Gasoducto y termoeléctrica, construcción de riesgo: investigadora de la UNAM

Por Aristegui Noticias
CIUDAD DE MÉXICO, 09 de junio.- “No sólo es el gasoducto y la termoeléctrica que se hizo en Huesca, sino es el construir un riesgo, en un momento si tenemos erupciones (del volcán Popocatépetl) fuertes, el riesgo se vuelve alto”, señaló la doctora Ana Lillian Martín del Pozzo, investigadora del Instituto de Geofísica de la UNAM, sobre el proyecto del gasoducto de Morelos, que pasa por varios estados y que ya está en construcción.
Los vulcanólogos “trabajamos sobre el peligro del volcán Popocatépetl, lo que nos preocupa son las zonas que pueden ser afectadas por diferentes fenómenos, desde el punto de vista volcánico. Hacemos los mapas de peligros, donde ponemos las áreas que pueden ser afectadas y qué tan seguido; y si además se construye infraestructura, estamos construyendo un riesgo”, aseveró Ana Lillian en entrevista para Aristegui CNN.
“Hay una confusión en cuanto a los peligros de las áreas que son afectadas, uno de los fenómenos principales que a nosotros nos preocupa en el área cercana al Estado de México, Morelos y Puebla, son los flujos de lodo, llevan sedimento  fino volcánico son altamente erosivos, han sido bastante frecuentes en la historia del Popocatépetl”, indicó.
En cuanto al aval de la Universidad de Tamaulipas para el proyecto, la doctora indicó que dicha institución “no tiene vulcanólogos, pero hasta donde tengo conocimiento, sí se señala que hay riesgo en el área que está propuesta para el proyecto”.
Los mapas de peligro que se hacen de los volcanes “son en primer lugar para decir cuáles son las áreas para las evacuaciones, los simulacros, pero también deben ser usados para planeación. Precisamente para eso son los atlas de riesgo, toman en cuenta la vulnerabilidad y la frecuencia”, dijo.
“Monitoreamos el Popocatépetl  y podemos saber que ciertos fenómenos se desarrollan muy rápido, entonces hay otros fenómenos que nos dicen está aumentando la sismicidad, etcétera. Pero si nosotros estamos desarrollando áreas que sabemos que son potencialmente afectables, estamos construyendo un riesgo muy alto” enfatizó la doctora Ana Lillian.
Un metro 20 centímetros es la profundidad en que van a poner los tubos en el gasoducto, “hay lugares en que se ha demostrado que para  las corrientes de lodo, eso no es nada, lo erosiona, lo mueve. En Ecuador en un oleoducto pusieron uno a cuatro metros y lo (una corriente de lodo) lo rompió y luego a ocho metros y también lo rompió”, refirió.
“Cuando pasa el lodo se rompe el tubo, pero en cuánto tiempo lo cerrarían, también (depende de) qué tan fuerte es el fenómeno, y lo que más nos preocupa es  precisamente en las áreas en que lo quieren hacer”, afirmó.
La doctora explicó que “las erupciones no son instantáneas, cuando son erupciones grandes, normalmente tienen antecedentes que muestran aumento en la sismicidad, variaciones en los gases, pero a veces puede ser muy rápido esa variación. Nos tenemos que adecuar a cómo está pasando en ese momento… cuando ocurre muy rápido, hay veces que aumenta mucho la actividad y luego baja”.
En cuanto al estado de la obra comentó que “ya hay un tramo en el que se está construyendo el gasoducto, como una parte de Morelos y la termoeléctrica  en Huesca, también hay partes de Puebla que ya está ahí la parte de los tubos, hay áreas que no se sabe bien, porque han movido un poco el trazo, pero si se mueve mucho hacia Cholula entramos en zonas patrimoniales y si se mueve hacia el volcán son áreas afectables”.
Como científicos del departamento de vulcanología “recomendamos que no se hiciera en esta área. Se han hecho diferentes proyectos en la parte de ingeniería, nosotros hemos hecho la parte del mapa de peligros, recomendamos que mejor se hiciera fuera del área de peligros, dijo la doctora.
“Se tendría que evaluar la zona con las condiciones actuales para ver donde sería propicio y dónde causaría menos peligro. Recomendamos en un principio que fuera al norte del volcán”, insistió la también investigadora.
Abundó que el  mapa de riesgos “tenemos zonas  rojas, naranjas y amarillas, en las cuales no se recomienda desarrollar una infraestructura en esos lugares. Lo que estamos viendo es que en la zona roja, hay nubes ardientes, flujos de lodo, se debe limitar el crecimiento en esa zona: en la parte naranja, los fenómenos ocurren pero con menos frecuencia”.
“Desgraciadamente hemos aprendido que los fenómenos grandes, que causan grandes destrucciones, sí ocurren”, finalizó.

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