Por Uzziel Becerra
El director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Gebreyesus, realizó un llamado a los mandatarios de los países que atraviesan la crisis sanitaria de covid-19 a poner en cuarentena la política, así como dejar de politizar el coronavirus y llamar a la unidad en medio de la crisis. Sin embargo en México parece ser más importante la continuidad de un programa político que tiene como característica fundamental la permanencia del conflicto y de la división, por lo que la unidad no es un escenario sencillo. ¿Será la crisis sanitaria y económica la que impulse el giro de una narrativa de confrontación a una de unidad nacional? ¿Se puede hacer a un lado la lucha política en medio de esta crisis?
En conferencia de prensa sobre el estado actual de la pandemia de coronavirus, el director de la OMS realizó diversas declaraciones entre las que destacó la necesidad de que los países llamen a la unidad nacional para afrontar la emergencia sanitaria, pues consideró que es un factor esencial cuando lo que está en juego es la vida de las personas. Asimismo pidió que los mandatarios trabajen más allá de partidos políticos, ideologías, creencias o cualquier diferencia que no aporte a la unidad, haciendo énfasis en el conflicto entre Estados Unidos y China.
Gracias al rol que desempeña la OMS en la gestión de la crisis y la trayectoria del doctor Tedros, ex ministro de Etiopía, los mensajes institucionales que producen están dotados de una legitimidad suficiente para sacudir las conciencias de los países comprometidos con el combate al covid-19. El problema se encuentra en que la recepción de las estrategias, políticas y recomendaciones de la OMS pasan por el filtro de los líderes políticos que, con sus filias y fobias, toman decisiones en congruencia o en franca disidencia con este organismo internacional.
Sin embargo Tedros se equivoca cuando pide a los líderes políticos el cese o cuarentena de la actividad política. Lo que necesitamos precisamente es política, toma de decisiones, determinaciones de carácter público, responsabilidad de los gobiernos para gestionar la crisis. No se pueden tomar decisiones públicas sin hacer política, pero sí se puede hacer política con distintas posiciones, desde la conciliación o desde el conflicto. Y en México, así como en otros países, hemos tomado la vía del conflicto, promovida primero por nuestro primer mandatario.
López Obrador ha desarrollado su gobierno desde la permanencia del conflicto, acusando, denigrando, menospreciando y criticando las posiciones políticas de quienes llama sus adversarios. Esa es la característica fundamental de la 4T. No ha habido una sola conferencia de prensa o mañanera en la que no categorice despectivamente a su oposición como conservadores, neoliberales, neoporfiristas, fifís, entre otros. Y, no obstante las circunstancias de crisis sanitaria y económica, continúa impulsando el conflicto, dividiendo a los sectores de la sociedad mexicana por su estrato social, ideología, posición económica o simpatía por partido político, entre otros.
Lo anterior constata el descenso en la calidad de la democracia mexicana, puesto que una característica de las democracias consolidadas es la transición de los conflictos derivados de la lucha o el acceso al poder. La lucha por la Presidencia, por los curules y asientos parlamentarios, así como de los diversos gobiernos locales concluyó con los resultados que conocemos, Morena domina el Poder Ejecutivo y el Legislativo federal, lo que le permite articular y promover sus iniciativas con menor necesidad de negociación o consenso entre las demás fuerzas políticas, que a su vez conlleva el riesgo de una la presidencia imperial, es decir, el ejercicio del poder sin oposiciones formales ni materiales. Una máxima de los estudios democráticos indica que la calidad de la oposición refleja la calidad de la democracia.
Pero tampoco contamos con una oposición responsable o funcional, utilizando una categoría politológica, puesto que su incapacidad de construir un proyecto alterno al gubernamental, reordenar sus cuadros militantes, renovar sus élites dirigentes y generar liderazgos políticos serios para presentarse a la ciudadanía como opciones políticas profesionales, ha generado que la ciudadanía los vea con desdén. Más aun cuando la única vía que han tomado es también la del conflicto, la reacción y confrontación a la agenda presidencial. Han dejado que la oposición más fuerte al gobierno sea dirigida por miembros del propio partido en el poder, con personajes como Porfirio Muñoz Ledo.
No obstante, la oportunidad real de la oposición para remontar no está en enfatizar los errores de la actual crisis, puesto que la ciudadanía inconforme con el gobierno y decisiones del presidente no se adhiere a los proyectos partidistas, sino que quedan perplejos ante las circunstancias. Solo han conseguido exacerbar la inconformidad y el miedo sin lograr canalizarlo por la vía de las alternativas partidistas, lo que fortalece el desprecio por los partidos y los actores políticos. Ahora son tiempos en los que la unidad nacional debiera ser impulsada desde el gobierno y asumida por la oposición, para responder a la altura de la crisis.
Tedros lo dijo bien: “no se puede utilizar el covid-19 para ganar puntos políticos, no hay necesidad, hay muchas otras formas de probarse a sí mismos, este virus no es el que debe ser utilizado para eso. Es como jugar con fuego. La unidad nacional es esencial si nos importa la gente”…”por favor no politicemos este virus. Va a explotar las diferencias que tenemos a nivel nacional. Si quieren tener más bolsas con cadáveres entonces háganlo, pero si no quieren más muertos, hay que evitar politizar este virus”.
Retomaremos el ejemplo alemán. La canciller de Alemania, Angela Merkel, ha dado un ejemplo claro de liderazgo político a la altura de las crisis. Tanto las medidas de carácter económico y fiscal como las de emergencia sanitaria fueron vistas por la población y la comunidad internacional como ejemplo de una toma de decisiones responsable, por lo que la aprobación de su gestión gubernamental y popularidad se elevó en 28 puntos respecto del mes anterior, otorgando un grado de valoración positiva del 72 por ciento según el diario Deutsche Welle.
En lo político, Merkel se anticipó e hizo un llamado, a través de un mensaje televisivo, a launidad nacional para toda la población y fuerzas políticas. La oposición alemana se comportó al nivel, demostrando un alto grado de institucionalidad, cesando el conflicto y sumando esfuerzos para mitigar los efectos de la crisis. Esto es relevante porque Merkel apenas logró alcanzar la mayoría parlamentaria necesaria para posibilitar su reelección por cuarta ocasión, lo que originó una gestión cargada de presiones por una oposición consolidada y funcional. Esto es una gran lección en términos de liderazgo político, tanto desde la óptica de gobierno como del rol de una oposición.
Pese a lo anterior, Merkel reconoció que la crisis golpeará al Producto Interno Bruto en un negativo del 4.2 por ciento a finales de este año y que su recuperación será lenta. La honestidad parece la característica de un mandato que inició en 2005 hasta la fecha, sobre todo cuando se trata de comunicar aspectos negativos como las consecuencias de la crisis. En contraposición, en México buscamos evadir la realidad; todo está bien mientras nuestro presidente continúe luchando contra la corrupción (curiosamente sin detenidos o sin procedimientos sancionadores de carácter administrativos). Las palabras “vamos bien” del presidente no generan certidumbre, sino que provocan desconfianza y escepticismo en la población.
En el fondo lo importante no es el cese de la política, sino abandonar el conflicto y la lucha por el poder. Se requiere hacer política conforme a la visión de autores como Bernand Crick, al señalar que es una actividad que tiene la función de preservar una comunidad que por su excesiva complejidad no puede ser preservada por la mera tradición o por un poder arbitrario; es una técnica y elemento que caracteriza a las sociedades civilizadas y plurales para solucionar los conflictos internos y externos rechazando la violencia. La política es la posibilidad de construir consensos, de conciliar intereses divergentes dentro de una comunidad en busca de valores comunes e intangibles. Hoy requerimos hacer política para salir de la crisis, y no utilizar a la crisis para hacer política.
La crisis puede sacar lo mejor y lo peor de nuestras sociedades, tal como lo han reflexionado los filósofos y pensadores contemporáneos como Slavoj Zizek, Byung-Chul Han, Noam Chomsky, Yuval Noah Harari, entre otros. El mundo sin duda cambiará sus dinámicas y valores a partir de los resultados de esta crisis sanitaria y económica, y serán los líderes políticos quienes tendrán la enorme tarea de reconstruir sus discursos, su narrativa, agendas y estrategias para responder a esos cambios. Mientras nos encontramos en esta transición forzosa, el llamado de la OMS y que debe ser también el de la ciudadanía, es el de la unidad, no solo nacional sino global, para afrontar una crisis de dimensiones aún no conocidas. Solo si la 4T logra hacer un giro en su proyecto y abanderar la unidad en medio de la crisis, habrá liderazgo real para el país en lo que resta del sexenio.
* Consejero Universitario de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UAEM. Secretario de Asuntos Políticos del Colegio Nacional de Ciencias Políticas y Administración Pública Sección Morelos. Representante del CEA de la Asociación Mexicana de Ciencias Políticas en Morelos.