Por Oswald Alonso
Probado esta que, en países donde se han construido grandes centros de operaciones policiales desde donde se coordina una respuesta inmediata de emergencia para la población, se reducen delitos. Estados Unidos, España, Francia, Inglaterra y Suecia, por citar algunos, son ejemplos de la capacidad de reacción a una emergencia civil. No se diga para atender una situación de seguridad nacional como lo es un atentado terrorista. En segundos son capaces de responder a un siniestro.
En México no se está lejos de que ocurra un acto terrorista pero ese es otro tema que merece más espacio en otro momento. Ahora nos ocuparemos del recién inaugurado Centro de Coordinación, Comando, Control y Comunicaciones (C5). Cierto es que se trata de instalaciones modernas con un sistema de vídeo vigilancia que arrancó con 400 cámaras instaladas pero de aquí a Marzo del próximo año quedaran operando –sino hay retraso como ha ocurrido- las 1200 prometidas por el gobernador Graco Ramírez.
En realidad lo novedoso para los morelenses, incluido Graco Ramírez, es la nueva y cara tecnología adquirida. Tiene lo mismo que tienen todos. Sala de monitoreo con la pantallas gigantes por donde puedes observar una ciudad. Una sala de crisis donde responsables de tomar decisiones se reúnen y con la información que llega al centro van ordenando a grupos operativos.
Un área de inteligencia que supone es el lugar más secreto donde llega la información de dónde, cómo, cuándo y por qué del fenómeno criminal. Donde se hacen fichas de los más buscados, como operan y con quien. Lo más selecto de la policía. El C5 se trata de un inmueble que según el gobierno es blindado contra ataques.
Para los expertos en el tema de las operaciones dirigidas desde un C5, lo más importante no es contar con un edificio de nueva tecnología, lo más importante es que lo sepan usar. El sistema de vídeo vigilancia en países avanzados forma parte de un sistema de prevención del delito: en la psicología del criminal -según los estudiosos del comportamiento humano y criminal- el humano busca siempre, se trata de una condición, hacer el mal siempre que no sea observado.
Colocar en cada esquina un poste con tres o cuatro cámaras acompañado con mensajes desde el estado diciendo te estoy viendo, por un lado habrá quienes aseguren que se trata de una violación a sus derechos humanos ¡a no ser vigilados¡ , pero por otro, inhibe en un porcentaje identificable los delitos en las zonas más pobladas; más si desde el estado se publicitan los casos de éxito donde detienen a ladrón, secuestrador, violadores y terrorista, gracias a una cámara bien instalada en una ciudad.
Por años han existido los sistemas de vídeo vigilancia pero han sido un fracaso por lo menos en Morelos, al utilizarlos solo como una grabadora de imágenes qué, ocasionalmente captaban el momento justo de un delito; lo grave era que no lo observaban los operadores de esas cámaras sino que quedaba grabado y archivado si bien se descubría que se había logrado grabar.
El operador de las cámaras se convierte -en los sistemas actuales y bien entendidos- en un elemento que desde la lente del aparato está vigilando, siguiendo, investigando y detectando hechos que nadie más ve desde las calles de una ciudad. Es, por consiguiente, un policía especializado que sabe utilizar la tecnología en sus manos para combatir los delitos; no verlo así es una visión torpe de siglo XX.
Lo más cercano que tenemos en Morelos de un modelo a seguir es el Distrito Federal. Con el número instalado seguramente tendrán necesariamente personal muy capacitado en esta área. De hecho, sabemos que parte de la capacitación para el personal del C5, fue el DF.
La teoría aplica a todas las áreas, sino contamos con policías investigadores de campo que logren recopilar información de calle, conjuntarla con la de gabinete para elaborar mapas, referenciar, señalar redes de vínculos de criminales, entonces habremos gastado mal mil 200 millones de pesos en seguridad.
El C5, es un edificio quizá de avanzada pero podría ser insuficiente si los que ahí laboran no es personal adiestrado eficientemente. Dos años no son suficientes para asegurar que contamos con un modelo único en el país, ejemplo nacional; puede en todo caso, ser referencia de buenas prácticas pero estamos lejos de ser un verdadero ejemplo nacional. Los esfuerzos manifiestos se escuchan y analizan junto a las estadísticas delictivas porque al final lo que más importa es que al ciudadano no le roben, no lo secuestren, tampoco lo extorsionen.