Por Oswald Alonso

CUERNAVACA, Mor., 30 de junio.- Luis maneja un taxi desde hace muchos años; hace cinco la pasó muy mal: lo asaltaron varias veces, la última casi no la cuenta. Hombres armados lo sometieron y lo introdujeron en la cajuela, lo pasearon horas para después liberarlo. Desde entonces Jesús Malverde, el santo de los narcos, es su fiel compañero.

A cinco años del suceso, recuerda que la vida no le pintaba muy bien, tenía deudas, era cliente frecuente de los ladrones, se le juntaron los problemas, hasta que un familiar preocupado por su situación le recomendó una limpia con un brujo.

Él aceptó, entonces se trasladaron a Veracruz. El caso era complicado por lo que era necesario que un brujo experto en casos difíciles atendiera la emergencia.

“No me acuerdo a qué pueblo llegamos pero me hizo el trabajo, al finalizar me dijo: llévate este santo, lo colocas en tu taxi para que te proteja; y lo coloqué aquí en el tablero del carro, también me hizo unos collares como de piedras para que me los pusiera.

“Dicen que es el santo de los narcos pero a mí me cuida, no hace mucho se subió un joven y se asustó me dijo ‘es el santo de los narcos’. Desde que yo lo tengo nunca más me han vuelto a asaltar, yo creo en Malverde y no soy narco, creo en él porque sí me ha protegido”, cuenta Luis, un joven de no más de 30 años que empieza con problemas de obesidad.

Tal es su fe en Malverde que hace tres meses otra vez las cosas cambiaron para bien. Su patrón le propuso quedarse con el taxi, le pagaría a crédito mes con mes, él aceptó la oportunidad de quedarse con el auto Nissan, tipo Sentra.

En el tablero, exactamente en el centro, luce el santo Jesús Malverde,  está pegado al plástico, en el espejo retrovisor cuelga algo parecido a un escapulario con la imagen, otra vez, de Malverde. Luis se siente protegido, tranquilo, el miedo a ser asaltado desapareció, sonríe a pesar de que diario inicia su jornada de trabajo a las seis de la mañana para terminar casi a la media noche.