Para los que creen que la sentencia contra la revista PROCESO es una venganza, esto no es de ayer, lean la historia de Sanjuana Martinez contada por ella:

Hace nueve años fui censurada por la Revista Proceso donde trabajé 20 años y despedida por mi trabajo sobre el caso de pederastia clerical que involucraba al cardenal Norberto Rivera. Ahora la Junta de Conciliación y Arbitraje ha condenado a la revista a pagarme por despido injustificado. El director censor Rafael Rodríguez Castañeda que aparece en esta foto con Carmen Aristegui con quien presentó la semana pasada un libro, nada menos que en el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Centro Prodh, ahora critica el despido injustificado de MVS contra Aristegui, pero él hizo y sigue haciendo lo mismo con reporteros de la Revista Proceso. Lo más reprobable es la doble moral de este medio de comunicación. Claro, no es lo mismo ser despedida por Revista Proceso en PDF que por Noticias MVS o Noticieros Televisa

Texto Cristina Renaud del suplemento Todas de Milenio

 Sanjuana Martínez aprendió a “no tener ídolos de barro”. La periodista, nacida en Monterrey, Nuevo León, en 1963, habla con TODAS de su conflicto laboral con la revista Proceso, medio del que fue despedida de manera injustificada tras 18 años de laborar como corresponsal en Madrid, España. “Mi caso tiene fundamentalmente un componente de género”, afirma la ganadora del Premio Nacional de Periodismo 2006, al considerar que hubo actitudes misóginas hacia ella de parte de los directivos del semanario.

En entrevista, Sanjuana también analiza la situación del periodismo en México, de los demonios de la “violencia y la autocensura” que impiden un ejercicio libre y profesional de los trabajadores de los medios, y las dificultades de los periodistas independientes para cumplir su labor informativa y de “cambio social”.

Reportera de denuncia

Sanjuana Martínez tiene 21 años de experiencia periodística. Ha ganado diversos premios a nivel nacional e internacional, entre ellos el de periodismo Ortega y Gasset 2008 que otorga el diario español El País, y que equivale en el mundo de habla hispana al premio Pulitzer que se entrega a la prensa anglosajona. La periodista es también autora del libro Manto púrpura. Pederastia clerical en tiempos del cardenal Norberto Rivera Carrera, en el que documenta de manera rigurosa casos de abusos sexuales de menores perpetrados por sacerdotes mexicanos.

Tras la investigación de estos crímenes, Sanjuana sufrió amenazas de muerte. Las agresiones contra Martínez trascendieron a nivel internacional de tal manera que el Comité para la Protección de los Periodistas, con sede en Nueva York, documentó y denunció los hechos. Asimismo, la organización Reporteros Sin Fronteras incluyó el caso en un informe.

Y es que Sanjuana se metió de lleno a denunciar con base en documentos y fotografías que el cardenal Norberto Rivera conoció los crímenes del cura pederasta Nicolás Aguilar Rivera, prófugo de la justicia y quien habría abusado de 26 niños en California y anteriormente de otros 60 infantes en México. “A pesar de eso (Norberto Rivera) le permitió seguir ejerciendo su ministerio, lo que provocó que (Nicolás Aguilar) abusara de más niños durante 30 años”, explica la periodista en su libro.

Instrumento de solidaridad

“Para mí el periodismo es un vínculo con los demás, un instrumento para ofrecer solidaridad. No creo en el periodismo que sólo se limita a mostrar la realidad; más bien me siento cercana al periodismo intencional defendido por (Ryszard) Kapuscinski: ‘aquel que se fija un objetivo y que intenta provocar algún tipo de cambio’”, explica Sanjuana sin titubeos. Recuerda que cuando era una niña de apenas seis años de edad hacía “entrevistas” utilizando cualquier objeto para simular un micrófono. “El periodismo formó parte de mi vida desde la adolescencia, en las luchas estudiantiles, luego se convirtió en un elemento indispensable en mi formación académica y finalmente en un compromiso social”, detalla.

El cáncer

Sanjuana Martínez es egresada de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Nuevo León, y además realizó estudios de posgrado en la Universidad Complutense de Madrid. Dedicada al periodismo de investigación, a la largo de su prolífica carrera ha abordado tanto en México como en Estados Unidos y Europa, temas como la defensa de los derechos humanos, la violencia de género, el terrorismo y el crimen organizado. Con toda esta experiencia a cuestas, Sanjuana sostiene que los principales obstáculos en México para el libre ejercicio del periodismo son la violencia y la autocensura.

Argumenta: “Paradójicamente, si antes nuestro problema era la censura gubernamental, hoy en día en México el cáncer del periodismo es la autocensura de algunos grupos empresariales que dominan los monopolios mediáticos. Antes eran los periodistas los que dirigían los medios, ahora son simples gestores que han enriquecido a los dueños sin importar el contenido informativo”.

Sanjuana Martínez considera que la información ahora se rige por las leyes del mercado, “no siempre por la verdad”. Cita al escritor sudafricano J. M. Coetzee, quien en su libro Contra la censura establece que “lo malo de imponer censura en las redacciones de los medios de comunicación es que finalmente el periodista termina autorregulándose o domesticándose”, lamenta.

“Muchos compañeros se ven obligados a autocensurarse para no perder el trabajo. Es así como algunos dueños de los medios de comunicación imponen la verdad única, la publicable, y hay una parte de la información que se queda guardada en el cajón o se tira al cesto de la basura, violentando así uno de los derechos fundamentales del ser humano, que es el derecho a recibir una información fidedigna y completa, el derecho a la información. Los mexicanos actualmente padecemos la vulneración de este derecho”.

Son varios los temas que Sanjuana a abordado en sus libros, entre ellos la violencia de género, el terrorismo, la pederastia y los derechos humanos.

Maquiavelos de la prensa

Para Sanjuana, autora de los libros Verdades que no mueren: periodismo combatiendo la censura y Periodismo incómodo —con prólogo de Elena Poniatowska—, los medios de comunicación en México están al servicio de los intereses creados mientras que la población queda excluida del derecho a la información.

“Actualmente padecemos un régimen de sometimiento de la información en algunos medios que tiene a sus propagandistas, es decir, a periodistas convertidos en ‘comisarios políticos’ que se dedican a defender las posturas del Presidente a cambio de muy variados beneficios. Son líderes de opinión o mejor dicho, traficantes de la información que funcionan como escritores del Príncipe; auténticos Maquiavelos organizados en una guardia pretoriana del Emperador y su Ejército”, describe enfática la periodista.

Con ese panorama, Sanjuana advierte que los periodistas independientes tienen prácticamente nulos espacios de libertad para ejercer la profesión. Y la violencia contra los informadores es otra constante que impide el desarrollo de la prensa.

“En este momento, México se ha convertido en el segundo país más peligroso para ejercer el periodismo después de Irak. Las democracias se miden por el respeto que cada gobierno brinde a los periodistas. Aquí han muerto más de 45 periodistas en los últimos ocho años y 10 permanecen desaparecidos. Eso nos convierte en una cuasi democracia”, remarca.

Censura en Proceso

Como parte de su experiencia profesional, Sanjuana trabajó en el Diario de Monterrey y el Canal 2 de Televisa Monterrey. Entre otras de sus múltiples investigaciones se encuentran los fenómenos migratorios de Europa y el norte de África. También recorrió la frontera entre Estados Unidos y México para una serie de reportajes sobre la tragedia cotidiana de los migrantes mexicanos.

En el semanario Proceso trabajó 18 años y reconoce que fue una experiencia fructífera hasta que comenzó a ser bloqueada en su desempeño periodístico. Fueron momentos difíciles.

“Empecé a colaborar con Proceso cuando vivía en Madrid estudiando mi doctorado en periodismo político en la Universidad Complutense. En ese entonces no tenían corresponsal en España y me pagaban por nota publicada. Los primeros meses envié material de cultura, deportes o política y después me ofrecieron la corresponsalía. Durante los primeros años fue una gran enseñanza periodística para mí… Viví el verdadero Proceso, aquel donde imperaba el rigor de la información”, relata.

Sanjuana Martínez subraya que fue despedida de manera injustificada de la revista y sin la indemnización que marca la ley. Explica el porqué: “Siempre fui un elemento incómodo para la nueva dirección (a cargo de Rafael Rodríguez Castañeda). Mi visión periodística era la anterior, la del verdadero Proceso, esa que no aceptaba la censura ni el rumor como materia informativa”.

Narra que la censura, “el monstruo de las mil cabezas”, llegó con sus investigaciones sobre pederastia clerical. “Pasaban los meses y mis reportajes se quedaban guardados, hasta que a los seis meses, cuando mis entrevistados exigían una explicación, Salvador Corro (subdirector de Información) me dijo que el material no se iba a publicar. No expresó ninguna razón de carácter periodístico, simplemente me dijo que no sería publicado porque parecía ‘una campaña contra la Iglesia’”, detalla.

El despido

El despido de Sanjuana no pudo ser más irrespetuoso e indigno, como ella misma describe: “El director, aprovechando mi traslado desde Estados Unidos a México me despidió, a pesar de que dicho traslado había sido autorizado personalmente por (Julio) Scherer [presidente del Consejo de Administración de CISA, empresa editora de Proceso], (Vicente) Leñero [vicepresidente] y (Enrique) Maza [tesorero]”.

Prosigue: “Ellos prefirieron callar y permitir el abuso. Cuando le hablé a Julio (Scherer) para decirle si iba a darme mi indemnización, su respuesta, después de expresarme su respeto y admiración a mi trabajo, fue: ‘No Sanjuana, ¿cómo crees? Yo de dinero no voy a hablar contigo. Yo soy un caballero’. Esa fue su respuesta. Juzguen ustedes mismos”.

La también ganadora del Premio Ronda de Periodismo de Investigación 2008, y del Premio Rodolfo Walsh de la Semana Negra de Gijón 2008, por mejor obra de no ficción con su libro Prueba de fe: la red de cardenales y obispos en la pederastia clerical, lamenta mucho haber sido despedida de una revista “que se jacta de luchar por la justicia y en cuyo seno se han cometido diversos abusos laborales no sólo a mí, sino contra otros compañeros. Robar a los trabajadores no es sinónimo de honestidad”.

Sanjuana Martínez aclara que su caso no es una cuestión ideológica, “de izquierda o de derecha, es simple y llanamente una cuestión de elemental justicia. De decencia. Pero una cosa es predicar y otra es dar el ejemplo”, advierte.

Misoginia

Autora de diversos libros, entre ellos La cara oculta del Vaticano y Sí se puede. El movimiento de los hispanos que cambiará a Estados Unidos, la comprometida periodista reconoce que su batalla legal contra el semanario la ha dado en soledad.

“No cualquiera está dispuesto a demandar a la revista Proceso, concretamente a Julio Scherer y Vicente Leñero. Pero yo sentí que tenía que defender mis derechos, que tenía que hacer algo por las periodistas; no sólo por mí, sino por los demás, por las y los que se quedaron allí y por las y los que salieron en igualdad de circunstancias y no pudieron —periodistas o personal de oficina y de talleres— dar la batalla. El nombre de Scherer sigue siendo un poder absoluto en este país, que vive de sus glorias pasadas. De su historia del golpe a Excélsior”.

Fue así que como parte del juicio laboral contra Proceso, Scherer y Leñero fueron citados en marzo pasado por la Junta de Conciliación y Arbitraje en el Distrito Federal. “Fue verdaderamente lamentable”, recuerda quien obtuvo en 2008 un reconocimiento de la Alianza Feminista de Nuevo León “por su destacado papel como periodista de denuncia y defensa de los grupos más vulnerabilizados por la sociedad como los niños, las niñas y las mujeres”.

Sanjuana relata que para su sorpresa, no era la primera vez que los altos mandos de CISA acudían ante la Junta Local acusados de abusos laborales.

Cuenta que Scherer estaba dispuesto a darle sólo el 30 por ciento de la indemnización marcada por la ley: “Mi deseo de terminar con este episodio hizo que aceptara su propuesta con una condición: que me ofreciera una disculpa”.

Contrario a lo que se esperaría de Julio Scherer, el ex director de Excélsior y fundador de Proceso dijo ante varios testigos que de ninguna manera se disculparía, “porque eso sería ser hipócrita”, narra Sanjuana.

Y cuando se le pidió una razón de su negativa, Scherer espetó: “Esta señora le ha llamado misógino al director (Rodríguez Castañeda). Y yo pensaba que misógino quiere decir ‘el que tiene miedo a las mujeres’, pero después fui al diccionario y vi que significa ‘el que odia a las mujeres’”.

Para la reportera, la sorprendente confesión de ignorancia de Julio Scherer confirma “que mi caso tiene fundamentalmente un componente de género. Scherer y Leñero han arreglado las indemnizaciones de hombres que laboraron con ellos, pero en mi caso han sido incapaces. ¿Por qué son caballeros o por qué no quieren entregar el dinero que legalmente me corresponde?”, explica con la indignación brotándole por los poros.

Fortaleza

A pesar de los lamentables hechos en Proceso, Sanjuana Martínez acepta que la experiencia la ha hecho crecer como persona y periodista, al grado de que en los años recientes ha escrito seis libros y recibido varios premios de enorme prestigio.

“A partir de mi salida de Proceso mi trabajo periodístico despegó. Otro elemento más que demuestra el componente de género que existe en esa revista. He dado una batalla que desmitifica la historia del periodismo en México”.

Sanjuana afirma que la vida la ha compensado, y concluye: “Me siento en paz conmigo misma. Reforzada con el amor y el apoyo de mucha gente. Las mujeres que hemos sufrido la vulneración de nuestros derechos nunca debemos olvidar que existen redes de solidaridad que nos hacen más fuertes”.