Por playgroundmag.net

Un compañero de la víctima se dispone a abrir el tiburón en dos con un cuchillo, como si se tratara de una rebanada de pan, y los chorros de la sangre del animal salen proyectados y se confunden con la piel del hombre.

Los amigos se toman la situación con una ligereza y un sentido del humor que contrastan con la cara angustiada de Maccarty, más aún cuando ve su torso bañado en sangre de tiburón.

La mordida es inexistente a simple vista, así que cuesta de imaginar cómo este animal pudo quedarse tan pegado a su víctima. La historia termina felizmente para todos excepto para la cría de tiburón, que ha pagado su curiosidad con una muerte sangrienta y dolorosa.