Por Marco Lara

Washington, DC.― En comparación con otros infaltables espacios museográficos de esta ciudad, por ejemplo la National Galery of Art, elNewseum de la avenida Pennsylvania no posee un acervo integral y exhaustivo, ni una perspectiva de vocación global acerca de su tema por excelencia: la libertad de expresión, el desarrollo de la prensa y el protagonismo de los medios y los periodistas ―una historia de poco más de dos siglos que abarca antecedentes, surgimiento y devenir de la industria de las noticias, con la Primera Enmienda como eje articulador.
Además, suele ser frívolo: ahora mismo dedica su gran exposición temporal a la comediaAnchorman: The Legend of Ron Burgundy [2004], conformada por el correspondiente acervo propiedad de la Paramount Pictures. Y el segmento sobre los nuevos medios y la irrupción del espacio público virtual como infinito espacio de interacción humana es más bien superficial.

Pero es un museo interesante por su riqueza iconográfica y, sobre todo, por su obsesión autorreferencial: al recorrer las salas a través de su mole construida en seis hectáreas uno puede sentirse de algún modo en esa cápsula mental, como de realidad autista, en la que las sociedades hegemónicas se meten a toda prisa al sentir amenazados su predominio y confort por un peligro de proporciones y origen inciertos.

En este aspecto en particular, se enfoca en el camino que ha recorrido la prensa ―en sus varios estadios culturales y tecnológicos― desde la fundación y las guerras colonizadoras que permitieron a este país conformar un vasto, rico y diverso territorio, hasta los atentados del 11 de septiembre de 2001, pasando por las guerra de Independencia, Secesión y con España, la primera y segunda guerras mundiales, la Guerra Fría y su desenlace súbito, y las sucesivas invasiones a Corea y Vietnam, aparte de otras que sobrevendrían en el nuevo milenio.

Esta vez recorrí el Newseum pocas semanas antes del Día Mundial de la Libertad de Prensa, de Naciones Unidas [mayo 3, 2014], centrándome en la versión que presenta sobre la libertad de expresión en el mundo.

Es interesante el mapa que cubre todo un muro del tercer piso, donde los países con mayor libertad de expresión real aparecen en verde; aquellos en los que esta se halla en riesgo, coloreados en amarillo, y en los que no puede ejercerse tan importante derecho humano, en rojo.

Es verdad que en países como China y Rusia, o México, Venezuela y Ecuador, por ejemplo, la libertad de expresión es de precaria a nula. Pero también que Estados Unidos no debería aparecer en verde.

¿Cómo se justifica la persecución contra Julian Assange y Edward Snowden por haber propiciado la publicación de información oficial de interés público?

Puede aducirse que tal persecución se debe a la disposición de información «clasificada» por razones de «seguridad del Estado» y no propiamente a restricciones a la libre expresión.

Pero esta última no podemos ejercerla con plenitud los ciudadanos si no tenemos acceso a información pública de calidad, y lo que hicieron Assange y Snowden fue precisamente proveernos ―cierto, «por sus pistolas»― dicha información, de modo que todos pudiéramos conocer las andadas globales del espionaje estadounidense y tomar decisiones al respecto o al menos opinar.

En la víspera del 3 de Mayo Freedom House hizo circular su informe sobre libertad de prensa y en él reproduce un mapa exactamente con la misma lógica del que ofrece el Newseum, aunque con una variación cromática.

Esos mapas deben cambiar: en Estados Unidos las libertades de información sufren una grave amenaza, lo cual no puede ocultarse o eludirse con golpes de propaganda estilo Guerra Fría. Esos tiempos ingenuos, afortunadamente, se fueron.

 

@Edad_Mediatica