Por: Uzziel Becerra*

Hasta el día de ayer, en el país había 146,837 personas enfermas y 17, 141 fallecidos por SARS-CoV-2. El Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Dr. Hugo López-Gatell ha insistido en no salir de casa y recordar que nos encontramos en un punto alto de peligro de contagios. Sin embargo, contrario a las indicaciones de Gatell, el presidente López Obrador ha presentado un decálogo para salir y enfrentar la nueva realidad, buscando que las personas regresen a sus actividades cotidianas. El mensaje ha confundido a la población y ocasionado malestar por la incongruencia gubernamental al respecto, por lo que la ciudadanía se cuestiona ¿A quién hacemos caso? Lo anterior obliga al gobierno federal a reconstruir su mensaje para ser específico, claro y entendible en favor de las familias mexicanas y el empresariado nacional.

A simple vista el mensaje es incongruente. López Obrador, que se ha caracterizado por construir narrativas estables, sencillas y congruentes en el pasado, ha sido rebasado comunicacionalmente por la realidad. Pese a que intenta llamar a la calma y tranquilidad de la población, son los ciudadanos quienes han exigido congruencia en las cifras presentadas por su gobierno, claridad en las medidas sanitarias y exactitud en los tiempos y formas en las que se habría de pasar a la “nueva normalidad”, o al menos a tener la posibilidad de salir a realizar sus actividades económicas ordinarias y disfrutar de la vida lúdica. Pero la realidad le ha rebasado.

El coronavirus sigue cobrando vidas en México, 16 entidades inician con el semáforo naranja y 16 permanecen en rojo, con 22,398 casos confirmados activos, aunado a las cifras que señalamos en las líneas que anteceden. Las decisiones del gobierno federal respecto a la prevención y control de la crisis por covid-19 han sido fundamentalmente una política de sana distancia, cuarentena flexible sin restricciones ni sanciones, la definición de actividades esenciales y no esenciales, así como un llamado al empresariado nacional para suspender indefinidamente sus labores y prevenir el contagio masivo. Lo anterior se entiende por las amplias brechas de desigualdad socioeconómica y una economía mayoritariamente informal que haría materialmente imposible una cuarentena obligatoria para las familias mexicanas.

En ese sentido, consideramos que el gobierno federal no se equivoca al determinar una cuarentena no obligatoria o coercitiva, así como tampoco el despliegue de elementos policiales o militares para retirar a la población que decide salir a la calle, pues las consecuencias de esa estrategia se visibilizaron en Jalisco con el lamentable abuso de autoridad que terminó con la desaparición y muerte de personas. Sin embargo, el gobierno sí se ha equivocado en comunicar la toma de decisiones. No basta con que el Presidente emita un decálogo actitudinal frente al riesgo de contagio, ni que se realice una conferencia de prensa cada tarde, dirigida por los epidemiólogos nacionales o servidores públicos de la Secretaría de Salud. Se debe comunicar con claridad y congruencia para dar certidumbre a la población en medio de las crisis económica y sanitaria que atraviesa el país y que ha empezado a cobrar la factura con los despidos y liquidaciones de empresas, así como los lamentables fallecimientos por covid-19 a lo largo del territorio nacional.

Al respecto, el “Decálogo para salir del coronavirus y enfrentar la nueva realidad” presentado el pasado fin de semana, López Obrador se dedicó a sugerir actitudes para salir con seguridad a la calle, realizar las actividades cotidianas y vivir sin miedos ni temores. Asimismo, expresó que se muestra satisfecho con la población por su apoyo a las medidas sanitarias. “Considero que ya hemos tenido el tiempo suficiente para familiarizarnos con las recomendaciones médicas y disposiciones sanitarias y que ahora es el momento de ponerlas en práctica, siguiendo NUESTRO PROPIO CRITERIO. En esta etapa hacia la nueva normalidad debemos recobrar a plenitud el sentido de la libertad y DECIDIR NOSOTROS MISMOS, con base en lo que hayamos aprendido, cómo prevenirnos del contagio y de la enfermedad”. (las mayúsculas son nuestras).

Por lo que el decálogo contiene las siguientes recomendaciones: 1) Mantenerse informados de las disposiciones sanitarias, 2) actuar con optimismo, pues el buen estado de ánimo ayuda a enfrentar la adversidad, 3) dar la espalda al egoísmo, individualismo y ser más solidarios, 4) alejarse del consumismo y lo material, 5) recordar que la prevención es la mejor medicina, 6) defender el derecho a percibir la naturaleza, 7) alimentarse de forma nutritiva y sana, 8) hacer actividad física o ejercicio, 9) eliminar actitudes racistas, clasistas, sexistas y toda clase de discriminación y 10) buscar un camino de espiritualidad o un ideal que enriquezca la vida. Y aunque no podríamos argumentar que sus recomendaciones son erróneas (de hecho son sensatas y maduras) en el análisis discursivo se agudiza la incongruencia comunicacional de su gobierno.

Esto es así porque López Obrador pide a la población que salga sin miedos ni temores a enfrentar una nueva realidad, en alusión a las medidas de prevención de la “nueva normalidad” y atendiendo a su decálogo. Por otro lado, López-Gatell insiste en que la población se quede en casa por el modelo de prevención de semáforos, encontrándonos en casi todo el país en el máximo índice de contagios, mostrando que no hay condiciones sanitarias para reaperturar actividades cotidianas ni económicas no esenciales. Por lo que el entendimiento del mensaje es contradictorio por la falta de claridad y articulación, lo cual ha llamado la atención de la comunidad internacional y las organizaciones sanitarias globales.

El director de emergencias sanitarias de la Organización Mundial de la Salud, Mike Ryan, habló en conferencia de prensa sobre la gravedad de la situación sanitaria en México y la incongruencia de los mensajes del gobierno mexicano: “La situación de México es claramente difícil, es desafiante… necesita haber un mensaje coherente de los gobiernos a nivel nacional y subnacionales (estatales), creo que lo que estamos viendo alrededor del mundo es que los ciudadanos se confunden mucho si se percibe que están recibiendo diferentes mensajes de diferentes partes del sistema (político) y realmente necesitamos alinear nuestro mensaje y asegurar que todos estamos trabajando juntos”. Asimismo, hizo hincapié en que es preocupante que el Presidente de México invita a la población a salir de los confinamientos pese al aumento de contagios y muertes por la pandemia.

Insisto, más allá de señalar que el gobierno esté equivocado en las medidas sanitarias (que bien pueden ser cuestionadas y problematizadas), se emite un mensaje que hay que aprender a leer entrelíneas, pero no todos los ciudadanos han podido descifrarlo. Quien pueda quedarse en casa debe hacerlo, pues no hay condiciones sanitarias estables por el alto riesgo de contagio. Pero, a sabiendas de que a mayoría de la población mexicana subsiste a través de la economía informal, el Presidente les pide (sí, a ellos) que no tengan temor y que enfrenten la realidad con prevención. Quienes sí puedan quedarse en casa (quienes cuenten con ese privilegio), resguárdense, y quienes estén obligados a salir de casa para ganarse la vida (quienes no cuentan con privilegios y necesitan trabajar para sobrevivir) deben cuidarse al momento de salir a la calle a trabajar.

Como lo recordó Marco Campos en PolíticoMX, en la comunicación de crisis hay una regla esencial, y consiste en que debe haber idealmente solo un vocero oficial, pero cuando es necesario que existan muchas voces, cada una de ellas deberán emitir el mismo mensaje para que no haya confusión. Y el gobierno federal no ha atendido ese principio. Lo que los ciudadanos perciben es que hay muchos mensajes y a veces un mensaje múltiple, confuso y que ahonda la incertidumbre para la industria, el empresariado nacional y la ciudadanía. Los muchos mensajes se dan por la autonomía de las entidades federativas, por las disposiciones que los gobiernos estatales ejecutan en materia sanitaria y económica, a veces incompatibles con las del gobierno federal. Y el mensaje múltiple se da por diversos mensajes de un mismo ente, el gobierno federal emite mensajes desde la Presidencia y la Secretaría de Salud también incompatibles. Ya lo dijo el director de emergencias sanitarias de la OMS, los ciudadanos se confunden cuando reciben distintos mensajes.

El mensaje parecía congruente mientras el vocero oficial y gestor principal de la crisis sanitaria, Dr. Hugo López-Gatell, era el único autorizado para hablar sobre el coronavirus, sus implicaciones y acciones gubernamentales para atender la pandemia. No obstante, la construcción de un perfil político de altura, por su capacidad intelectual, argumentativa, de contención y persuasión, hizo peligroso para el Presidente que continuara teniendo protagonismo y monopolización del mensaje. Ya se empezaban a levantar encuestas sobre los principales liderazgos del país y todos apuntaban a que López-Gatell pudiera ser un candidato a un cargo público con altos índices de legitimidad política y social, incluidos la Presidencia de la República.

Pero AMLO no correría el riesgo de ver minada su posición de liderazgo. Y es que el contraste entre el científico con habilidades públicas y el político sin habilidades científicas muestra una distancia imposible de ignorar. Pero López-Gatell insistió en no inmiscuirse en la deliberación política (no pública, sino la que libran los partidos políticos y otros personajes del gobierno y oposición), asumiendo la postura permanente de subordinación a los designios presidenciales. Es solo un experto y servidor público. Ya veremos si en 2023-2024 mantiene su postura o es obligado a rescatar los perfiles controversiales y desgastados de MORENA.

En suma el problema ahora no es decisional sino comunicacional; queda al gobierno federal reconstruir su mensaje y articularlo de tal forma que pueda ser específico, diferenciable y entendible: quienes puedan quedarse en casa, deben hacerlo para evitar un flujo excesivo de población en la vía pública, por el alto riesgo de contagio y la posibilidad de que los hospitales saturen sus espacios y condiciones hospitalarias, mientras que, los que no puedan permanecer en casa, deberán salir atendiendo todas las medidas de prevención de contagio a su alcance y en la medida de sus posibilidades, “siguiendo nuestro propio criterio” y “decidiendo nosotros mismos”. Mientras el mensaje no se clarifique, la incertidumbre seguirá siendo la constante, acarreando malestar social y un legítimo reclamo ciudadano de incongruencia gubernamental.

* Representante del CEA de la Asociación Mexicana de Ciencias Políticas en Morelos. Consejero Universitario de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UAEM. Auxiliar Jurídico en el Corporativo Jurídico Paredes. Secretario de Asuntos Políticos en el Colegio Nacional de Ciencias Políticas y Administración Pública Sección Morelos