Por Leticia Villaseñor
Jantetelco, Mor., 15 de junio.- Desde la noche del jueves la tensión envuelve al poblado de Amayuca, situado al oriente del estado, porque sus habitantes buscan a los homicidas del conductor de un mototaxi, identificado como Julio César, con la consigna localizarlos y llevarlos a la plaza pública para lincharlos.
El secretario de gobierno Matías Quiroz dijo que durante el episodio más candente de la protesta social, un elemento policiaco fue retenido por la población y sometido a golpes que le causaron heridas leves. Su liberación se logró tras varios minutos de diálogo con la gente, dijo Quiroz Medina.
El cuerpo de la víctima fue localizado la noche del jueves y este medio día lo entregaron a sus familiares.
Alrededor de las 14:00 horas el féretro de madera oscura fue expuesto en la explanada principal del poblado.
La tragedia de Amayuca inició el jueves, casi a las 14:00 horas, cuando el teléfono móvil de Paola repicó con el número de Julio César en la pantalla. “Amor, te quiero”, dijo Julio a su cónyuge.
Luego supieron que Julio César, de 42 años, había sido privado de su libertad y posteriormente asesinado por al menos dos sujetos quienes robaron el mototaxi en el que trabajaba desde hace dos meses en la comunidad de Amayuca. Antes de ese oficio Julio trabajó en la empresa SainGobain pero fue despedido por lo que demandó por supuesto cese injustificado.
Paola narró que era común que ella y Julio César estuvieran en constante comunicación a lo largo del día por lo que no le extrañó recibir una llamada de éste a la hora de la comida. Era casi las 2 de la tarde.
“Amor, estoy en las tortillas”, le dijo Julio César, frase que extrañó a Paola, así como el tono de voz de su pareja. “Amor, te quiero”, le dijo, por lo que detectó que sucedía algo anormal.
“Dime qué te está pasando, tú no eres así”, preguntó Paola pero ya no obtuvo respuesta. Ella supone que Julio trató de darle pistas por dónde lo llevaron sus captores y por eso tras la llamada contactó a sus cuñados.
Samuel, uno de los hermanos de la víctima, explicó que se encontraba en Cuernavaca, a unos 66 kilómetros de distancia, cuando recibió la alerta de su cuñada, quien marcó en repetidas ocasiones el número celular de su pareja sin éxito.
“Desde Cuernavaca coordiné a la gente, le pedí a uno de sus compañeros de mototaxis que hicieran cuadrillas de búsqueda, en minutos se organizaron”, relató Samuel.
Uno de esos integrantes, quien pidió el anonimato, dijo que avisó a elementos policiacos sobre la desaparición de Julio y al mismo tiempo y buscaron al edil Juan Felipe Domínguez Robles, pero la respuesta fue nula.
A decir de Samuel los policías le sugirieron tocar las campanas de la iglesia local para reunir a la gente y buscar a Julio César, porque ellos, los policías no iban a hacerlo.
Paola integró una de esas cuadrillas de búsqueda “por las tortillas”, como le refirió su pareja y al circular por la calle Camino Real a Amayuca escucharon disparos de arma de fuego. Uno de los mototaxistas se quedó con ella en un punto mientras los demás buscaron en la zona.
“Nada más vi cómo uno de ellos se agachó y de inmediato supe que ya lo habían encontrado, no me dejaron pasar, sólo vi un charco de sangre, alguien le disparó en la cabeza”, relató.
El toque de las campanas alertó a la gente que se reunió frente a la ayudantía municipal donde permaneció cerca de la medianoche. Varias cuadrillas siguieron la búsqueda de los presuntos homicidas sin éxito, pero advirtieron en caso de localizarlos harían justicia por su propia mano. Ninguna autoridad los atendió, denunciaron.
“Nos mandaron unas 30 patrullas de granaderos para desalojarnos y arremeter contra nosotros pero para prevenir robos, secuestros, extorsiones, asesinatos, ahí no mandan a nadie, mucho menos para dar la cara y responder por estos crímenes”, expuso Samuel.
En la explanada principal, frente al ataúd de Julio César, un mariachi entonó varias canciones “acompañado” por el ruido de los motores de los mototaxis y de las bocinas, a manera de despedida.
Samuel reiteró la exigencia de justicia y acusó que desde el pasado lunes “no hay autoridad en Jantetelco. Es el segundo asesinato en menos de tres días. El primero fue mi primo Lázaro Bonilla del que hasta ahora nadie ha dado cuenta”, recriminó. Sobre este crimen no hay reporte alguno de la Fiscalía Regional Oriente.
Irene, la madre de Julio y Samuel, se unió al reclamo. “Exijo justicia para mi hijo”, dijo. No pudo expresar más.