Por Uzziel Becerra

Este domingo la Secretaría de Educación Pública (SEP), a través de su titular, Esteban Moctezuma, definió los horarios y canales de televisión que transmitirán los contenidos educativos del siguiente periodo escolar, asumiendo el cumplimiento de un acuerdo entre el gobierno federal y las principales televisoras concesionarias del país para difundir las clases del nivel básico y hasta medio superior. Sin embargo, el tránsito a las clases televisivas, a la educación digital y las cifras de deserción y abandono escolar, a causa del nuevo coronavirus, ponen a la educación, de todos los niveles, en la lista de factores que entrarán en una profunda crisis, con dimensiones aún no conocidas pero previsibles.

La definición de que el próximo ciclo escolar, que comenzará el 24 de agosto, sea transmitido a través de las grandes televisoras nacionales (el tan acusado oligopolio mexicano neoliberal) se concretó a inicios del mes de agosto por la misma SEP y el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, con el aval de la Secretaría de Salud, al firmar un acuerdo con Emilio Azcárraga, presidente del Consejo de Administración de “Grupo Televisa”; Benjamín Salinas, director general de “Televisión Azteca” (Tv Azteca); Francisco D. González Albuerne vicepresidente ejecutivo de “Grupo Multimedios” y Olegario Vázquez Aldir, director de “Grupo Empresarial Ángeles” (Imagen Televisión).

El convenio entre las televisoras nacionales y el Presidente se firmó en una conferencia mañanera, señalando que 94% de la población mexicana cuenta con televisión en sus hogares, lo que facilitaría la modalidad de aprendizaje mientras se regresa a las aulas de forma presencial, es decir, hasta que el semáforo epidemiológico se encuentre en color verde, un escenario que francamente se avizora lejano. Mientras tanto, la transmisión de las clases estará dividida en cuatro cadenas. La Cadena 1 para educación inicial, preescolar y primaria se transmitirá en los canales 11.2 y 5.2; Cadena 2 para los mismos sectores educativos de la 1 pero por el canal 7.3; Cadena 3 transmitirá para secundaria en el canal 3.2; y Cadena 4 para media superior, bachillerato o preparatoria, a través de los canales 14.2 y 6.3.

“Se dará servicio a 30 millones de estudiantes de 16 grados escolares. En 6 canales de televisión lograremos una amplia gran cobertura nacional, 24 horas al día, durante 7 días de la semana”, señaló el secretario Moctezuma. “Se producirán y transmitirán más de 4,550 programas de televisión y 640 de radio en 20 lenguas indígenas, acordes con los planes y programas de estudio de educación inicial, preescolar, primaria, secundaria y bachillerato. Todas las transmisiones contarán con lenguaje de señas mexicano y los libros de texto gratuitos se imprimirán en Braille y macrotipo”, añadiendo recientemente que la señal para transmitir por televisión estará libre de publicidad comercial, de la iniciativa privada, gubernamental, electoral, de los partidos políticos, entre otra; una “señal totalmente limpia que se va a dedicar el 100 por ciento a contenidos educativos”, que se transmitirá entre las 7:30 y 23:00 horas.

De los pronunciamientos vertidos en dicha conferencia de prensa mañanera se desprende que la estrategia de educación televisiva será instruir a los niños únicamente con el contenido difundido por televisión, radio o internet, contando con validez oficial para tenerse en cuenta para las evaluaciones respectivas, pero sin la intervención de algún instructor que interactúe de forma personalizada con los menores, en el entendido de que el programa “Aprendiendo en Casa” solo abarca hasta el nivel medio superior. Por lo anterior, lo primero que sale a la luz como un factor preocupante es el desplazamiento del profesorado, de los docentes y maestros cuya vocación es instruir niños, niñas y adolescentes y que, como consecuencia de la pandemia por SARS-CoV-2, ahora se ven excluidos, tanto del diseño de esta política pública como de su implementación y desarrollo.

La perspectiva en cualquier plano temporal (corto, mediano y largo plazo) es abrumante: la SEP ha estimado que al menos 800 mil alumnos egresados de secundaria no continuarían sus estudios de bachillerato (medio superior) debido a la pandemia, es decir, el 39% de quienes deberían transitar normalmente de secundaria a preparatoria. Asimismo, en el nivel superior, más del 58% de las universidades e instituciones de educación superior, reportaron a la SEP carencias de carácter material que posibiliten la impartición de clases en línea, es decir, que los docentes carecen de equipos de cómputo e internet adecuados para cumplir con las exigencias de calidad educativa que representa el nivel superior.

Diversos especialistas señalan que, incluso en los modelos de educación a distancia, la deserción escolar se registra entre el 10 y 20 % de los estudiantes inscritos, por lo que el tránsito forzado del modelo un presencial a otro virtual no garantizan la permanencia educativa. De hecho, la SEP ya está previendo ese escenario para la educación básica y media superior, pues a causa de las crisis sanitaria y económica que golpea simultáneamente al país, se vivirá un tránsito o migración de los alumnos de las escuelas privadas a las del sistema educativo público. El subsecretario de Educación Básica, Marcos Bucio Mújica, señaló que se han realizado diagnósticos de ubicación geográfica, grado escolar y saturación de la matrícula para ofrecer opciones a los alumnos migrantes de escuelas privadas a públicas, puesto que se tienen 200 mil escuelas básicas y un millón 200 maestros para cubrir la demanda.

La respuesta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) fue de respaldo a la SEP, en los acuerdos y disposiciones adoptadas para el ciclo escolar en puerta, mientras que la Sección 22 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) se reveló contra el programa y ha manifestado su desconfianza, denunciando un intento anticipado de privatización de la educación pública, así como señalar que “la imposición de un modelo educativo a distancia desde la televisión no beneficia a la niñez del país, dado que surge como una estrategia aventurada de la SEP” que, acusan, no representa un acceso a contenidos educativos de calidad porque carecen de la retroalimentación y reflexión de una pedagogía crítica.

En esta ocasión, la experiencia frente a los grupos y el conocimiento del estudiantado nacional de los maestros permite visibilizar que hay cerca de tres millones de personas en edad escolar que tienen alguna dificultad visual, auditiva o cognitiva que hacen necesaria la intervención educativa especializada para garantizar un proceso óptimo de enseñanza-aprendizaje que, sin ellos, se verá sinceramente frustrado, limitado o inhibido. Aunado a ello, el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) señala que hay más de 16 millones de hogares que no cuentan con conexión a internet, lo que muestra la brecha digital al respecto de plantear un modelo preponderantemente televisivo y con algún elemento de interacción virtual entre el alumno y docente.

Aunque a primera vista la educación en línea o virtual sería una gran oportunidad, la realidad es que presenta numerosos retos tanto para el estudiantado, del nivel que sea, como para el cuerpo docente, también desde el nivel básico hasta el superior y posgrado, puesto que requiere un gran trabajo previo de diseño instruccional de contenidos que atiendan a fines pedagógicos y didácticos claros. La SEP señala que 55% de los alumnos y maestros, en general, carecen de capacidades en el uso y manejo de las plataformas tecnológicas. Desde el punto de vista del estudiante las circunstancias no le favorecen. La dinámica de atender las indicaciones e instrucciones de un profesor distinto al que tenía programado, la falta de preparación previa para aprender de forma virtual, la carencia de interacción directa con un docente ajeno a su célula familiar y la probable limitación de estar obligado compartir un mismo televisor para miembros de la familia de diferentes edades y niveles educativos dificultarán el proceso de aprendizaje.

En ese sentido, los estudiantes del nivel superior también han evidenciado que, pese a haber nacido en el auge del crecimiento exponencial de las tecnologías de la información y comunicación, no han desarrollado las competencias adecuadas para hacer de los entornos virtuales un espacio de aprendizaje efectivo, sino que predominan la falta de disciplina en la administración del tiempo en la internet, de capacidad autodidacta, competencias dirigidas a la investigación, discriminación y sistematización de la información, entre otros aspectos. Por otro lado, los profesores y docentes tampoco han podido adaptarse al entorno digital para ofrecer los servicios educativos. La Dra. Ana María Berruecos Vila, investigadora de la Universidad Iberoamericana señaló para “La Jornada” que “dar una clase magistral por videoconferencia no es educación en línea, eso sólo es utilizar una herramienta digital para seguir con metodologías presenciales en un entorno virtual”. En cuanto al nivel básico no hay muchas opciones, han sido excluidos del proceso de enseñanza y están obligados a esperar el momento en que puedan volver a las aulas.

La complejidad de la educación virtual o en línea se refleja en los indicadores de calidad que se exigen solamente para el diseño de las clases, en las que tienen que participar múltiples disciplinas que permitan construir una clase que contemple contenidos educativos con calidad didáctica y un software exitoso en la gestión digital de la interacción alumno-docente. Es decir, participan (idealmente) pedagogos, psicólogos educativos, especialistas en software, diseñadores digitales y gráficos, entre otros. El cumplimiento de tales objetivos es, de hecho, un antiguo reclamo de los sectores sociales de ingresos medios y altos hacia las escuelas públicas, puesto que no se logra garantizar la calidad de la educación por falta de diseño pedagógico exitoso, por el exceso de estudiantes en una sola aula, el poco énfasis en un segundo idioma, entre otros aspectos que tienen como consecuencia la consolidación de las escuelas privadas en el país. Pero la crisis económica y la pandemia también les han cobrado la factura.

La Asociación Nacional para el Fomento Educativo (ANFE) y la Asociación Nacional de Escuelas Particulares en la República Mexicana (ANEP), a través de su presidente Alfredo Villar Jiménez, anticiparon que la afectación alcanzarían hasta el 40% de las escuelas privadas en el país, lo que significaría la desaparición de 18 mil 657 colegios particulares, pues la crisis económica ha imposibilitado a los padres de familia pagar las colegiaturas correspondientes, más aún cuando los niños no pueden presentarse a clases desde el mes de marzo. Acumulados cuatro meses sin recibir estudiantes en las aulas particulares, diversos padres de familia han exigido la devolución de colegiaturas y pagos por un servicio que no se ha prestado para los niños, niñas y adolescentes.

“Los padres no están en condiciones de pagar y es donde vemos la mayor afectación, pues en preparatoria y universidad y se venía presentado desde años pasados una deserción, que creemos será mayor por el cierre de oportunidades laborales”, señaló Villar Jiménez. Finalmente, se estima la migración de 1.8 a 2.1 millones de alumnos que transiten de las escuelas particulares a las aulas públicas. Lo anterior también pone en situación de vulnerabilidad a cientos de maestros y docentes que perderán invariablemente su trabajo, y que no tendrán la posibilidad de reincorporarse a la actividad laboral en el futuro inmediato. Pese a ello, el gobierno federal no ha respondido a los llamados de auxilio de las escuelas privadas. Así, solo los colegios de mayor posicionamiento social (de las clases medias altas y altas) sobrevivirán.

Al final el coronavirus vino a forzar el tránsito de la educación presencial a la virtual de forma improvisada y con enormes huecos que, lejos de contribuir a la causa última de la educación, ensanchan las brechas de desigualdad social, ahora desde el punto de vista tecnológico y digital. Si los resultados ya eran malos, pues en el informe PISA de la OCDE del 2018 revelaba que, de casi un millón y medio de estudiantes, solo 1% mostró habilidades avanzadas en lectura, matemáticas y ciencias, con la desigualdad de condiciones sociales y el cambio forzado de modelo educativo, la consecuencia previsible es un déficit educativo nacional para las generaciones de niñas, niños, adolescentes y jóvenes de todos los niveles educativos y una amplia deserción escolar. Los esfuerzos del gobierno federal para televisar las clases solo buscarán paliar esa debacle generalizada en el mundo a causa del covid-19 y la crisis económica.

Mientras tanto, lo que sí crecerá son las ganancias de las televisoras, pues tras la firma del convenio entre el gobierno federal y las televisoras, las acciones de Grupo Televisa y Tv Azteca subían considerablemente en la Bolsa Mexicana de Valores, creciendo 11.4% y 10.59% respectivamente, según lo confirmó la agencia Reuters. “A partir de los gastos derivados del Acuerdo por la Educación, se calculó el costo unitario de 15 pesos (IVA incluido) por cada alumno regular inscrito en el ciclo escolar 2020-2021, quienes serán beneficiarios de los contenidos del programa académico que se implementará por televisión del 24 de agosto al 18 de diciembre de 2020, lo que representa 12 centavos al día por alumno”, según dio a conocer la propia SEP en un comunicado, por lo que se generará un gasto total aproximado en 450 millones de pesos invertidos por el gobierno federal, pues son más de 30 millones de estudiantes que usarían el servicio de clases televisadas.

 

*Representante del CEA de la Asociación Mexicana de Ciencias Políticas (AMECIP) en Morelos. Secretario de Asuntos Políticos en el Colegio Nacional de Ciencias Políticas y Administración Pública Sección Morelos. Consejero Universitario de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UAEM. Representante de Morelos en el Congreso Nacional Universitario (CONAUN)