Por Oswald Alonso
Julio Espín es un político que se hizo en las malas prácticas del PRI, en ese PRI que desapareció adversarios peligrosos políticamente sobre todo de izquierda, incluidos los desaparecidos y asesinados del PRD.
No solo eso, fue beneficiario de esa y otras deleznables prácticas del tricolor que se niega a cambiar. Las ha hecho tan suyas que las lleva a donde vaya. Ha sido dos veces edil de Puente de Ixtla y dos veces diputado local, al lugar donde va deja su huella: la corrupción.
Un ejemplo, como edil, según las revisiones que hizo el órgano de control de los recursos, Julio Espín hizo mal uso de ellos que incluso, al dar parte a las autoridades jurisdiccionales, se giró una orden de aprehensión. La libró porque estamos en el Morelos donde todo se puede tapar sólo basta con tener al padrino adecuado para pedir el favor para continuar con tu carrera política en acenso.
Nos cuentan que aprendió muy bien el ejercicio de la mala política que incluso el expediente negro de su pasar por primera vez en el ayuntamiento fue extraviado, así desapareció todo acto de corrupción, entonces aplicó el dicho: volvemos a empezar. Así llegó a diputado, después, otra vez presidente municipal. Ahora es diputado que se lo pelean los partidos políticos hasta el PRD.
Otro pedazo de su mal historial. Una investigación incluida en un informe del Centro de Investigación en Seguridad Nacional (CISEN), al que obtuvimos acceso, ubica a Julio Espín como uno de los ediles que negoció la entrega de un porcentaje del presupuesto al narcotráfico. Trató con líderes de células delictivas para por tres años tener a su municipio en relativa calma, aunque al final entregó el municipio al líder de “Los Rojos” Santiago Mazari Miranda, quien es el dueño y amo de la región sur del estado. Puente de Ixtla es solo uno. Es un pueblo fantasma, todos pagan renta al narco. Los que no, están muertos o se han ido del pueblo. Incluso, Julio Espín, siendo edil, no despachaba en el ayuntamiento sino instaló una oficina en Cuernavaca, donde también vive.
Este hombre sabedor de las malas prácticas nació en el PRI, pero como muchos sintió que se acababa su larga carrera de beneficios al no tener cabida en las candidaturas así que decidió migrar a quien le garantizara la candidatura, así llegó al partido turquesa, sí, el de la maestra Elba Esther Gordillo, acusa por el delito de lavado de dinero.
Este partido le garantizó una candidatura como diputado local, ganó en el pasado proceso electoral y ahora despacha en el Poder Legislativo, pero no es todo, es vicepresidente de la Mesa Directiva. Ocupa un papel importante, tan importante debe ser que ahora se lo pelean los partidos.
Mañana dará una conferencia de prensa donde anunciará que renuncia al turquesa para integrarse al PRD. Sí, al PRD.
La historia es muy rara con olor a nada bueno. Ha trascendido que la cúpula perredista es quien lo lleva a su partido con dos promesas: darle la candidatura a diputado federal en el próximo proceso electoral de 2018, y entregarle sin más, la coordinación del PRD y en consecuencia hacerlo presidente el Congreso local.
Si esto se confirma, la única víctima política es Hortencia Figueroa Peralta, actual líder de los legisladores del PRD y presidenta de la Junta Política y de Gobierno. En el pasado proceso electoral, ella era la candidata a diputada federal pero se la quitaron para entregarla a Tania Valentina, dirigente del PT. Fue la peor de las decisiones, Tania perdió de manera humillante. Mientras, Hortencia buscó la diputación local, la cual consiguió al grado de ser la coordinadora de los diputados del PRD.
Julio al PRD es otra de esas tretas de este político que ya gustó de brincar cual chapulín que busca su sobrevivencia en esta fauna política.