Por Antonella Ladino

Cuernavaca, Mor., 2 de junio.- “Amor entre nosotros sigues vivo” fueron las últimas palabras que la juez Edith Flores, pudo articular al pie de la tumba de su hijo Tona.

Tonatiuh Tlalapango Flores un estudiante de ingeniería fue secuestrado y asesinado en octubre del año pasado en el Estado de México y el jueves alrededor de las 19:30 horas llegaron los restos a bordo de una carroza blanca que rodeó la fuente donde se erige la Paloma de la Paz.

Sus familiares y amigos que vistieron una playera blanca con la leyenda “buscando a Tona”, lo esperaban con globos en forma de corazón. Esa tarde, los dolientes gritaron a una sola voz “justicia para Tona”.

La caravana siguió su paso por avenida Domingo Diez hasta llegar a la funeraria Gayosso donde fue colocado el féretro de color café con los restos de Tona cuyo cuerpo fue encontrado en una fosa clandestina en el Estado de México y esta tarde fue sepultado en el panteón de la Paz.

Antes de su entierro sus padres Fabián Tlalapango y Edith Flores, trasladaron el cuerpo de Tona a su casa ubicada en la colonia Antonio Barona donde fueron colocadas flores y veladoras así como un moño blanco en la entrada de su domicilio.

“Era de buen corazón, lo conocí poco pero siempre era muy amable”, dijo una de sus amigas. “Era la onda», respondió un joven que en cuyas manos llevaba un arreglo floral, “lo vamos a extrañar”, expresó un joven a su lado.

En la capilla del panteón de la paz una banda de música esperaba el arribo y de inmediato se incorporaron para entonar las melodías preferidas de Tonatiuh- “Si señor yo soy Damaso, soy hijo de licenciado. De Culiacán y mi gente siempre he tenido el respaldo…”, cantó la banda. La banda siguió con otras canciones como “Terrenal” y “Mi razón de ser”.

“Te vas ángel mío ya vas a partir…”, entonaron cuando dos filas atrás del féretro siguieron su paso hasta el lugar donde reposará el cuerpo de Tona. “Soy vida es la vida en victoria y los que creen en Jesús vamos a vivir eternamente”, dijo un religioso.

“Como quisiera que tu vivieras, que tus ojitos jamás se hubieran cerrado nunca y estar mirando, amor eterno e inolvidable tarde o temprano estaré contigo para seguir amándonos”, repetía una y otra vez la banda cuando el ataúd con los restos de Tona estaba a punto de ser sepultado. “Amor entre nosotros sigues vivo”, gritó la juez Edith Flores.

Cuatro hombres vestidos de negro bajaron cuidadosamente el ataúd y atrás tres hombres recitaban con sus guitarras “al verme llegar a casa me hacías fiesta Tonatiuh, tus caricias y abrazos eran todo para mí y el mejor de los regalos fuiste tú Tonatiuh. Mi niño ya es un hombre y se tiene que marchar porque así es el destino y lo tengo que aceptar”, decían.

Al caer la tarde y después de varias melodías que gustaba Tona, fueron colocadas las coronas de flores y arreglos que enviaron diferentes barras de abogados.