Por Uzziel Becerra
A través de un escrito emitido el martes 18 de agosto por Secretaría de Salud (SS) del Gobierno Federal, se dio a conocer que se adhirieron diversas unidades administrativas a los titulares de Salud, subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud, Unidad de Administración y Finanzas, Comisión Coordinadora de Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad y de la Unidad de Análisis Económico, todos de la misma SS. Aunque parece una simple medida administrativa interna de la Secretaría de Salud, en los hechos se concentraron facultades y prerrogativas determinantes que dotan de un poder decisorio al interior del Gobierno Federal relevante al Dr Hugo López-Gatell. Lo anterior marca la tendencia de una posición preponderantemente política del subsecretario de Salud, con miras a liderar, en el presente y futuro, al gobierno de la “cuatroté”, pese a las exigencias de la oposición para buscar su dimisión y debilitamiento político.
El escrito y la decisión de acumular unidades administrativas en la subsecretaría de promoción de la salud a cargo del Dr. Hugo López-Gatell encuentra fundamento en los artículos 16 y 39 de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal y 7, fracción XVI del Reglamento Interior de la Secretaría de Salud, los cuales prescriben que, en efecto, las secretarías de Estado pueden adscribir orgánicamente las unidades administrativas en el Reglamento que la rige, por lo que diversas modificaciones publicadas en el Diario Oficial de la Federación y Acuerdos Generales antecedentes permitieron la nueva distribución y concentración de unidades administrativas de la SS en 4 personas.
Al titular de la Secretaría de Salud, es decir a Jorge Alcocer Varela, se le adhirió la Subsecretaría de Integración y Desarrollo del Sector Salud, Comisión Nacional de Arbitraje Médico, Comisión Nacional de Bioética, Oficina del Abogado General; Unidades Generales de Comunicación Social, Relaciones Internacionales, Políticas de Investigación en Salud y el Secretariado Técnico del Consejo Nacional de Salud. Por otra parte, al Dr. Hugo López-Gatell, titular de la Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud, le dieron el control de la Comisión Federal para la Promoción contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), Comisión Nacional contra las Adicciones; los Centros Nacionales de Equidad de Género y Salud Reproductiva, Programas Preventivos y Control de Enfermedades, para la Prevención y Control del VIH/SIDA, para la Salud de la Infancia y Adolescencia, y de la Transfusión Sanguínea; el Servicio de Atención Psiquiátrica; Dirección General de Epidemiología, de Promoción de la Salud, Información en Salud; el Secretariado Técnico del Consejo Nacional de Salud Mental, y el Secretariado Técnico del Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes.
Como puede observar el lector, a López-Gatell le confirieron el control de la mayoría de unidades administrativas (13 oficinas gubernamentales), lo cual le dota de mayor poder decisorio al interior de la SS y del propio Gobierno Federal, puesto que la Cofepris es uno de los principales órganos regulatorios de materia de salud, encargada, entre otras cosas, de evaluar y aprobar la gestión administrativa de vacunas, por lo que la posible vacuna contra el SARS-CoV-2 pasaría por su control. Por lo pronto, ya existen acuerdos para que sea fabricada en Argentina, pero envasada y distribuida en México para toda América Latina. En ese sentido, la acumulación de funciones administrativas, poder decisorio y control de procesos sanitarios tan amplios como los que acaba de recibir el subsecretario, esconden en los hechos la transferencia de responsabilidad pública sobre el fin de la crisis sanitaria y, al mismo tiempo, la construcción de un superhombre que políticamente genera saldos positivos al gobierno de la “cuatroté”, que dirige López Obrador, pese a los señalamientos de la oposición.
En ese sentido, no hay que descartar la posibilidad de que el Dr. López-Gatell sea un posible candidato a la Presidencia de la República, o al menos ser uno de los principales actores políticos involucrados, articulador de una campaña electoral que buscaría llevarse, de nueva cuenta, el triunfo en los comicios con altos porcentajes de votación, mayorías parlamentarias y de los gobiernos estatales y locales. Aunque este escenario es reiteradamente negado por el Subsecretario López-Gatell, la realidad es que la sobreexposición de su persona ante los medios de comunicación, la construcción de su figura pública a través de una narrativa exitosa, la transferencia de responsabilidad pública y política de la gestión (favorable o no) de la pandemia de covid-19 en el país y ahora la concentración de facultades y poder decisorio al interior de la SS, señalan la tendencia de que continuará liderando la SS al interior del gobierno en turno, con miras a integrar, liderar, o bien presidir, el siguiente gobierno.
Recordemos los episodios más significativos del Dr. Hugo López-Gatell. Su primera aparición fue como vocero único del Gobierno Federal para anunciar las medidas de contención, prevención y gestión de la crisis sanitaria por la pandemia de SARS-CoV-2 o Covid-19, por lo que tuvo un papel preponderante en el escenario público que creció hasta ser el segundo hombre más conocido del país, haciéndolo una figura pública con incidencia política, pero que buscaba mantener su posición como un hombre de ciencia, un científico dedicado a gestionar problemas públicos desde la subsecretaría de Salud, especialmente la pandemia.
Posteriormente, López-Gatell tuvo su propio espacio en la prensa, también definido por el Gobierno Federal, al dar el reporte diario del avance del coronavirus a través de mostrar la metodología denominada “Método Centinela” para dar con los indicadores de personas contagiadas, personas recuperadas, casos activos y defunciones por covid-19, entre otros indicadores generados por el conjunto del Sistema Nacional de Salud. Una especie de conferencia mañanera, pero que se da por las tardes, en la que el protagonista no es el presidente López Obrador, sino (su casi homólogo, en términos de la percepción pública) Dr. Hugo López-Gatell, acompañado de su equipo de trabajo.
López-Gatell ya era reconocido como el hombre del momento. El personaje público encargado de la pandemia, apoyado por una narrativa de éxito en el combate del coronavirus, que empezó a dotarle de una amplia aceptación y legitimidad social, a tal grado que comenzaron a comercializar su figura como muñeco de acción, incluso observábamos que los niños de diversas ciudades del país le hacían dibujos cual supermán mexicano. Pero el presidente decidió volver a la escena pública para hablar e involucrarse con la gestión de la crisis sanitaria, la formulación de indicadores y las decisiones de su gobierno, sin perder la oportunidad de reiterar que, en efecto, López-Gatell es un subordinado, asunto que el subsecretario reafirmó para amortiguar la carga que representa la responsabilidad política de las decisiones de salud en tiempos de contingencia. Precisamente esa responsabilidad puso en tensión la correlación de fuerzas políticas que, desde la dinámica del federalismo mexicano, se gesta constantemente entre el gobierno federal y los gobiernos estatales.
En efecto, la pretensión de que los gobernadores fueran meros espectadores fue rechazada por la necesidad de que los estados, sobre todo aquellos que cuentan con gobiernos de partidos opositores a MORENA, caminaran rumbo a la gestión local del coronavirus. Tal es el caso de Jalisco que se deslindó de los lineamientos de la SS federal, determinando una cuarentena obligatoria y el cese total de actividades, así como el tránsito de personas y prescribiendo la obligación del cubrebocas, lo que provocó, lamentablemente, el fallecimiento de una persona a manos de elementos de policía municipal que aparentemente le exigían el uso del cubrebocas.
Pero otra etapa de tensión la carrera política de Hugo López-Gatell fue sobre la crítica y evaluación del método centinela, tanto por la academia mexicana como por centros de investigación extranjeros, como los de la Universidad de Johns Hopkins, que también empezó a prospectar escenarios epidemiológicos para México, pero con la sorpresa de que sus cifras y las presentadas por López-Gatell no coincidían, sino que se elevaban hasta casi 7 veces más de los datos confirmados en México, lo cual fue aprovechado por la oposición para plantear la narrativa de que el subsecretario mentía a los mexicanos.
El conflicto subió tanto de nivel que al menos 9 gobernadores exigieron públicamente, a través de diversos documentos y posicionamientos públicos, la renuncia del subsecretario de Salud, López-Gatell, hasta fechas recientes en las que aprovecharon la Conferencia Nacional de Gobernadores (CONAGO) para reiterarle al presidente Andrés Manuel la urgencia de que se plantee su dimisión, así como replantear la metodología del semáforo epidemiológico y más recursos para enfrentar los retos sanitarios y económicos de la pandemia. Sin embargo, y como lo planteamos anteriormente, López Obrador ha respaldado en diversas ocasiones al subsecretario de salud, por lo que la respuesta gubernamental a las presiones sobre la renuncia de López-Gatell ha sido respondida en el sentido contrario, otorgándole más prerrogativas en la distribución de competencias al interior de la Secretaría de Salud, es decir, más poder decisorio, en perjuicio de los intereses de los gobernadores de oposición.
Hasta el momento a Hugo López-Gatell se le ha protegido e impulsado para cobrar una relevancia sin precedentes en la opinión pública, misma posición que él ha asumido al grado de cambiar su vocación, de científico a político. Max Weber, padre de la sociología moderna y uno de los más grandes intelectuales de los siglos XIX y XX, señala que la distinción entre el científico y el político es sobre todo vocacional: o se es uno u otro, pero nunca ambos al mismo tiempo. En ese sentido, lo que parece lamentable, a nuestro juicio, es la pretensión de que el respetado Dr. López-Gatell se preste a los vaivenes de la política que se gesta al interior del gabinete, cual subordinado o guardián gubernamental, dejando a un lado su criterio profesional y personal para obligarse a respaldar, cueste lo que cueste, al gobierno de López Obrador.
Si guardara aún su papel como médico y científico habríamos visto a un López-Gatell preocupado, por ejemplo, por las denuncias y manifestaciones públicas de todo el gremio de médicos que a lo largo del país exigieron la liberación inmediata del Dr. Gerardo Vicente Grajales Yuca, detenido injustamente en Chiapas por atribuírsele la muerte de un funcionario a causa del covid-19. Pero no, ignorando este lamentable acontecimiento que estremeció a la comunidad nacional de médicos por la gravedad de la injusticia gestada, López-Gatell persistió en el conflicto con los gobernadores y respaldando las presiones del Gobierno Federal a los gobiernos estatales para cambiar rápidamente sus escenarios de riesgo epidemiológico, pasando a semáforos naranjas.
Aunque otras versiones de interpretación señalan que López-Gatell sufre una campaña de desprestigio en su contra, las consideraciones para evaluar a un personaje público como el subsecretario no son inmerecidas o injustas, más aún quien tiene a su cargo la dirección y gestión de la crisis sanitaria más importante de la era moderna del país; la evaluación tiene que basarse en los hechos y el conjunto de decisiones, y con más cautela sobre los pronunciamientos y tendencias. No nos dejemos cegar por la construcción de narrativas que apelan a la emoción, que apelan al sentimiento de que “no hay nadie mejor que López-Gatell”. Aunque el trabajo del subsecretario es loable, la realidad es que, como político, tendrá que ser evaluado por los ciudadanos con mayor objetividad, sobre todo con miras a ser integrado en un proceso electoral que, aunque parezca lejano, buscará renovar al gobierno federal de titular, pero no de proyecto nacional, pues MORENA tiene claro que mantenerse en el poder no es una opción, sino una obligación partidista y casi patriótica, conforme a su narrativa.
Con una oposición atrapada en los señalamientos mutuos sobre las recientes acusaciones de corrupción por el caso Lozoya, e incapaz de renovar sus dirigencias para brindar alternativas de gobierno convincentes, no hay posibilidades de un escenario distinto. Al contrario, hoy observamos que las habilidades políticas del subsecretario se fortalecen, al plantear cambios metodológicos para la definición del semáforo epidemiológico nacional, a petición de la CONAGO y con un hilo conciliatorio entre la SS federal y la gestión local de la crisis sanitaria. Si a ello le sumamos que dirigirá la distribución de la posible vacuna contra el covid-19 desde la Cofepris, no hay un escenario en el que el subsecretario sea debilitado en su posición política. No hay plazo que no se cumpla.
*Representante del CEA de la Asociación Mexicana de Ciencias Políticas en Morelos. Secretario de Asuntos Políticos en el Colegio Nacional de Ciencias Políticas y Administración Pública Sección Morelos. Consejero Universitario de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UAEM. Representante de Morelos en el Congreso Nacional Universitario. Auxiliar Jurídico en el Corporativo Paredes.