Leticia Villaseñor
Cuernavaca, Mor., 3 de mayo.- Llegó a tiempo, acalorado pero emocionado porque al fin iba a conocer a su ídolo, uno de los más afamados futbolistas del país: Cuauhtémoc Blanco. Pero el exdelantero no iba en calidad de deportista sino de político, de edil.
Juan lleva varios años trabajando en uno de los panteones de la ciudad de la eterna primavera, se dedica a dar mantenimiento al lugar.
Esperaba emocionado este día, el de la Santa Cruz, donde hacen una comida para los trabajadores de la construcción de los panteones y lo festejan con una comida y por primera vez, un alcalde capitalino confirmó su asistencia al evento.
Con un calor abrasador, el Cuauh llegó en su calidad de presidente municipal al panteón de La Paz, al sur de Cuernavaca, donde el calor se resiente un poco más.
Ahí fue recibido por los trabajadores y sus familias, entre porras y vivas, algunos emocionados por ver a su ídolo, como Juan, otros por ver al que fue novio de la Galy, unos más por la distinción de que el alcalde compartiera el festejo con ellos.
Como el calor y el tiempo apremiaban, el Cuah tomó el micrófono y dio un breve mensaje, como suele hacer.
“Como siempre lo he dicho, hay que trabajar en equipo y ustedes han hecho las cosas muy bien, muchas felicidades por este día, en lo que podamos los vamos a apoyar. Sé que a veces no tienen ni herramientas pero cuentan con mi apoyo, vamos poco a poco sacando el Ayuntamiento, me sumo a ustedes porque es un trabajo día a día, en lo que se les ofrezca cuenten conmigo quiero que se sientan arropados”.
Los niños corrieron a abrazarlo, a tomarse la foto, lo mismo que Juan y una docena de trabajadores más. Las mujeres lo besaron y “apacharon”. Todo era alegría en el Panteón de La Paz.
Un pequeño “ejército” de manos sirvieron la comida, los resfrescos y hubo hasta pastel. La música sonó y un popurrí de cumbias animó al Cuauh a bailar con trabajadoras, quienes le festejaron el detalle.
Luego vino la rifa de regalos. La gente estaba más animada por saludar y tomarse la foto con el jugador del América que con el regalo en sí.
Por espacio de una hora el Cuauh convivió con los trabajadores quienes le dan el voto de confianza. “Él era pobre, sabe de carencias, por eso creemos que sí nos va a apoyar”, expresó convencido un trabajador. Otro fue menos entusiasta, todos prometen pero no cumplen, atajó. Hubo incluso quien dijo que era muy poco el tiempo para juzgar su gestión.
Alguien del equipo consultó el reloj y avisó por el micrófono que el alcalde se tenía que retirar, porque iba al Panteón de la Leona, enclavado en La Carolina, a unas cuadras del centro histórico de Cuernavaca.
Su vista ahí fue más breve. Los trabajadores estaban emocionados por la presencia del Cuauh pero el gusto duró poco. Ya no comió ni bailó pero se dio tiempo de repartir unos cuantos presentes; la agenda de compromisos exigieron su presencia en otro lugar.