Por Antonella Ladino
CUERNAVACA, Mor., 8 de julio.- Durante 30 años guardó el secreto hasta que sus emociones desesperaron y explotaron. Entonces narró aquellas escenas cuando los presos en los cuarteles de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) de aquel Chile de los 70, eran sometidos a métodos de tortura. Ese hombre que servía los cafés a los presos es Jorgelino Vergara y ahora narra sus vivencias en el documental «El Mocito».
La película realizada en el 2010 por la cineasta chilena Marcela Said y Jean de Certeau, montajista y realizador francés, muestra la vida y los secretos de Jorgelino Vergara.
Este documental que se proyectó en el auditorio del museo Robert Brady explica los episodios atestiguados por Jorgelino.
Cuenta que desde su juventud llegó a una casa para realizar labores domésticas y más tarde pasó al cuartel «Simón Bolívar», un centro de exterminio de la dictadura que ahora es conocido gracias a las declaraciones que relató para defender su inocencia, luego de ser acusado del asesinato del secretario general del Partido Comunista, Víctor Díaz, de acuerdo a su narración en “El Mocito”.
Jorgelino Vergara, “El Mocito”, pidió al gobierno chileno una compensación económica, que se le fue negada, para resarcir su etapa de sufrimiento mientras trabajaba llevando cafe a los reclusos, pues aseguró que él era al mismo tiempo un recluso.
“El mocito” es un hombre en busca de la verdad. Cigarrillos y café lo acompañan todas las mañanas, su pasión por la comida exótica lo lleva a salir de casería en las tardes además de aprovechar para bañarse en el río que corre a unos metros de su vivienda.
El filme narra los procedimientos de tortura que presenció Jorgelino, el detalle de las rejas por la que transportaba los alimentos y las esquinas de los muros donde eran castigados los presos. Al final escribe en un documento el nombre de los culpables. Este oficio fue entregado a los hijos que por 30 años buscaron al asesino de su padre.