*Una dirigencia nacional anclada en el autoritarismo y la simulación pretende imponer a un liderazgo espurio en Morelos. Pero el gremio no calla. No esta vez.

Por Justino Miranda
En el gremio de locutores del estado de Morelos reina la decepción, el desánimo y una indignación cada vez más organizada. ¿La causa? Una jugada sucia, con sello del viejo corporativismo priista, que busca imponer una nueva mesa directiva estatal de la Asociación Nacional de Locutores de México (ANLM), encabezada por un personaje que no aceptó su salida del poder y que hoy regresa bajo la sombra de la imposición.

Este jueves, a las 10:00 de la mañana, en la Sala Manuel M. Ponce del Jardín Borda de Cuernavaca, se consumará —si nadie lo impide— una farsa revestida de acto protocolario. La presidenta nacional de la ANLM, Rosalía Buaun Sánchez, tomará protesta a Luis Fernando García Armendáriz como nuevo presidente de la delegación Morelos. El problema es que ya existe una directiva vigente, legítimamente nombrada por la propia Buaun en agosto de 2023, integrada por Antonio Capistrán Pérez como presidente y Leopoldo Cervantes Cervantes como secretario, con periodo establecido hasta 2026.

No se trata de un error administrativo ni de un malentendido. Se trata de un acto deliberado para pisotear la voluntad del gremio morelense y reinstalar a un incondicional en el poder. Un golpe interno que carece de legalidad, legitimidad y sobre todo, de respaldo entre los afiliados.

García Armendáriz no es nuevo en estas maniobras. Durante años supo cultivar una relación de subordinación con Rosalía Buaun, acompañándola en cada visita al estado y sirviéndose de esa cercanía para presentarse como su operador más fiel. Esa alianza, tejida entre halagos y conveniencias, hoy rinde frutos en forma de una imposición descarada.

Para justificar su regreso, García propuso liderar una supuesta “delegación Cuernavaca”, aunque sus invitaciones llevan el membrete de “delegación Morelos”, en abierta confusión —o quizá en calculada ambigüedad. Cuando el secretario actual, Leopoldo Cervantes, manifestó su inconformidad, la presidenta nacional prometió corregir el término. Jamás lo hizo. Todo indica que el plan fue claro desde el principio: sepultar a la directiva vigente y colocar a García como el nuevo rostro de la sumisión institucional.
Los afiliados no están dispuestos a permitirlo. Rechazan el atropello, se organizan y alistan acciones legales y gremiales para frenar esta imposición. Y hacen bien. Porque no se trata sólo de un cargo: se trata de defender la dignidad de una representación que debe construirse con consensos, no con dedazos. Con liderazgo auténtico, no con simulaciones.

La ANLM se precia de ser un organismo que promueve la transparencia y la justicia. Pero hoy actúa en sentido contrario. Atenta contra la inteligencia de quienes han hecho del micrófono su herramienta de trabajo y de conciencia. Pretende silenciar la voz crítica con maniobras propias de otros tiempos. Como si no hubiéramos aprendido nada.

A quienes han sido convocados a este acto espurio, vale la pena recordarles algo: su sola presencia puede convertirse en complicidad. Legitimar una farsa es traicionar al gremio. Porque la verdadera representación no se impone: se gana. Y el verdadero liderazgo no necesita membretes: se sostiene en la legitimidad de su respaldo.

Hoy, el micrófono está encendido. Y Morelos no va a callar.