Por Leticia Villaseñor
Zacatepec, Mor., 20 de septiembre.- Roberto se preparaba para llevar «un viaje» de materiales y cuando empezó a cargar el camión sintió la primera sacudida, luego otra y otra. El temblor de 7.1 con epicentro en el municipio de Axochiapan lo sorprendió en plena faena.
Luego del susto y la impresión salió del local, a dos cuadras del centro de Zacatepec. Se topó con la iglesia de Santiago Apostol con severos daños en la fachada, la cúpula «rajada», escombros sobre la banqueta.
Su casa, o al menos lo que era, se ubica detrás de la iglesia en lo que en algún tiempo, hace más de 300 años, fue una hacienda.
Ahí viven unas 20 familias, todos descendientes de los primeros cañeros que trabajaron en el Ingenio Emiliano Zapata, por los años 40 del siglo pasado.
Roberto supo que la situación era grave cuando vio la fachada del lugar desquebrajada, pedazos de la fachada en el suelo y decenas de personas alarmadas, en franco llanto; algunos imploraron a un dios, otros buscaron entre sus seres queridos el consuelo que no llegó con la fe.
La gente se arremolinó en la calle, franqueada por dos edificios que sufrieron daños en sus estructuras, el mercado municipal y la hacienda. Ahí encontró a su esposa y a su hija pero también a sus hermanos, a sus cuñadas, a la gente con la que vivió desde hace 40 años. Todos con el terror reflejado, emanado, pero con el consuelo de estar vivos.
La realidad sacudió a las familias que vieron caer el techo y las vigas sobre sus pocas pertencias.
Un niño quedó atrapado entre las ruinas, el niño no habla, es mudo, por lo que no pudo gritar ni pedir auxilio pero fue sacado por sus familiares quienes lo llevaron al hospital donde descartaron que tuviera alguna lesión seria, solo algunas heridas leves y superficiales.
Poco a poco la conmoción pasó, la mayoría de la gente se fue y ahí quedaron los locatarios del mercado y los familiares de Roberto, unas 80 personas.
Las horas transcurrieron pero la ayuda no llegó. «Todo lo acaparó Jojutla», expresó con un dejo de reclamo y comprensión.
Pero en Zacatepec la ayuda no se ve, no llega a raudales como en la localidad vecina de Jojutla, que se ubica a tan sólo unos 20 minutos de distancia.
Protección Civil del municipio no llegó para evaluar los daños de sus viviendas, ni siquiera el edil Francisco Salinas Sánchez visitó a los afectados, a pesar de que la presidencia se localiza a dos cuadras del lugar.
Nadie les informó que a unas cuatro cuadras de distancia en el jardín de Niños Narciso Mendoza, junto al estadio Agustín «Coruco» Díaz, se habilitó un albergue con capacidad para atender a mil damnificados.
Así llegó la noche y con ello a improvisar un lugar donde dormir. Los más aguerridos subieron por las bases de las camas y los colchones, pasaron una y otra vez sobre escombros para que sus parientes tuvieran al menos un lugar mullido donde pasar la noche a la intemperie.
Pocos pudieron hacerlo, los niños y los más ancianos tuvieron prioridad. El despertar al día siguiente fue crudo, incierto, difuso. La ayuda no llegó.
Fue hasta después del medio día que camiones con víveres llegaron municipio cañero. El kínder también sirvió como centro de acopio y de ahí a trasladar la ayuda a las colonias Vicente Guerrero, Tetelpa, en el centro.
El futuro para Roberto y sus 80 parientes es incierto, informes preliminares de Protección Civil señalaron que el lugar es inhabitable.