Por Leticia  Villaseñor

Xochitepec, Mor., 9 de junio.- Un olor a quemado se percibe conforme se va subiendo el cerro, una leve pero penetrante cortinilla de  humo se extiende en dos o tres puntos del lugar. El olor fétido aún se conserva, a pesar de que el tiradero a cielo abierto de «Milpillas», ubicado en la comunidad de Alpuyeca en Xochitepec, lleva una década presuntamente cerrado.

Al inicio del trayecto hay algunas casa de cartón y lámina, solo dos o tres están hechas de concreto. La pequeña colonia no excede las 100 casas, son las viviendas de los pepenadores que llegaron proveninetes en su mayoría del estado de México, hace unos 30 años.

Conforme se va en ascenso, aparecen los desechos que se ven recientes, no de una década atrás. Para los habitantes de Alpuyeca, esto es lo más preocupante, ya que abundan los desperdicidios de hospital, agujas, jeringas, ligas. A la mitad del cerro hay unos tubos que presuntamente servían como respiradero y para que los residuos tóxicos escurrieran hasta un contenedor a fin de no contaminar más y que fueron colocados entre 2005 y 2006. A 10 años, el lugar está abandonado.

En otro punto más arriba, una especie de cráter relleno de basura humea en sus laderas. «Son los tóxicos, los gases que expiden los desechos que con el calor o con cualquier movimiento que genere una chispa se prenden». Si bien no hay lumbre evidente, por lo menos unas tres cortillas de humo son perceptibles desde el lugar.

Alrededor de un kilómetro más adelante, se encuentra una enorme depresión donde eran tirados los desechos. «Se cansaron de venir a tirar aquí sus desperdicios, no sólo de Cuernavaca y la xzona metropolitana, también del Estado de México y no lo pudieron llenar», comenta don Antonio, uno de los integrantes de la Comisión que se opone a la planta Valorizadora de desechos, ubicada en la parte trasera del estadio «Mariano Matamoros», en el poblado de Xochitepec, a unos cinco kilómetros de distancia.

En el lugar se ven desechos recientes, sin el desgaste natural del tiempo, inclemente. Hay montones de carcazas de aparatos eléctricos, incluso de automóviles.

«Las afectaciones que los tiraderos a cielo abierto causan van desde simples salpullidos hasta afectaciones en vías respiratorias, similares a un enfisema», advierte el doctor García, otro de los inconformes con la planta.

Los únicos que salieron ganando con estos deprdicios fueron los comuneros, que cobraban entre 2 y3 mil pesos por camión, los cuales entraban y salían prrácticmente todo el día, explica don Cefe, otro de los habitantes del poblado. Nunca dieron cuentas de ese dinero, a pesar de que se acordó que por las afectaciones del paso de los camiones, como el mal olor, tanto a los habitantes de Alpuyeca como a los de Tetlama, en Temixco, debían aportarles una cantidad a manera de indemnización.

En el lugar donde se ubica la planta valorizadora, la historia es similar.Cuando se cerró el tiradero de Tetlama, el centro de desperdicios se ubicó a un costado del estadio de futbol y de la unidad deportiva, que están sobre una colina con un declive que desemboca en un río, a no más de 100 metros, donde incluso hay nacimientos de agua.

Una enorme «barrera» de desperdicios han sido colocados desde la entrada del lugar hasta la puerta de la planta, la cual está cerrada; el olor nauseabundo es perceptible un kilómetro a la redonda.
La planta fue preihaugurada el pasado 14 de febrero por las autoridades estatales, quienes han asegurado que con la puesta en marcha de ésta, se acabarán los malos olores y la contaminación ambiental.

Pero las actividades fueron suspendidas ante la inconformidad de los habitantes. «Esta es una planta de juguete. Las autoridades creen que somos unos ignorantes. La banda transportadora no alcanza siquiera el metro de ancho. Los desperdicios que llegan a esta son separados por máquinas, no por hombres, entonces, cuál trabajo, cuál beneficio, no hay canaletas para recoger todos los líquidos tóxicos que penetran el suelo, el declive del lugar hacen que vayan a parar directamente al río», denunció Yeymi Peña Santillán, de la misma comitiva. El río atraviesa  también campos de cultivo de caña.

Desde el pasado martes, los habitantes pidieron una reunión con los directivos de la planta para que les expliquen a los integrantes de la comitiva el funcionamiento y las bondades de ésta, la cual fue ignorada, ya que al llegar al lugar sólo fueron atendidos por un vigilante quien les impidió el acceso a pesar de que la planta se ubica en terrenos ejidales. En diciembre de 2015, un permiso provisional otorgado por el edil saliente de Xochitepec caducó, sin que se haya renovado.

Otra irregularidad que denunciaron los pobladores es que la presunta planta tiene un centro de compostaje. En uno de los accesos que lleva a la planta están dispersos desechos vegetales, en su mayoría plantas, pero están revueltos con plásticos y trapos, aparatos electrónicos e incluso juguetes.

«Este es su centro de composta, sólo arrojar los desechos de plantas -criticó don Antonio-, esto lo van a ir rellenando hasta llegar al río», lamentó. El suelo en esta zona es inestable, se hunde fácilmente.

La pugna por la planta tiene  confrontada a la población, ya que a pesar de las afectaciones que el tiradero causa, hay al menos unas 100 familias que viven de la pepena.

Los habitantes inconformes han recriminado al Ejecutivo estatal el desdeén de no socializar el proyecto, no acudir a las reuniones pactadas, hostigamientos e incluso la «compra de conciencias», por lo cual dieron un plazo de 20 días al gobernador Graco Ramírez para que cierre definitivamente el lugar, el cual se cumple el próximo lunes 12 de junio.

«La tarde del 12 haremos otra asamblea y lo que decida la comunidad se cumplira. Si a pesar de que no conocen el proyecto ni sus alcances quieren la planta, se respetará la decisión, pero si la deicisón es contraria, exigimos a las autoridades que también la respeten», fianlizó Peña Santillán.