Por Leticia Villaseñor
Yautepec, Mor., 3 de mayo.- Las puertas de la Unidad deportiva Atlihuayan se abrieron a la una en punto. Cientos de fans, que no adeptos, se instalaron en el sillerío ubicado en la cancha techada.
Frente al millar de sillas se ubicó el escenario con una manta mal puesta de fondo, de unos ocho metros de largo por tres de ancho, que dio la impresión que el rostro impreso en ella guiñaba el ojo.
El tiempo corrió lento bajo el sol inclemente del oriente de Morelos. Cuando dieron las 4:00 pm aquel panorama disperso se volvió una masa uniforme de camisetas, globos y banderines.
Afuera, una fila de unos 200 metros de automóviles pero especialmente de camiones de turismo y unidades de transporte pararon frente a la unidad y se estacionaron en pleno camellón de la carretera federal Cuernavaca-Cuautla.
No faltó el que pasó lista y les buscó acomodo a sus grupos, que una vez instalados recibieron su consabido banderín, ya fuera de Morena al centro, del PES a la derecha, o unos cuantos perdidos del PT a la izquierda que se compensaron con cuatro enormes banderolas. Pero también les repartieron globos rojos para darle el toque festivo al evento.
La batucada interrumpió el sonsonete de los spots de campaña. Todos iban ataviados con playeras de Morena y la figura enorme de Víctor Castillo, el director de Wamazo, se paseó entre los integrantes de su propia agrupación como para pasar desapercibido.
En el escenario, una tomó fotos al público, hizo anotaciones, discutió brevemente con los organizadores, bajaron y caminaron entre los asistentes; más anotaciones. La pareja dio la espalda al respetable y una frase gélida se leyó: INE Fiscalización.
Cuando el lugar contuvo a unas 3 mil personas, el lugar se cimbró cuando anunciaron al candidato a gobernador Cuauhtémoc Blanco. Una valla de unos 100 metros contuvo a la fanaticada, pero aun así varios se las ingeniaron para pedirle la foto, para abrazarlo, para pedirle autógrafos. Así pasaron 10, 15 minutos hasta que el Cuauh llegó al pie del escenario.
La ovación fue casi similar a la que le dedicaron al estelar de la tarde, Andrés Manuel López Obrador, quien prometió que la próxima vez que visite Morelos lo hará ya como presidente de la nación.
Subieron entonces al escenario todos los que buscan el puesto de elección popular. Salvo a los hermanos Salazar Solorio, Rabin y Radamés, el recibimiento a Lucía Meza y Juana Guerra entre otros fue frío.
La intervención de Radamés fue penosa, errática, imprecisa y extensa. Él precedió al Cuauh, quien sólo habló por cinco minutos pero que fue ovacionado cuando prometió que defendería al pueblo de Morelos como él defendió la camiseta de la selección nacional.
Finalmente habló López Obrador quien repitió su discurso sobre la presunta venta del avión presidencial al mandatario de Estados Unidos Donald Trump, su promesa de aniquilar la corrupción, bajar sueldos a los altos funcionarios y elevar los de la base trabajadora.
Pero lo nuevo en su discurso fue la arremetida contra quienes aspiran a una regiduría, saben para qué quieren serlo, cuestionó, para sacar 50, 60, hasta 100 mil pesos mensuales y para firmarle una pillería al alcalde, les dan otro moche, se van por un tubo, advirtió, lo que fue celebrado por el público entre risas y aplausos.
La salida no fue fácil. Al término de la valla la gente se arremolinó para ver de nueva cuenta su ídolo del futbol o a Andrés Manuel, los menos.
Todavía el Cuauh se dio tiempo de más selfies antes de subir a su camioneta Cadillac blanca y partir con rumbo a la ciudad de Cuautla, donde la acogida fue aún mayor por sus huestes.
Un joven se revisó los bolsillos una y otra vez, otro detrás de él hizo lo mismo. Me robaron mi celular, con razón sentí una mano por aquí y por allá. A mí también me bolsearon, dijo el otro.
Así terminó el primer acto público entre Andrés Manuel y el Cuauh en Morelos, desde que se anunció su ungida a la candidatura a gobernador en el estado de Chiapas, a finales de enero pasado.