Redacción SL
Cuernavaca, Mor.- El secretario de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Ramón Castro Castro elevó plegarias para que esta Jornada nacional de oración arroje buenos frutos e ilumine, “sobre todo aquellos que tenemos alguna responsabilidad para buscar la paz”, porque la realidad del país es el de un México herido por la violencia, moribundo, cuya situación es vista por muchos, pero cierran los ojos y pasan de largo.
“Por eso los pastores decimos ‘ya basta’. Vamos buscando alguna estrategia de seguridad más efectiva, es tiempo de escucharnos, es tiempo de todos podamos buscar la paz que tanto anhelamos, y por esta jornada de paz en todo México, para no ser aquellos personajes que dan la vuelta y se van. Atendamos a México herido, atendamos con el aceite de nuestra esperanza y fe”, planteó el jerarca católico.
Desde el púlpito acentuó que México está herido, entre otras cosas, por la grave violencia que vivimos y aludió el liderazgo pastoral de los obispos para manifestar su preocupación y decisión de acompañar al pueblo, “porque no queremos tener en la conciencia de haber sido pastores que ven la realidad y le dan la vuelta, porque tienen miedo o porque no se quieren meter en problemas. No.
“Soñamos con un México en paz y por eso hemos alzado la voz con un comunicado todos los obispos, suplicando, pidiendo que haya paz”, dijo el también obispo de Cuernavaca frente a una feligresía que abarrotó la catedral de Cuernavaca.
En la misa de medio día el obispo pidió al pueblo católico mantener el ánimo en alto y sobre todo no ser indiferentes ante el dolor de nuestro país, ni a perder la sensibilidad, y sostuvo: “no declaramos la guerra a nadie. No queremos conflictos más de los que ya hay, estamos suplicando un diálogo para la construcción de una verdadera paz”.
Castro Castro abrió su sermón con la parábola del buen samaritano y paulatinamente se refirió al clima de violencia que envuelve a nuestro país, así como la participación de Ejército para inhibir la acción de la delincuencia, sin embargo, sostuvo que “el Ejército no es Dios, no puede estar presente en todas partes al mismo tiempo”.
Más adelante subrayó el pronunciamiento de la iglesia católica de invitar a un diálogo nacional, de especialistas, para construir entre toda esa paz.
“Lo ha dicho tantas veces el Papa, ‘seamos artesanos de paz’, constructores de paz. Alguien ha dicho por ahí, ‘es que se están matando entre ellos, entre las bandas’. No solamente eso, las historias nos hacen vibrar, historias verdaderas, para ver que no solamente son las bandas de los diferentes carteles”, subrayó.
Nuestro deber de pastores, reiteró, es atender al herido, curar sus heridas, y que pueda recuperar la salud, por eso alzaron la voz con un comunicado suplicando, pidiendo que haya paz.
“Nos preocupa esta creciente violencia. El crimen organizado se ha extendido por todas partes, está trastocando la vida cotidiana de todos, nuestras actividades en la ciudad y en el campo, la extorsiones que por donde quiera pululan. El crimen organizado se ha adueñado de las calles, de las colonias, de pueblos enteros, de caminos, de carreteras. Vivimos con miedo”, externó.
El obispo consideró los niveles de crueldad inhumana porque hay destazados, partes de los cuerpos por aquí y por allá. Se han perdido valores y el problema más grave es que estamos perdiendo la sensibilidad a ese México querido, sostuvo.
En su sermón se dio tiempo para enumerar los crímenes emblemáticos de sacerdotes y cardenales, como el de monseñor José Soledad Torres, obispo de Ciudad Obregón, asesinado en 1967 para robarle su caja, pero antes sufrió tremendamente y después le dieron el tiro de gracia.
Enseguida aludió el crimen del cardenal Jesús Posadas Ocampo, perpetrado en 1993, y en este caso subrayó “que no murió en un fuego cruzado, lo asesinaron directamente, vestido de sacerdote a un metro y medio lo matan. Pudiera decir aquí las razones, pero no es el momento”.
EL obispo dijo que existen otros asesinatos de sacerdotes, algunos de los cuales están sus fotografías y sus historias en la catedral de Cuernavaca. De su predecesor, obispo Alfonso Cortés, contó que le robaron su auto en las Lagunas de Zempoala y quienes iban conduciendo fueron secuestrados y amenazados de muerte.
También contó la declaración del cardenal Robles y monseñor Sigfrido Noriega quienes han dicho públicamente han enfrentado retenes del crimen organizado para poder pasar a su territorio.
Sobre su homólogo de Autlán, Rafael Sandoval, dijo que hace una semana iba a Aguascalientes y en la frontera con Jalisco le robaron su auto, lo amenazaron y lo dejan a pie.
“México herido, seamos buenos samaritanos y comenzamos con lo más importante que es la oración y he dicho comenzamos. Estamos haciendo lo más importante que es orar, para que Dios nos ilumine y seamos instrumento de su gracia, para ser buenos samaritanos”, expuso.
El obispo explicó que un samaritano es aquel dispuesto a ayudar a su hermano herido, enfermos en un mundo hostil y agresivo en tantos aspectos, qué bello es descubrir al hermano que nos necesita, dijo.
¿Y quién es mi prójimo?, preguntó y respondió. “El descubrimiento del otro como prójimo, como igual, como hermano, sin distinción de raza, colores ni afinidades de carne y sangre, sin consideración de ideologías, de dinero, de posición social”.