Por Antonella Ladino
CUERNAVACA, Mor., 15 de julio.- Andaba siempre a paso ligero, entonando “Alemania sobre todas las cosas”; se le conoció como Hafner, el anciano que jamás se arrepintió por lo que hubo en su pasado.
El viejo Hafner encontró su paraíso en España, junto a su amiga Cristina, quien lo invitó a nadar a la alberca de su casa. Fue también conocido como Paul María Hafner, un señor respetable.
«El Paraíso de Hafner” recoge parte de su historia en una cinta dirigida por del director austriaco Gunter Schewaige, producido en Austria-España en el año 2007.
Se trata de un hombre sonriente, habla del bien y del mal, juega ajedrez, nada 600 metros todos los días, pero sobre todo es un hombre obsesionado con la ideología nazi.
En la portada de aquellos libros mal acomodados se alcanza a ver el nombre reiterado de Adolfo Hitler, cuya lectura contiene cada la vida y obra del canciller de Alemania y su travesía política que lo llevó al poder del Partido Nacionalista y de ahí a presidente de la entonces poderosa Alemania.
Paul, alejado de la religión, decía que la hostia era más aburrida que un pan, sin embargo, un día acudió a la iglesia y descubrió que no sabía rezar el «padre nuestro». Creía que si los santos van al cielo él haría lo mismo, pero además planteaba que el hecho de no acudir a misa los domingos no le quitaba la oportunidad de ir a la gloria.
Esta es una película que ofrece la posibilidad al espectador de descubrir la vida y la mentalidad de un antiguo oficial de las temibles Waffen- SS, que aún parece vivir en el mundo de Hitler.
A lo largo de la película Hafner nos introduce en su mundo oscuro y grotesco, no exento de humor e ironía. El mundo interior de un nazi es exhibido como apasionante porque enseña cosas sobre los abismos del ser humano.
La película también evidencia la relación tan estrecha que tenía el régimen político con el Reich, aun cuando después de la segunda guerra mundial España sirvió como refugio de tantos nazis.
Hay que luchar hasta el final, decía Hafner.