Por JUSTINO MIRANDA

CUERNAVACA, Mor., 22 de enero.- La historia de la biblioteca 100% sustentable de Tepoztlán, Centro Cultural Pedro López Elías, inició en Culiacán, Sinaloa, donde diariamente un niño de siete años exhibía las portadas de sus revistas como Memín Pinguín, La Familia Burrón, Tarzan y Kalimán cuyas historietas atrapaban las miradas de los niños que acompañaban a sus madres al mercado municipal. José Pedro, el menor que alquilaba las revistas, decidió aprovechar un espacio en el negocio de sombreros de su padre para apilar sus revistas de historietas y cobrar 20 centavos por lectura.

Muchas de las mamás dejaban a sus hijos de entre cinco y ocho años en ese sitio mientras realizaban sus compras en el mercado, y de esa manera José Pedro tuvo sus primeros ingresos económicos y su acercamiento con la lectura.

Pero su primer libro lo tuvo hasta los 17 años porque la precaria condición económica de su familia lo obligaba a pedir los libros en las bibliotecas. Fue un libro de Física editado por editorial Limusa y solicitado por el profesor, pero a falta de dinero se lo regaló uno de sus compañeros.

Su relación con la lectura creció a medida que avanzaba en sus carreras de abogado y economista. Leyó varios temas como el Quijote de la Mancha pero no eran suyos y al cabo del tiempo, cuando comenzó a ganar dinero, compró libros y libros hasta juntar más de 35 mil textos de todas las disciplinas.

Primero los alojó en la sala, luego dedicó un espacio para una biblioteca pero el acervo creció y cuando se dio cuenta tenía su casa llena de puros libros en la ciudad de México.

En ese momento pensó en conseguir una biblioteca para uso personal, ordenar y clasificar los libros pero su hija Fátima le sugirió construir una biblioteca de carácter sustentable, y así nació la idea de construir una biblioteca 100% sustentable en el municipio de Tepoztlán, uno de los pueblos mágicos de Morelos, donde el número de textos superan los 55 mil ejemplares al servicio del público. Ese proyecto se transformó en el Centro Cultural Pedro López Elías, inaugurado en agosto de 2014.

 

La construcción

José Pedro López Elías comenzó a estudiar los temas relacionados con la sustentabilidad y vio que podría usar materiales reciclados, energías renovables como la solar y el agua de lluvia.

El sistema de aire acondicionado y de calefacción no lo tiene ningún otro país y de manera integral es un modelo único, unido con una serie departes. Por ejemplo, explica, si se habla del sistema de refrigeración, aire acondicionado y de calefacción ese lo creó un arquitecto de México que se llama Armado Deffis, pero si el tema son los vitrales y el domo que está en la parte central de la biblioteca corresponden a una idea dela Universidad Heidelberg en Alemania.

La biblioteca central, la principal de ese país, tiene ese domo de una manera muy parecida pero lo tiene en el hall, no la tiene en la parte central, es decir en la entrada.

“Yo quise ponerlo en la parte central de la biblioteca siempre para que no le pegara el sol a los libros por qué es uno de los grandes enemigos de los textos”, dice.

La estructura de la biblioteca descansa sobe columnas en toda la base como si fuera para un edificio de seis o siete niveles, aunque la biblioteca sólo tiene dos niveles. Los muros cargan los archiveros y libreros y en caso de un desastre natural, como un sismo, la estructura es bastante fuerte para soportar cualquier contingencia.

Como muestra de la modernidad son los focos que se apagan con sensores especiales. Ningún espacio del edificio tiene apagadores todo funciona con iluminación LED que son de ahorro de energía y funciona con paneles solares.

El edificio tiene 42 paneles solares que dan energía pero solamente se prenden bajo determinadas circunstancias, sensores de movimiento o sensores de presencia pero no tiene ni apagadores ni hay forma de prenderlos; es un sistema novedoso que aparece solamente en los edificios Inteligentes.

Las columnas están revestidas de un material que solamente hay en Guanajuato y con las edificaron la universidad de ese estado así como el teatro Juárez. Ese material lo extrajeron de los cerros de Guanajuato y los trasladaron a Tepoztlán, Morelos, que es la cantera que se ve en el revestimiento de los muros. Esa cantera es totalmente natural no está pintada ni tiene ninguna protección, asegura José Pedro.

Los pisos son de piedra del Tepozteco y la forma de acomodamiento la hicieron los trabajadores con su creatividad, sin usar cemento.

“Fue el trabajo más pesado que hubo, tardó cerca de ocho meses solamente en colocar el piso de afuera, pero además el piso tiene una característica. Además de ser de piedra del Tepozteco está ordenado de tal manera que todo el agua que cae en el edificio se puede recolectar, entonces tenemos un mecanismo de recolección de agua de lluvia, una cisterna que tiene 36 metros de largo 6 de ancho y 3 de profundidad”, describe el abogado.

A la cisterna le caben 650 mil litros de agua, alrededor de 65 pipas de agua y con eso abastecen el edificio porque en esa zona en Tepoztlán no hay un sistema de agua potable.

La competencia con internet

Para competir con el internet los directivos de la biblioteca organizan recorridos diarios con alumnos de distintas escuelas del municipio, por diferentes grados y grupos.

Llevan a grupos con no más de 50 niños y una vez en la biblioteca les cuentan cuentos, les dan tiempo para leer, recorrer el espacio y divertirse con los juegos que tiene el edificio.

Más adelante proyectan películas y les muestran lo agradable de las bibliotecas y los espacios para consultar libros en físico así como la utilidad del libro impreso. El objetivo, dice José Pedro, es provocar el amor por los libros desde pequeños para buscar la transformación de la sociedad.

¿Comparte su biblioteca porque tiene que ver con su origen?

“Si tiene que ver con mi origen, una condición económica precaria por un lado estudiar en universidades públicas como la UNAM donde prácticamente la educación es regalada, y ahora quiero regresar a la sociedad parte de lo que me ha dado. Este es un concepto mas de solidaridad social y apoyar a la gente sin ningún ánimo de otro tipo”.

 

Sus libros

La biblioteca tiene un salón especial donde se guardan reliquias impresas como la primera obra original del libro 100 años de soledad de Gabriel García Márquez. Tiene también una obra de Amado Nervo de 1904 correspondientes a sus poesías que se editó en Francia, traducida al español. Ahí se puede consultar la primera edición de El Llano en llamas, de Juan Rulfo.

Otras obras son las Cartas de Francisco I. Madero a su novia, un año antes de su casamiento, además de una carta firmada por José Vasconcelos recibiendo emolumentos por una obra que escribió.

Las cartas fueron conseguidas en subastas de México, Nueva York o Inglaterra, por ejemplo, donde se participa y se lidia con otros coleccionistas de libros.

La carta de Francisco I Madero, cuenta José Pedro, la consiguió en una subasta de la casa Morton de México, a un precio aproximado a los 15 mil pesos, hace como 20 años.

Hay también una carta del expresidente de México,  Antonio López de Santa Ana, fechada en marzo de 1829, en la que hace referencia a una propuesta que le presentó Clemente Trujillo para que pueda recibirlo.

Otra carta es de Benito Juárez, datada el 21 de diciembre de 1867, dirigida a un amigo de Chihuahua en el que le informa que ha tomado posesión de la Presidencia de la República. La biblioteca aloja libros incunables, es decir, aquellos que se imprimieron entre 1450, cuando se inventó la imprenta, y 1500.

Del acervo sobresale una de las primeras biblias del Luteranismo, aprobada por Martin Lutero, escrita en alemán en 1723. Ese libro es una joya no solo por su antigüedad, su contenido, sino por el tipo que tiene como biblia especial que consiguió hace unos años en Alemania.

Otros libros son de 1565 y corresponden a Las Siete Partidas del Rey Alfonso Décimo, El Sabio, son tres tomos y los tres están en perfectas condiciones. Es una obra sensacional que a la fecha se sigue usando en las escuelas de derecho, cuenta José Pedro López Elías.