Redacción SL
Cuernavaca, Mor., 14 de diciembre.- Hace ocho años Delfino y Francisco, padre e hijo, salieron a trabajar a Guerrero, pero no regresaron. Días después sus familiares recibieron una llamada telefónica en la cual les informaron que estaban secuestrados y debían pagar un rescate para dejarlos en libertad.
La familia buscó ayuda con los entonces patrones de Delfino y Francisco, y pagaron el rescate, sin embargo, los secuestradores no cumplieron su palabra. Desde ese día, Guadalupe Morales Delgado, hija de Delfino, emprendió su lucha para encontrar a su papá y a su hermano.
En 2015, dijo, encontraron los restos de su progenitor en una fosa irregular en Guerrero, en 2018 citaron a los familiares para la identificación del cuerpo y el 30 de enero de este año les entregaron sus restos.
“Mi papá y mi hermano eran buenas personas, no tenían que pasarles esto, ellos no lo merecían. Quiero pensar que mi hermano está vivo, pero hay indicios de que lo encontraron sin vida. Sin embargo, por la pandemia los peritos trabajan poco y no hemos podido reconocerlo”, recordó.
Por ese motivo, Guadalupe junto con otros familiares acuden cada semana a la Ofrenda de las Víctimas para recordar a las autoridades que los 204 cuerpos exhumados de las fosas de Jojutla y Tetelcingo, hace tres años, no han sido identificados. Además, a nivel nacional hay 38 mil personas amontonadas en los Servicios Médicos Forenses (Semefos) o tiradas en fosas comunes, sin identificar. En Morelos hay cerca de 700 cuerpos en calidad de desconocidos.
Los familiares de desaparecidos colocaron un árbol de Navidad y un buzón junto al memorial de las víctimas para que cualquier persona pueda aportar información de manera anónima de personas que no han sido localizados.
“Para nosotros sería nuestro mejor regalo porque son fechas complicadas, tenemos un vacío en los hogares, ninguna Navidad es igual desde el día en que nos arrebataron a nuestros hijos”, dijo la vocera del colectivo “Regresando a Casa Morelos”, Angélica Rodríguez Monroy.