Por Antonella Ladino

Cuernavaca, Mor., 4 de octubre.- Desde lejos vigila a su nieta de siete años porque sus rodillas la traicionan de vez en cuando, y dice que por su edad no puede caminar grandes trayectos ni permanecer de pie largas horas.

Estela tiene 66 años y su rostro dibuja cansancio y tristeza cuando habla de las afectaciones que tuvo su vivienda, herencia de sus padres, con el sismo que sacudió a Morelos el 19 de septiembre.

Estela Sotelo Granados, tenía su domicilio en Ampliación Alta Vista cerca del cerro la Peña el cual se derrumbó con el temblor; vivía con su esposo Ladislao Martínez Álvarez y su nieta Belén de siete años.

Un día después del sismo cuatro familias de esa zona fueron desalojadas por el riesgo que presenta el cerro, y reubicadas en la secundaria 2 de la colonia Alta Vista, donde instalaron un albergue y acondicionaron el auditorio de ese plantel como dormitorio para más de 200 personas.

Dos semanas después del sismo Estela no olvida ese momento y entre sus recuerdos permanecen los gritos de los niños que pedían auxilio y las viviendas que se venían abajo por el peso de las piedras.

Su esposo Ladislao Martínez de 66 años se resiste a dejar su patrimonio que construyó hace más de 40 años, si bien, los daños que registró son menores, las autoridades de Protección Civil determinaron que no es conveniente permanecer ahí porque es una zona de riesgo.

Pero Ladislao se niega y en el albergue solo descansan su esposa y su nieta Belén, acompañadas de unas cien personas más. Duermen casi en filas, porque el espacio es reducido.

Estela extraña la comodidad de su casa pero se hospeda en el albergue por la necesidad, recibió ayuda de sus hijos pero se negó porque considera que será una carga, desconoce cuánto tiempo estará en este albergue, hasta el momento dice, que las autoridades comentaron que podrían ser meses o años.

“Dicen que va para largo, de seis meses a un año, pero a donde nos vamos a ir, de que me voy a mantener no tenemos nada, no tenemos casa, nada, qué vamos a hacer, cuestiona y se responde a sí misma, trabajar sí, pero lo que trabajamos es para podernos mantener y la casa”.

Estela atendía una tienda de abarrotes y los fines de semana vendía quesadillas y tacos dorados pero el temblor también ahuyentó a los clientes porque según le dijeron, esa zona quedará inhabilitada.

Su yerno le ayudó a conseguir un terreno para construir un casa y encontró un espacio en la colonia Ruiz Cortines, al norte de la capital, pero son caros dice afligida.

Estela cumplirá 67 años el próximo 11 de diciembre dice que no espera una gran fiesta solo una reunión familiar con sus ocho hijos, 32 nietos y 12 bisnietos.

El encargado del albergue, Omar Ayala Ayala informó que hasta este día 284 personas reciben alimentos todos los días, la mayoría tenían sus viviendas en la colonia Ampliación Alta Vista entre los andadores Carlos Cuaglia y Antonio Barona.