Foto: Máximo Cerdio

Por Leticia Villaseñor

Zacatepec, Mor., 24 de septiembre.- El estadio Agustín «Coruco» Díaz vibró con el grito de gol de la afición. El encuentro de talla internacional congregó a unas 500 personas que animaron a los jugadores sin distingo mientras se disputaban la victoria en el encuentro amistoso.

Pero los jugadores no eran futbolistas profesionales ni siquiera llaneros, eran rescatistas nacionales e internacionales que de esa forma sacaron el estrés acumulado de cuatro días de jornadas interminables de búsqueda y localización de personas con vida entre escombros en todo el estado de Morelos, luego de la sacudida que dejó a las tierras zapatistas el sismo de 7.1 grados del pasado 19 de septiembre.

Los rescatistas, provenientes de Honduras, Panamá, El Salvador, del estado de Jalisco y locales, fueron dispuestos en todo el estado, pero concentrados en los 15 municipios de la zona sur y oriente, donde se registró el mayor daño. La tarde del pasado sábado, los brigadistas regresaron al centro de coordinación alrededor de las 18:00 horas cuando los voluntarios dispersos en los pasillos del «Coruco» aún trabajaban en la separación de artículos para elaborar cientos de despensas.

Los equipos se organizaron y al primer bote del balón, la tensión de cuatro días quedó atrás. En un campo a media luz, un ambiente de bromas, camadería y risas imperó por más de una hora. La noche cayó a plomo y la administración del «Coruco» encendió todas las lámparas lo que fue vitoreado por el público (brigadistas y voluntarios) quienes apoyaron a todos, no hubo camisetas, no hubo equipos, sólo el disfrute del momento.

Los jugadores entraban y salían del campo sin ningún control, el graderío reclamó voraz cada falta, cada caída pero también cada truco del que se valieron para cobrar un tiro de esquina, un tiro indirecto y hubo quien buscó hasta un penal.

Conforme llegaban más brigadas, hombres y mujeres a penas dejaban su equipo en las áreas asignadas, algunos se dieron un baño y cambiaron las ropas, otros brincaban al campo en busca de un rato de sana diversión.

Por varios minutos la devastación alrededor del estadio se olvidó, su labor estaba hecha. Los equipos de la más alta tecnología no dieron positivo a personas con vida entre los escombros, los binomios caninos tampoco detectaron nada, sólo el silencio atroz de localidades en ruinas.