Por Carlos Tercero
En la oportunidad de una plática reciente con el agudo politólogo y viejo amigo, el doctor Eduardo de la Torre, llamó a mi atención su planteamiento de cómo un fenómeno de individualismo posesivo, pudo haber sido factor determinante en los resultados de las recientes elecciones del país.
La Teoría del Individualismo Posesivo es un concepto desarrollado por el canadiense, filósofo y estudioso de la ciencia política, Crawford Brough Macpherson, en su obra «La Teoría Política del Individualismo Posesivo: de Hobbes a Locke». En ella, expone como la sociedad occidental moderna se basa en una concepción del individuo como propietario de sí mismo y de sus capacidades, lo que lleva a una visión del mundo en la que la propiedad privada y la acumulación de riqueza son los valores supremos, teoría con impacto tanto en la filosofía política como en la economía, ayudando a su vez a comprender las tendencias políticas actuales y la definición de elecciones en países de sistema capitalista, entre ellos México.
El individualismo posesivo se remonta a la Ilustración y al surgimiento del capitalismo moderno. Los filósofos políticos de la época, como Thomas Hobbes y John Locke, defendieron la idea de que los individuos tenían derechos naturales a la vida, la libertad y la propiedad. Sin embargo, Macpherson argumenta que esta concepción del individuo como propietario de sí mismo y de sus capacidades llevó a una visión del mundo en la que la propiedad privada y la acumulación de riqueza se convirtieron en los valores supremos, lo que socialmente dio como resultado el desarrollo de una sociedad desigual en la que unos pocos tienen mucho y muchos tienen muy poco.
De manera conceptual, en la filosofía política esta teoría genera debate sobre la naturaleza de la libertad y la propiedad, contrastando el argumento de que la propiedad privada es esencial para la libertad individual, ya que permite a las personas controlar sus propias vidas y tomar decisiones sobre cómo usar sus recursos, con el hecho de que, la propiedad privada puede limitar la libertad de los individuos, especialmente cuando la disparidad en la acumulación de riqueza lleva a la desigualdad.
Igualmente, esta teoría ha influido en la teoría económica neoclásica, que se basa en la idea de que el conglomerado social actúa racionalmente para maximizar su utilidad, priorizando a la propiedad privada y la acumulación de riqueza como motores del crecimiento económico; visión que, como se contrasta en la filosofía política, ignora las desigualdades e injusticias económicas.
Pero más allá de las esferas filosóficas y económicas de estudio, el individualismo posesivo es igualmente útil para entender las tendencias político-electorales contemporáneas, pues como acertadamente expone De la Torre Jaramillo, bajo este concepto, se percibe de manera distinta el comportamiento electoral, pues sin duda el privilegio del beneficio individual, se estaría anteponiendo a la visión del interés colectivo, del bien común, que pasa a segundo término, toda vez que las pretensiones y beneficios son resueltos en un estrato de posesión individualizada y, en este supuesto, la esencia colectiva de los programas “sociales”, se estaría transformando en “programas individuales”, acompañados del acierto político de haber eliminado los intermediarios, pues hoy prácticamente todos los apoyos oficiales llegan de manera directa a los beneficiarios. Este fenómeno político presenta una dualidad ante la Teoría del Individualismo Posesivo, en el sentido de confrontar, por un lado, la desigualdad y la exclusión social resultado de una visión del mundo en la que unos pocos tienen mucho y muchos tienen muy poco, a consecuencia del actuar de cada individuo propietario de sí mismo, de sus capacidades y su falta de empatía y solidaridad, socavando la cohesión social y la democracia y, por otro lado, haciendo realidad la asignación de un beneficio directo, individual a todos aquellos que menos tienen, que más lo necesitan y que a pesar de su inclusión al estado de bienestar, no están generando conciencia del bien común, ante el apego posesivo de su individualismo.