JUSTINO MIRANDA

APIZACO, Tlax.- “La magia del toro acaba de morir”, resumió el edil Jorge Luis Vázquez Rodríguez, para referir el fallecimiento del matador de toros Rodolfo Rodríguez González, El Pana, cuyos restos son esperados alrededor de las 22:00 horas en este municipio para ser velados en el auditorio “Emilio Sánchez Piedras”.

Tlaxcala, México, la afición taurina esta de luto porque se fue uno de los toreros únicos, cuya característica fue vivir a plenitud la vida, dijo el alcalde quien recuerda el consejo que el Pana les daba a los jóvenes: “Chamacos no desesperes, todo para adelante porque cuando los perro gritan es que vas bien”, decía el matador de toros en emulación al lema del dramaturgo Miguel de Cervantes Saavedra.

Aquí en Apizaco la mayoría conoce la historia del “Pana”, nacido el 2 de febrero de 1952, cuyo apodo le vino de uno de sus primeros oficios; también se cuenta que fue sepulturero, vendedor de gelatinas, entre otros oficios.

“Yo lo conocí durante 50 años y puedo decir que El Pana fue un hombre de mucho esfuerzo, autodidacta porque apenas estudió la primaria y tal vez un poco de secundaria pero con eso tuvo para aprender a hablar inglés, portugués y francés», cuenta Hugo García Méndez González, ganadero de toros de lidia.

Rodolfo fue hijo de un policía judicial que fue asesinado cuando él tenía apenas tres años de edad; luego su mamá se casó nuevamente y tuvo siete hijos.

Virtud a su relevancia como matador de toros el Cabildo municipal dispuso que la Plaza Monumental llevara su nombre a partir del 25 de noviembre de 2010.

El empresario Hugo García Méndez acumula varias anécdotas del Pana. Cuenta que siendo presidente municipal en el año 1975, Rodolfo trabajaba en la panadería “La Hortensia” y una mañana llegó la esposa del dueño a pedir el apoyo de las autoridades porque el Pana instó a sus compañeros a suspender labores y a sacar al propietario del negocio, un hombre de 80 años de edad, aproximadamente.

Don Hugo García, el edil en ese tiempo, llamó al Pana y le pidió suspender su protesta pero además respetar al dueño de la panadería. “Es un explotador de los trabajadores”, respondió el Pana y se negó a atender la petición de la autoridad.

“Además usted no me diga nada porque le llamo a mi líder para que me defienda”, dijo el Pana al tiempo de sacar una credencial con su fotografía y los logos del Partido Comunista.

Años después cuando el matador organizó una fiesta para festejar sus triunfos taurinos invitó al empresario y cuando llegó a su mesa para saludarlo le pregunto sobre su afiliación al Partido Comunista. “Patrón eso fue cuando era pobre”, dijo el Pana y echó a reir.

Don Hugo García Méndez también conoció al Pana en su etapa de crisis de alcoholismo. Eran tiempos en los que el matador se quedaba dormido en las calles y en varias ocasiones lo llevaron a los anexos, donde lo maltrataban demasiado, según contó a su amigo.

Pero desde hace ocho años ya no probaba alcohol, lo único que pedía era un café frape con bastante espuma. El Pana le dijo a su amigo que en un anexo de Cuernavaca, Morelos, finalmente lo convencieron de dejar la bebida, pero nunca abandonó la pasión por la tauromaquia, lo que finalmente lo llevó a la muerte.

Al Pana le sobrevive una hija en Chicago, Estados Unidos, producto de un matrimonio con una mujer de aquel país, quien lo visitó en los últimos días de su hospitaliación en Guadalajara, Jalisco.