Por Uzziel Becerra

La visita presidencial de AMLO a Estados Unidos concluyó, regresando a la grisácea realidad entre el semáforo epidemiológico mayoritariamente naranja y rojo, con más de 35 mil muertos a causa del Covid-19, posicionándonos como el cuarto país con más personas fallecidas a nivel global; con registro de miles de pérdidas de empleos formales que, junto a las estimaciones del segundo trimestre del Banxico, avizoran un escenario económico de “severo deterioro”. Pese a lo anterior, el gobierno insiste en afirmar que el escenario es positivo, así como enfatizar su afrenta contra los medios de comunicación, descalificando y acusando manipulación de datos o comparaciones injustas, aludiendo a “otra pandemia del amarillismo”, por la búsqueda de evaluaciones gubernamentales comparadas e independientes.

Mediante un video en redes sociales, Andrés Manuel López Obrador anunció el seguimiento del informe sobre Covid-19 que le entregaron los funcionarios de la Secretaría de Salud, entre los que señaló a Jorge Alcocer, Hugo López-Gatell, Zoé Robledo como director del IMSS, ISSSTE, INSABI, entre otros, tras su visita con su homólogo en Estados Unidos, señalando que “el informe es positivo, es bueno; la conclusión es que la pandemia va a la baja, que está perdiendo intensidad. Se hizo una presentación y de lo 32 estados solo en 9 hay incremento en contagios…ya en 23 estados de la República hay disminución, va a la baja”.

Sin embargo, y pese al optimismo gubernamental, las cifras sanitarias y escenarios económicos hablan con más fuerza sobre el impacto real de las crisis simultáneas. Aunque se afirma que la pandemia va a la baja o que hay control epidemiológico, al día 12 de julio, el país llegó a registrar 35 mil 006 muertes a causa del SARS-CoV-2, junto a 299 mil 750 casos confirmados, de acuerdo con la información emitida por el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Dr. Hugo López-Gatell. De esa manera, México superó a Italia en cuanto al número de fallecimientos, colocándose como el cuarto país con mayores muertes por el coronavirus, tan solo por debajo de Estados Unidos (con 135 mil 155 fallecidos), Brasil (con 72 mil 100) y Reino Unido (44 mil 904 personas fallecidas por covid-19), respectivamente conforme al seguimiento que realiza la Universidad Johns Hopkins, la misma universidad de la que es egresado el Dr. López-Gatell en estudios epidemiológicos de posgrado y que ha confrontado los datos sobre la pandemia que emite el Gobierno Federal mexicano en reiteradas ocasiones.

En el mismo sentido, aunque el Presidente señala que habrá una recuperación económica cercana por el T-MEC y sus macroproyectos, los datos arrojan evidencia de lo contrario. El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) dio a conocer recientemente que, durante el pasado mes de junio, 83 mil 311 empleos formales se perdieron gracias al paro de labores derivado de la pandemia de coronavirus. En lo que va del año, de enero a junio del 2020, se

registran al menos 921 mil 583 trabajos perdidos, de los cuales 73% eran empleos permanentes. No obstante, a raíz de la demanda de servicios por la cuarentena (flexible) o política de sana distancia, el sector agropecuario registró un ligero incremento en puestos de trabajo del 3.5%; servicios sociales y comunales del 2.3% y el sector eléctrico del .1%, aunque dicho incremento no es equivalente a la cantidad de empleos perdidos. La crisis de empleo se impone a las aspiraciones presidenciales de paliar las necesidades de la población económicamente activa con políticas sociales u ocupación por proyectos.

El escenario del Banco de México dado a conocer en la última Minuta número 77, publicada con fecha 25 de junio de 2020, señala que todos los asistentes de la Junta de Gobierno, de este órgano constitucional autónomo encargado de la política monetaria, afirmaron que ven con preocupación la actividad económica de México, por la importante contracción en el primer trimestre del año y, tras la exacerbación de afectaciones derivadas de la pandemia en el mes de abril, indicaron que el segundo trimestre registrará otra caída, más profunda de lo previsto, “ya que en virtud de la duración de la pandemia, la reapertura económica ha sido más gradual de lo anticipado”.

Gracias a la limitada información disponible y la elevada incertidumbre, las oportunidades de registrar estimaciones en los indicadores dificultan el análisis preciso del comportamiento económico global y local. En consecuencia, las perspectivas de crecimiento se han deteriorado tanto que las proyecciones para el 2020 confirmarán a la postre una contracción hasta de 10.5%, como ha apuntado el Fondo Monetario Internacional. La pérdida masiva de empleos formales, aunado al incremento de la inflación general anual (que pasó del 2.15% al 3.15 entre abril y la primera quincena de junio), contribuyen directamente al choque de demanda y de oferta agregada que acarrea la pandemia, indicó la Minuta del Banxico. Por lo anterior, el resultado previsible es que las familias mexicanas serán las más dañadas por la crisis económica; hasta ahora se ha destacado que los problemas subyacentes a la distribución y suministro de alimentos continuará elevando los costos finales sobre la canasta básica, encareciendo los precios para el consumidor.

Pese a los indicadores sanitarios y económicos que evidencian una realidad mucho más grisácea y desalentadora, López Obrador insiste en señalar que “vamos bien”, rechazando la fuerza de los indicadores y tergiversando su interpretación a favor de la narrativa de estabilidad, además de continuar con la afrenta a toda la masas crítica nacional; investigadores, académicos, medios de comunicación y periodistas son descalificados y señalados como alarmistas o amarillistas conservadores que faltan a la verdad y buscan desestabilizar a su gobierno, sin siquiera contrastar, en ejercicio del derecho de réplica, la información vertida en el debate público.

“Como persiste, continua, la otra pandemia del alarmismo, de la prensa conservadora, que es muy amarillista, tenemos que estar informando porque nos comparan con otros países y no es como ellos lo están dando a conocer. Yo quiero dar la tranquilidad, la medida de la

circunstancia, en una circunstancia difíciles, darles la seguridad de que vamos adelante, de que vamos enfrentando bien, de manera profesional, esta pandemia. Han emprendido una campaña en contra del DR. Hugo López-Gatell, que es un profesional, pero lo atacan permanentemente”, señaló en el mismo video López Obrador.

Recalcando la animadversión con los medios de comunicación, se bastó en señalar a la revista Proceso, recordando una portada que aludía al tratamiento de los cadáveres de fallecidos por Covid-19 y al diario Reforma, “… comparándonos con España, Francia, y otros países, sin tomar en cuenta el número de habitantes. Por eso, aunque las comparaciones son odiosas y siempre hay que ofrecer disculpas porque se trata de seres humanos que pierden la vida, que genera mucho dolor, no dejamos de expresar nuestra tristeza y nuestro pésame a los familiares de los que han fallecido, en México y en cualquier parte del mundo. Pero por esa actitud irresponsable de la prensa conservadora, pues, tenemos que estar dando información de cómo vamos con relación a otros países”, indicó.

De esa manera, no solo evidencia su afrenta contra la prensa crítica y exigente con su gobierno, sino también contra la necesidad de comparar a México con otros países. Hasta un análisis somero de este discurso en redes sociales podría dar cuenta de las contradicciones sobre la postura presidencial en cuanto al ejercicio comparativo: primero rechazando la idea de comparar a México y luego comparándose con otros países sin dar cuenta de los parámetros en los que se basan los datos presentados, y sin difundir al público el documento que tiene en sus manos, así como la apelación emocional para rechazar la idea de comparar las cifras, aludiendo a la “actitud irresponsable” de los periódicos que enfatizan la necesidad de comparar las acciones gubernamentales y cifras de confirmados o fallecidos por SARS-CoV-2 de México con otros países, pues “hay que ofrecer disculpas por tratarse de seres humanos”. Lo que se busca en el video es construir la narrativa de que comparar es, en sí misma, una idea maliciosa o negativa, indebida o inmoral, que caracteriza a la “prensa amarillista/conservadora”.

En realidad la comparación tiene un sólido fundamento metodológico, de hecho es el método más aceptado por las ciencias sociales con tendencia al paradigma cuantitativo o mixtos (y con uniformidad en las ciencias exactas), que ha permitido avances respecto de indicadores que posibilitan la interpretación de la realidad a través de criterios de calidad, progreso, avance y desarrollo, en cualquiera de sus variables (político, democrático, económico, social, entre muchos tópicos). Si no hay un compromiso serio con los estudios comparados, no hay posibilidad de medir el “cómo vamos”, o si vamos “avanzando” o bien “retrocediendo”. ¿Cuál sería el parámetro para medir si los más de 35 mil fallecidos por Covid-19 son cifras positivas o negativas?, ¿Cuál es el criterio de comparación? En efecto, la respuesta está en el estudio y análisis comparado de políticas públicas, cifras, datos, porcentajes y medidas gubernamentales de respuesta a la crisis por la pandemia entre nuestro país y el resto del mundo, con la seriedad que exige la investigación científica y no solo el número de habitantes (que también es un criterio a considerar).

La idea de que el Presidente de México señale que se ve forzado a publicar las cifras en México comparando con otros países, muestra el poco compromiso científico (contrario a lo que señalaba Ackerman al decir que “AMLO es el científico que sacará al país de la crisis”) que su gobierno tiene para efectos de que sea la ciudadanía quien valore y confronte los resultados de gobierno, pues “las comparaciones son odiosas”. No es de extrañar que el Presidente también busque desarticular a las células de científicos mexicanos, de las ciencias exactas y sociales, que hacen comparaciones para evaluar el “cómo vamos” de este gobierno, desapareciendo los fideicomisos que permiten su subsistencia o bien golpeando su estructura interna a través del CONACYT, pues toda crítica o evaluación independiente, profesional y científica que evidencie los negativos del gobierno de AMLO será tildada de conservadora, amarillista, alarmista, lejana de la realidad o beneficiosa para los intereses de sus adversarios políticos, como se hace al evidenciar los negativos en materia de seguridad pública, violencia de género, economía, control sanitario, medidas financieras a la crisis de empleos, entre otros aspectos.

De esa forma, el Presidente sigue mostrando la tendencia autocrática de monopolizar la interpretación de la información a favor de su gobierno, amedrentando a la prensa crítica y a la academia comprometida con la evaluación gubernamental independiente y autónoma; rechazando la idea del ejercicio comparativo y la fuerza de las cifras, buscando construir la narrativa de que “vamos bien” y que habrá pronta recuperación económica, pese a que diversos organismos nacionales e internacionales sugieren lo contrario. El gobierno no tiene la obligación moral de señalar que vamos bien si no hay evidencia que lo sustente, o de construir la narrativa de esperanza para la población (salvo que López Obrador se asuma como un líder religioso), sino que está obligado a tratar a los ciudadanos como entes pensantes y responsables de aceptar una realidad variopinta o grisácea que exige responsabilidad mutua entre el gobierno y la ciudadanía para enfrentar la crisis simultánea, por más incómodas que sean las cifras comparadas al respecto.

*Representante del CEA de la Asociación Mexicana de Ciencias Políticas en Morelos. Secretario de Asuntos Políticos en el Colegio Nacional de Ciencias Políticas y Administración Pública Sección Morelos. Consejero Universitario de la Facultad de Derecho y Ciencias sociales de la UAEM. Auxiliar Jurídico en el Corporativo Jurídico Paredes