Por Leticia Villaseñor
Cuernavaca, Mor., Mx, 27 de Sep.- El récord del taco más grande fue superado esta tarde en pleno zócalo de la capital morelense.
Con una longitud de 51.5 metros, el taco acorazado hecho en Cuernavaca rompió el anterior récord que ostentaba la ciudad de Acapulco, Guerrero, de 40 metros aunque sin ser acorazado.
300 personas, 12 restaurantes, una escuela, diferentes cámaras de la industria alimenticia, empresas del maíz y el ayuntamiento de Cuernavaca hicieron posible el reto.
Una enorme sábana de masa continua fue hecha con una tortilladora nueva. Tras un intento fallido, al romperse la masa, el largo que alcanzó fue de 51.50 metros.
Los voluntarios, una vez salida la enorme tortilla rectangular, pusieron la base del arroz, 10 kilos, y los platillos tradicionales que la creadora del plato típico morelense, Felicitas Sánchez, hiciera en 1908 en la ciudad del oriente de Cuautla.
Milaneza, torta de carne, mole, huevo, carnitas, los platillos originales, y de chuleta y salchicha, -en sus variantes no reconocidas por los familiares de Felicitas-, fueron acompañados por las tradicionales papas con rajas.
César Salgado Castañeda, secretario de Turismo del ayuntamiento, adelantó que se hacen las gestiones para que el acorazado sea reconocido como parte del patrimonio intangible de la Unesco.
Tradición de cinco generaciones
Cinco generaciones han preservado el platillo, desde aquellos tiempos revolucionarios en que doña Felícitas ideó una forma de alimentar a su único hijo, Gabino Valencia, cuando salió “armada” con su canasta.
Vendió en la terminal de autobuses por varios meses, luego se fue al norte, a Torreón, por la violencia imperante tras la Revolución.
Regresó y siguió con la venta de tacos, y fue que uno de sus clientes hizo el comparativo de que sus tacos parecían acorazados, como los submarinos. Eran los tiempos de la Segunda Guerra Mundial.
Felicítas vendió también en Cuernavaca, por la Calle de Leyva, donde estaba la terminas de camiones. Con los años, su hijo Gabino siguió con el negocio, en el que gran parte de la familia ayuda, como su hijo Felipe y su nieto Arturo, quien desde muy pequeño aprendió a cocinar el arroz.
Rosa María, una sobrina de Gabino, se quedó con el negocio y por años vendió en la calle de Rayón y en Carlos Cuaglia, en el centro histórico de Cuernavaca.
Por algunos años los Valencia dejaron de vender, al dedicarse a otras actividades económicas, pero una década atrás, los bisnietos de Felícitas, Arturo y Héctor, retomaron la tradición, en compañía de su madre, Teresa Herrera, y su sobrina Adriana Valencia; su local se encuentra en un pasaje de la calle Galeana, en el centro de la capital morelense.
Adriana ayuda los fines de semana en la preparación de los guisados y en la venta en el local. No descarta la posibilidad de dedicarse de lleno al negocio del platillo típico morelense, tal y como lo hicieran sus ancestros.
Foto: CiudadanosMx. El taco acorazado alcanzó los 51.5 metros, con lo que rompió el anterior récord de 40, de Acapulco.