Por Antonella Ladino
Jojutla, Mor., 27 de julio.- El “padrote” no tuvo clemencia de ella y para dejar en claro su destino en los próximos tres años, le puso la película de ‘Pedro Navajas’, cuyo personaje enaltece la actividad de un tratante de mujeres.
En tres secuencias del filme, Pamela, de entonces 20 años de edad, supo que ejercería la prostitución para mantenerse con vida, so pena de recibir golpes, hambre y vejaciones, además de provocar daños contra su familia, según las amenazas que vertían sobre ella.
“Me puso películas como la de Pedro Navajas, me aventaba la ropa y me decía que esa me iba a poner y que él sería el tratante”, cuenta Pamela luego de que el tratante fue detenido por la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México y sentenciado a 16 años de prisión por el delito de trata de personas.
Ahora como integrante de la fundación ‘Camino a Casa’ Pamela comparte su historia en el programa “Corazón Azul Contra la Trata de Personas”, para sensibilizar a las jóvenes y evitar que sean presas de los tratantes de mujeres.
En su relato resalta su logro académico una vez que fue liberada de la explotación sexual. Tras cuatro años de esfuerzo concluyó su carrera en enfermería y asegura que su labora marcará la diferencia.
Pero la mirada de Pamela pretende perderse en el horizonte al recordar el día que disfrutaba un paseo por el zócalo de Puebla y un hombre la tomó por la espalda, al tiempo que le colocó un puñal en el cuerpo.
Con lujo de violencia la obligó a subir a un taxi y así llegó a una casa del municipio de Tenancingo, en Tlaxcala, y ahí comenzó su tortura física y emocional.
La explotación
La primera noche 30 hombres usaron su cuerpo, la desgarraron por dentro y por fuera; su padrote también abusó de ella. En la regadera se esfumaron sus lágrimas porque era el único lugar donde podía llorar por horas, contó con la voz entre cortada.
Al siguiente día le realizaron pruebas de sangre para explotarla sexualmente y cuando se negaba era azotada por su padrote, y al mismo tiempo sus familiares recibían amenazas de muerte a través de llamadas telefónicas.
Pamela dice que tuvo miedo porque supo que otras mujeres explotadas eran asesinadas y sus cuerpos arrojados en botes de basura.
Durante tres años fue obligada a recorrer las calles de los estados de Veracruz, Tlaxcala, Puebla y finalmente llegó a la Ciudad de México, donde la obligaron a prostituirse en el barrio de La Merced. Diariamente debía entregar entre 3 y 5 mil pesos porque de lo contrario recibía golpes, aislamientos y la dejaban sin comer. En dos ocasiones sufrió abortos por los golpes recibidos.
Pamela dice que algunas ocasiones escuchó comentarios de la gente que pasaba por las zonas de tolerancia. “Está ahí porque le gusta el dinero fácil”, decían pero nadie sabía que era víctima de trata, afirma.
Cómplices
Abogados y policías abusaron de su cuerpo y cuando imploró ayuda fue negada porque alegaron que ‘pagaron por un servicio no por escuchar historias´, entonces entendió que estaban coludidos con los tratantes y que nadie podría salvarla de lo que llamó infierno.
Aun con dolores internos y externos su padrote la forzaba a tener relaciones sexuales. “Yo me negaba, le decía ‘estoy adolorida, quiero dormir’ pero me golpeaba y no podía negarme porque me encerraba y no comía durante días”, expresó.
Más de una vez fue hospitalizada pero ni las enfermeras ni las trabajadoras sociales cuestionaban los golpes que presentaba su cuerpo, bastaba con lo que decía aquel hombre, quien siempre aducía que cayó por las escaleras.
Pamela conoció, al que después fue su tratante, en una tienda de la cadena Oxxo y a base de engaños la enamoró y cuando su madre la echó de su casa le propuso matrimonio pero este nunca se consumió.
En 2012 una llamada anónima alertó a las autoridades y la Procuraduría General de Justicia (PGJ) realizó operativos en el barrio de La Merced en la Ciudad de México, donde fueron rescatadas varias mujeres víctimas de trata.
Su padrote se encuentra en el Reclusorio Preventivo Varonil Oriente condenado a 16 años de prisión.
Pamela recibió atención psicológica y hace un mes concluyó sus estudios universitarios en Enfermería en la Universidad Nacional Autónoma del Estado de México (UNAM).
Actualmente, es voluntaria en la fundación “Camino a casa” en la Ciudad de México pero confía que pronto conseguirá un trabajo de enfermera para ayudar a las personas y ser la diferencia en los hospitales.