Por Uzziel Becerra
La búsqueda de reapertura escalonada de las actividades económicas en el país ha provocado que los gobiernos estatales diriman un falso dilema: prolongar la cuarentena o reactivar la economía, sin pensar en puntos medios o alternativas de solución que permitan equilibrar la balanza: tener ingresos sin riesgos exponenciales a la salud. Lo anterior será fundamental para entender el escenario más previsible gracias a la toma de decisiones gubernamentales: un crecimiento exponencial de contagios y muertes con un proceso de estabilización económica prolongado y lento, por las consecuencias de las crisis simultáneas que golpea al mundo, al país y las localidades.
Al 21 de junio del 2020, los datos del avance del SARS-CoV-2 han registrado 180,545 casos confirmados, 21,825 defunciones confirmadas y 1,892 defunciones sospechosas. Se ha rebasado el umbral de las mil muertes diarias en el país y veinte mil casos activos. Durante la última conferencia de prensa en la que el Dr. Hugo López-Gatell presenta el informe técnico del avance de la pandemia, la número 114 desde la cuarentena, se presenta un escenario nacional preponderantemente rojo pero con estados que se encuentran en semáforo naranja.
Las entidades en semáforo naranja son: Baja California Sur, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Durango, San Luis Potosí, Zacatecas, Jalisco, Aguascalientes, Guanajuato, Michoacán, Colima, Hidalgo, Yucatán, Quintana Roo y Campeche. Mientras que los estados que permanecen en rojo son: Baja California, Sonora, Sinaloa, Nayarit, Querétaro, Estado de México, Guerrero, Oaxaca, Puebla, Veracruz, Tlaxcala, Tabasco, Chiapas y, en efecto, MORELOS (localidad en donde se escriben estas líneas).
Conforme a la definición de actividades esenciales y estrategia de reapertura escalonada, en el color naranja la ocupación en hoteles se vislumbra al 50% de aforo igual que en áreas comunes. Restaurantes y cafeterías, 50% de aforo. Peluquerías, estéticas y barberías, 50% de aforo, con citas previas; parques, plazas y espacios públicos abiertos, 50% de aforo. Mercados y supermercados, 75% de aforo y con ingreso de solo una persona por familia. Gimnasios, albercas, centros deportivos y spa con aforo del 50% y solo con citas. Asimismo, podrán operar con 25% de aforo los centros comerciales, cines, teatros, museos, eventos culturales y conciertos; iglesias, templos, sinagogas y mezquitas. Sin embargo, siguen suspendidos parques de diversiones, balnearios, ferias, centros nocturnos y salones de eventos, fiestas, antros, y demás actividades lúdicas o recreativas.
Y, aunque no hay condiciones sanitarias suficientemente estables para garantizar el derecho a la salud de quienes regresarán a laborar en las actividades señaladas por el gobierno federal, los gobiernos estatales en naranja han iniciado el proceso de reapertura gradual, escalonada y controlada de las actividades productivas con el conflicto de responder a quienes exigen prolongar la cuarentena y quienes exigen, con urgencia, la reapertura de sus actividades laborales, especialmente el sector informal por su necesidad económica.
Pero debatir entre la salud y la reactivación económica es una falacia lógica del falso dilema: una situación en la que se contraponen dos posturas que se hacen ver como las únicas opciones posibles, dejando fuera alternativas intermedias o matices. No perdamos de vista que entre el blanco y el negro hay un sinnúmero de tonalidades grises, unas más obscuras y otras más claras, pero, al fin y al cabo, alternativas. No obstante los gobiernos se han encasillado en elegir entre abrir la economía o mantenerla cerrada para resguardar la salud de la población.
Aunado al dilema que enfrentan los gobiernos estatales y locales, en torno a la responsabilidad pública de gestión de las crisis, en el marco de sus competencias, la variable de la correlación política puede agravar el panorama de la toma de decisiones. Lo anterior es así porque los gobiernos con afinidad (dependencia) al gobierno federal, es decir los gobiernos locales de MORENA o sus aliados, tienen la encomienda de acatar los designios presidenciales, mientras que los gobiernos opositores pretenden ejercer su autonomía por la vía que sea y con las formas que en el camino encuentren, sin más. La realidad es que tampoco han podido ofrecer alternativas para salir del falso dilema.
En el estado de Morelos es evidente, tanto el gobierno estatal como los municipales, especialmente en el caso de su capital, Cuernavaca, han acatado la orden de reiniciar actividades comerciales este lunes 22 de junio, no obstante que en las últimas 24 horas se han registrado al menos 40 muertes por covid-19 y que el estado se encuentra en semáforo rojo, números sin precedentes. El municipio en cuestión ha sido presionado por los comerciantes locales de forma tal que el Alcalde dobló las manos, lanzando el mensaje de que su gobierno atendería la demanda de los comerciantes, otorgando así la responsabilidad pública de la decisión a las exigencias ciudadanas, sin ofrecer un marco mínimo de negociación o consenso para deliberar las condiciones más viables y seguras de reapertura económica.
Basta el ejemplo anterior para entender que, ante la complejidad de una crisis simultánea, se exhiben con mayor claridad los mediocres liderazgos políticos de los gobiernos locales para asumir un rol de responsabilidad pública ante contingencias y construir las vías de comunicación y gestión necesarias para garantizar, simultáneamente, el derecho a la salud y el derecho al trabajo o a un salario digno, mismos derechos que, interpretados conforme al principio de interdependencia de los derechos humanos, conforman la protección amplia del derecho a la vida.
Aún no se clarifican los mensajes. Mientras el gobierno estatal de Morelos pide no salir de casa y mantener la sana distancia, el Alcalde de Cuernavaca anuncia que volveremos a la “nueva” normalidad por presión de la ciudadanía que necesita, con legítima urgencia, regresar a generar ingresos para su familia, construyendo, con franca pobreza programática y científica, un regreso escalonado que concluye en una sola semana. Por lo que el gobierno estatal reafirmó el llamado a los Alcaldes de la entidad a no relajar las medidas y continuar el llamado a la población a atender la sana distancia.
A nivel nacional, aunque el mensaje sigue siendo confuso, por los fenómenos comunicacionales que hemos expuesto en otro momento, se interpreta de la siguiente manera: quienes puedan quedarse en casa, deben hacerlo para evitar un flujo excesivo de población en la vía pública, por el alto riesgo de contagio (continuamos en fase 3) y la posibilidad de que los hospitales saturen sus espacios y condiciones hospitalarias; los que no puedan permanecer en casa, deberán salir atendiendo todas las medidas de prevención de contagio a su alcance y en la medida de sus posibilidades, “siguiendo nuestro propio criterio” y “decidiendo nosotros mismos” (en palabras del Presidente de la República). En resumen, que cada uno decida regresar a trabajar o resguardarse en casa, bajo su propio riesgo.
De nada sirvió el análisis comparado de las políticas gubernamentales que mitigaron las crisis simultáneas en el mundo, mostrando que los mejores resultados se dan en torno al otorgamiento de amplias líneas de crédito, una política fiscal flexible y atenuada, subsidios a los sectores primarios y secundarios, así como a las pequeñas y medianas empresas que busquen equilibrar el pago de salarios y así sostener el empleo, sumando el despliegue de una cuarentena productiva, en la que el Estado impulse e incentive la digitalización de las empresas e industria con el fin de garantizar dinamismo a la economía, mientras la mayor parte de la población se encuentre en casa hasta que existan condiciones sanitarias que no hagan peligrar la vida de todos.
En suma, los gobiernos ya no deliberarán alternativas, puntos medios, zonas grises entre lo blanco (derecho a la salud) y lo negro (derecho al trabajo), sino que dejarán la decisión en manos de cada persona, conforme lo que dicte su conciencia y necesidad, rechazando la responsabilidad pública de la gestión de las crisis sanitaria y económica. Finalmente triunfó el paradigma de la responsabilidad individual sobre la supuesta visión de Estado que argüían los gobiernos en turno que apelan a la “transformación” del país. Ahora que cada quien se rasque (y sobreviva) con sus propias uñas: el individualismo a ultranza.
*Consejero Universitario de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UAEM. Auxiliar Jurídico en el Corporativo Jurídico Paredes. Secretario de Asuntos Políticos en el Colegio Nacional de Ciencias Políticas y Administración Pública Sección Morelos. Representante del CEA de la Asociación Mexicana de Ciencias Políticas en Morelos.