Por Moisés Sánchez

Jojutla, Mor., 3 de octubre. – Han pasado dos semanas desde el sismo del pasado 19 de septiembre. El panorama en el Centro de Jojutla es similar al del primer día: escombros por todos lados, polvo que raspa la garganta, gente con incertidumbre y casas por caerse; la población trata de regresar a la normalidad, pero les es complicado, muchas calles siguen cerradas y las labores de demolición y limpieza apenas comenzaron hoy.

A donde se voltee en la calle Ricardo Sánchez se ven pedazos de concreto y viviendas sin techos y paredes. Situada a un lado de la mitad de la calle, sentada y con las memorias en los ojos Angélica Cruz cuida las cruces y velas que recuerdan el lugar donde murieron a causa del temblor su hermana y su pequeño hijo de dos años.

El temblor se originó en Axochiapan, a 70 kilómetros de Jojutla cuyos habitantes fueron los más afectados, tumbó casas y dejó a cientos de damnificados, entre ellos Angélica, cuya casa, herencia de sus bisabuelos, se cayó a las 13:14 horas.

“Nada más escuchamos como un fuerte estruendo, después se movió todo. Salimos corriendo, pero ya nada más alcanzamos llegar a la puerta. Se nos vino la casa encima a mis hijos, a mi hermana y a mí”, contó Angélica.

Durante minutos eternos (15 según le aseguraron después) Angélica estuvo sepultada, afortunadamente su madre salió momentos antes y con ayuda de los vecinos la salvaron a ella y a su hija de 12 años, sin embargo, su hermana Marta y su hijo Daniel Mateo no salieron con vida.

“Fue un episodio que no se lo deseo a nadie: la respiración era difícil, yo escuchaba a mi hermana, a mi niño, mi hija me gritaba que la ayudara, que la sacara de ahí, que no podía respirar… yo escuché los últimos alientos de mi hermana y mi bebecito”, recordó.

Su memoria ha olvidado cuándo la rescataron, pero no el momento en que vio los cuerpos de sus seres queridos, no fue necesario que se lo confirmaran, ella sabía que ya habían fallecido, “mi bebé iba a cumplir años el próximo viernes”, dijo con los ojos llenos de lágrimas.

Ahora, se mantiene en pie por su hija, “yo sé que tengo que estar en pie para ella, aunque tengo un dolor muy grande dentro de mí, mucha impotencia, muchas cosas que pasan por mi cabeza, no sé cómo explicarlo”, declaró con aplomo.

Desde hace 15 días Angélica se presenta en lo que un día fue su casa, para cuidar el memorial de sus familiares, así como para proteger las pocas cosas que no se pudo llevar a casa de su hermana, donde duerme desde el siniestro, “estamos todo el día, sólo nos retiramos a dormir”, comentó.

La ayuda le llegará, las autoridades se la han prometido, pero lo complicado, sostuvo, es la asimilación de las pérdidas humanas que tuvieron, “de lo material, como quiera, poco a poco nos recuperaremos”, apuntó.

A unas cuadras delante de su casa, las maquinas ya demuelen unas viviendas, la gente mira atónita la imagen, sólo hablan de los estragos que trajo consigo el sino ¿y cómo no hacerlo?, a donde miren hay escombros.

– La tierra no es tan dura como pensábamos, ni modo, ahora sí nos tocó…, le expresó un señor a una desconocida.

– Y feo, le contestó

En Jojutla, municipio ubicado a casi dos horas de la Ciudad de México, murieron 17 personas hay estragos en las 19 colonias de la ciudad y gran parte del centro será demolido porque unas 300 edificaciones se vinieron abajo y 2 mil viviendas tienen daños serios en su estructura.