidos en la lucha por mantener su registro, Partido del Trabajo y Nueva Alianza, o aquellas fuerzas que quieren obtenerlo: Encuentro Social y el Partido Humanista. 

Los eventos recientes en el país nos hacen pensar de manera intuitiva que la calificación del gobierno federal debería estar cayendo, que el PRI debería estar perdiendo puntos o que el PRD debería ser cuestionado por los ciudadanos. La población no percibe que la inseguridad haya mejorado sustancialmente, los números en economía no indican que nuestras tasas de crecimiento bajas hayan cambiado y ahora parece haber un nuevo tema electoral: la corrupción. El cual en los últimos días parece afectar al PRD.

Sin embargo, a diferencia de una elección de ejecutivos –presidente o gobernador– las elecciones intermedias federales suelen ser menos volátiles y la preferencia electoral menos personalizada (no hay candidatos) y más abstracta: se vota por un partido. La psicología política explica el voto como un hábito, una acción que se repite en el tiempo. En el presente solemos repetir lo que hicimos en el pasado. Para cambiar este hábito un estimulo externo (¿spots? o ¿escándalos?) debe cuestionar nuestra costumbre ya sea el mismo acto de votar o votar por un partido distinto al que hemos preferido a lo largo del tiempo.

La estabilidad en esta elección puede ser explicada también por la baja participación. Lo más probable es que esta elección esté entre 15 y 20 puntos por debajo de nuestra última elección presidencial. Un número alrededor de 45 por ciento si atendemos la tendencia histórica. Con este nivel de participación bajan los votantes independientes, es decir aquellos que no expresan ningún apego a una fuerza política en particular. Aquellos votantes con simpatía partidista, conocida coloquialmente como “voto duro” pasan a cobrar mayor peso en esta elección.

No obstante estas condiciones de elección intermedia, el elector no puede ser indiferente a lo que pasa a su alrededor, noticias, escándalos, comunicación de los partidos en la contienda, spots. Será lo que atestiguaremos en los siguientes casi 4 meses, de aquí al 7 de junio.

 

LA APROBACIÓN PRESIDENCIAL

La aprobación presidencial se mantiene estable baja. Una explicación puede radicar en la alta identidad priista del país. Un priista no dejaría que su presidente se desplomara. La segunda hipótesis radica en nuestra tendencia a evaluar al alza, como lo señalan nuestros indicadores de felicidad (véase el último estudio de la UNAM de bienestar subjetivo).

Es decir, solemos dar una respuesta social o política mente correcta, antes de ser críticos con nuestra situación o nuestras instituciones. Y la tercera explicación es que simplemente hay sectores del país que tal vez no se la están pasando tan mal y no son críticos con la gestión del presidente. Veremos con el tiempo si esta tendencia se mantiene.


EL PRI Y SUS PUNTOS DE RESISTENCIA

El Revolucionario Institucional tiene por lo menos tres puntos de resistencia. El primero alrededor de 32 por ciento o 33 por ciento que sería la votación que probablemente habría obtenido en 2012 sin la alianza con el Partido Verde. Es decir, tener a un PRI alrededor de este porcentaje significa que sólo ha conservado su preferencia entre los votantes respecto a la última elección.

Un segundo punto de resistencia sería el mínimo histórico que ha obtenido este partido. En la elección presidencial de 2006 el PRI obtuvo 28 por ciento de las preferencias. Su candidato, Roberto Madrazo, estuvo 4 puntos por debajo de su partido, pero el PRI como tal nunca ha bajado de 28 por ciento.

El tercer límite a la baja que tiene el PRI es su identidad partidista. Para efectos prácticos 1 de cada 4 mexicanos se considera priista. La identidad priista suele estar estable entre 25 o 26 por ciento, lo cual no sólo le da estabilidad a la preferencia electoral, sino también probablemente a la aprobación presidencial.


EL PRD Y EL LIDERAZGO DE LA IZQUIERDA

En las últimas dos elecciones intermedias 2003 y 2009 el PRD obtuvo entre 18 y 13 por ciento de las preferencias respectivamente. El que obtenga hoy día de manera estable o constante entre 12 y 13 por ciento de acuerdo a las últimas dos mediciones sorprende por su estabilidad. Si bien parece una preferencia baja, en realidad estaría obteniendo lo mismo que en 2009.

Este sería su punto de resistencia en términos de preferencia. Su identidad partidista o aquellos que están dispuestos a llamarse perredistas son el 8 por ciento de la población. Este porcentaje de perredismo, sin duda contribuye a buena parte de su estabilidad.


MORENA ¿PARTIDO DE NUEVO REGISTRO?

Sin duda el fenómeno electoral de está elección será el Movimiento de Regeneración NacionalMorena en repetidas mediciones ha estado cerca de los dos dígitos de preferencia.

La única fuerza electoral que ha tenido un fenómeno similar es el PRDen 1991. Lo que ambas fuerzas electorales tienen en común es que no son del todo partidos de nuevo registro. Cuentan con simpatías o una base electoral previa a su creación.

Morena cuenta con una ventaja adicional: tiene un vocero activo
– Cuauhtémoc Cárdenas nunca fue tan presente con el PRD– que quiere hacer de esta elección una que vaya más allá de los partidos y se trate también de personas o candidatos virtuales.

Andrés Manuel López Obrador no sólo es el líder de Morena, sino que representa también un candidato virtual a la Presidencia de 2018, de allí la importancia de su vocería.

 

EL CRECIMIENTO DEL PARTIDO VERDE

El PVEM es el de mayor presencia mediática. La frecuencia de su comunicación en esta contienda electoral ha sido cuestionada por que algunos analistas opinan que está al margen de la ley.

Lo cierto es que su estrategia tanto en contenido de mensaje como en los medios utilizados para comunicarlo parece ser muy eficaz.

Cualquier análisis de la comunicación política de esta contienda debe considerar la campaña del PVEM como un estudio de caso. Un tema que Parametria y El Financiero abordarán en una siguiente entrega.