Eclipse de 1991 fue mejor que este, dicen observadores.

Por Justino Miranda

Leticia Anaya llegó temprano al zócalo de Cuernavaca para observar el eclipse. Viste ropa de trabajo, es comerciante en el centro de la ciudad. En su mandil lleva su teléfono móvil con el que intenta una y otra vez captar el avance de la luna entre el sol y la tierra.

“No lo alcanzo a ver muy bien, pero por lo poco que lo veo es espectacular. Creo que ya no volveré a disfrutar estas maravillas, creaciones de Dios, porque son de Dios, no son del humano ni de las ciencias”, dice Leticia de 56 años de edad.

Se ve hermoso, dice cuando intenta captar el reflejo del eclipse en su teléfono. Más tarde le prestan una gafas especiales y el asombro se dibuja en su rostro.

“Lo poquito que veo es muy hermoso pero sentí mas emoción con el eclipse de 1991 que con este, tal vez por el estado de ánimo, salud y económico en el que me encontraba. Al menos yo siento eso de mi parte”, comenta.

Dice que el eclipse solar del 11 de julio de 1991, cuya duración récord en su punto máximo fue de 7 minutos y 2 segundos, fue mejor. Su mente se traslada hacia ese momento y evoca a su familia, sus seres queridos que partieron, los momentos felices y desagradables.

“El eclipse fue mejor, y yo también. Hay recuerdos de todo. Mi familia, hay seres que ya no están conmigo y en estos momentos siento que es cuando mas se extraña la familia que partió”, subraya.

¿El eclipse le remueve sentimientos?

Sí, no se a qué se deba pero eso es lo que siento, dice Leticia Anaya.

Mientras tanto en el Centro Cultural Teopanzolco, se reunieron alrededor de dos mil personas para ver el fenómeno natural, dijo su director Hugo Juárez Ríos.

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