Por JUSTINO MIRANDA
CUERNAVACA, Mor. 22 de enero.- Casi a diario Ángeles Sánchez imploraba a Dios tener un hijo para sentir la dicha de ser madre. Por cinco años elevó su plegaria y entonces quedó embarazada, pero su hijo nació a los seis meses de gestación y eso provocó el desprendimiento de la retina y a la postre ceguera.
“Le pedí a Dios con todo el corazón que me mandará un hijo, que quería sentir la dicha de ser madre, pero lamentable me llegó el regalito sin instructivo, sin saber guiar a un niño con discapacidad”, dice Ángeles.
Al nacer su hijo fue diagnosticado con retinopatía del prematuro, una enfermedad que principalmente suele aparecer en bebés con nacimiento adelantado y que provoca el crecimiento de vasos sanguíneos anormales en la retina, la capa de tejido nervioso del ojo que nos permite ver.
Ese desarrollo de los vasos sanguíneos puede provocar que la retina se desprenda de la parte posterior del ojo y producir ceguera, según la explicación médica.
Ángeles cuenta que la discapacidad de su hijo, actualmente de 15 años de edad, la obligó a tocar todas las puertas posibles para buscar ayuda y así llegó a un Centro de Atención Múltiple (CAM), con sede en Yautepec, oriente del estado, donde comenzaron las terapias para Ángel, su hijo invidente.
De ese CAM la enviaron a Cuernavaca, al estadio Centenario, sede del Instituto del Deporte y Cultura Física del Estado de Morelos, donde todos los sábado entrenan futbol sonoro un grupo de niños invidentes y otros con debilidad visual. También hay niños con síndrome de Down y todos aprenden a conducir el esférico con la meta de formar un equipo de futbol de invidentes el próximo año.
Su entrenador Fernando Pontón, representante de la Casa de Inclusión Ponti, comparte su experiencia acumulada como expreparador físico del equipo de futbol para ciegos Los Topos, del estado de Puebla.
Fernando se trajo la idea a Morelos porque no hay equipo de futbol y decidió formar la Casa de inclusión social y convocar a niños invidentes y con otras discapacidades para formar el equipo de Leones Blancos de Morelos, dice Daniel Alejandro López Machín, otro entrenador de la Casa de Inclusión Ponti.
Entrenamiento
Sobre el pasto sintético las niñas y niños ciegos, con síndrome de Down u otra discapacidad, corren tras el balón sonoro, un esférico que tiene una especie de cascabeles para motivarlos a correr tras la pelota y anotar gol. En este espacio los
padres de familia conviven y comparten retos y soluciones a los discapacidades de sus hijos; se reconocen como iguales.
En esta cancha, contrario a los equipos con jugadores con vista regular, los espectadores guardan silencio cuando el niño busca el balón con cascabeles, de otra forma podrían confundirlo.
Los jugadores corren inseguros, estiran las manos para buscar apoyos pero sus “guías”, adolescentes y jóvenes voluntarios que apoyan los entrenamientos, los orientan con los gritos de ¡aquí, aquí! para conducirlos al sitio donde se encuentra el balón de futbol.
En respuesta los niños invidentes deben gritar “voy, voy” para hacer saber que atienden las instrucciones de sus “guías”.
Este tipo de terapias, dice doña Ángeles, sirve mucho a los niños con discapacidad porque si familiares de un niño ciego no lo mueven, ellos se quedan estancados, no hace nada.
“Por eso lo traigo para que sepa lo que es correr, lo que es el deporte, porque nuestros hijos aprenden a través de uno. Nosotros somos sus ojos y a través de uno ellos conocen el mundo.
“Un médico me dijo que la discapacidad no va a estar en mi hijo sino en la forma de cómo lo guíe y cómo lo oriente. Le falta adquirir un poco de confianza, pero cuando ellos toman confianza solitos ya se desplazan”, dice Ángeles.
Casa Ponti
Actualmente entrenan unos 10 niños con ceguera, debilidad visual, síndrome de Down y parálisis; todos llegan a las 10:00 horas y se van a las 12:00 horas, dice Daniel Alejandro López Machín, entrenador de la Casa de inclusión social Ponti.
“Entrenamos con un balón que tiene cascabeles, sonoro, y con ello se van guiado con el sonido. La técnica es gritar ‘voy, voy’ y ‘aquí’ para atraerlos con apoyo de los tres guías del equipo, uno de arco, otro en el medio campo y uno más para los delanteros. Éste guía se coloca al lado de la portería de los contrarios y es quien orienta a los delanteros para conducir el balón y tirar cuando se encuentren a buena distancia”, explica López Machín.
Los guías son en su mayoría estudiantes de la UAEM, de la licenciatura de Ciencias del Deporte y Ciencias de Educación Física, y son indispensable para que los jugadores no pasen hacia la zona del portero o de la cancha.
El objetivo, dice López Machín, es incluir entrenamientos martes y jueves para aumentar los ejercicios y en un año o dos años tener un equipo, competir y si se puede a nivel mundial. Actualmente participan niños de tres años y jóvenes de hasta 19 años de edad.
Michael
Michael García Antúnez le va a Los Pumas de la UNAM porque es el único animal que le llama la atención junto con los Leones de Morelos, y aunque no ve disfruta los partidos de futbol con sus padres, sobrino y ocasionalmente con los abuelos.
A veces, dice, se imagina jugando de portero en un espectacular partido de futbol en una cancha grande, afirma Michael.
“Jamás había existido este deporte para nosotros. Lo que mas me gusta es que los maestros me enseñen cosas nievas, son buenos, te enseñan buenos ejercicios”, dice el niño quien da cuenta de su admiración por su entrenador como portero.
¿Y qué ayuda piden a las autoridades?
“Lo que pediría a las autoridades es que arreglaran el pasto. Que nos donaran mas balones, que pudieron ponerle cosas a las cancha para que identifiques las paredes, una techo para que no caiga el sol directamente”, dice el pequeño que lleva clases de canto y guitarra además de practicar el futbol sonoro.
En noviembre pasado el alcalde de Cuernavaca, Antonio Villalobos Adán, y su esposa Orquídea Álvarez González, presidenta del DIF Cuernavaca, entregaron balones sonoros a la casa de inclusión social, mientras que el gobierno del Estado presta los espacios del deportivo Centenario para los entrenamientos.
De acuerdo con el Censo de Población 2010 en Morelos había más de 80 mil personas con alguna discapacidad, y conforme con la Ley de Atención Integral para Personas con Discapacidad en Morelos compete a la Secretaría de Salud diseñar, ejecutar y evaluar programas para la orientación, prevención, detección, estimulación temprana, atención integral y rehabilitación para las discapacidades, pero al consultarlos sobre el tema respondieron que no cuentan ni siquiera con un padrón de personas con alguna discapacidad.