Por Justino Miranda

Cuernavaca, Mor., 11 de noviembre.- Su pasó como ayudante en los corporativos de abogados lo describe como un estudiante de Derecho con sed de aprender, con un futuro brillante en la abogacía, pero su asesinato truncó su proyecto de vida e indignó a la comunidad de litigantes, incluso del personal de los juzgado que lo describe como un estudiante educado, sin actitudes de prepotencia.

Así lo considera Monserrat Rivera, jefa del corporativo de abogados, donde Alfredo Israel Hernández, trabajó como ayudante antes de su asesinato la madrugada del 29 de septiembre en el bar Attico de Cuernavaca. En ese momento cursaba el octavo semestre de Derecho en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM).

“Era de esos muchachos que pisan los juzgados y se quieren comer al mundo. Preguntaba todo, era atento con las abogadas, educado y caballeroso. Lastima que su caballerosidad le haya costado la vida”, afirma la abogada.

Alfredo fue acribillado en el bar Attico por un hombre identificado por la Fiscalía General del Estado como Oscar Antonio Gómez Sierra, “El Negro” u Oscar Antonio Muñoz Sierra, detenido en San José del Cabo, Baja California Sur.

Un video tomado por las cámaras del negocio muestra cuando Alfredo interviene para defender a una dama que era sometida con lujo de violencia por Oscar, quien en respuesta saca una pistola que lleva fajada a la cintura, y dispara a mansalva contra el joven estudiante. Cuando la víctima cae al suelo, el pistolero patea el cuerpo y después un guardia de seguridad lo aleja y aparentemente le pide que se retire del lugar.

“La escena del crimen nos indignó porque era un chico apegado, responsable y muy amable. Ese asesinato terminó con su proyecto de vida que era trabajar para  un gran despacho; era tan responsable que decidimos darle los poderes en algunas empresas para que los representara”, dice su exjefa Yasmin Villanueva.

En el despacho, subraya la representante principal, Monserrat Rivera, llegaba temprano porque los pasantes entran a las ocho de la mañana y salen a las tres de la tarde para ir a la escuela. Tenía unas materias en la mañana y por eso tuvo que salir del despacho, cuenta.

“Son chavos que tienen ganas de superarse porque un estudiante cuando va en segundo o tercer semestre y quiere aprender, incluso sin paga de por medio, pues quieren salir adelante. Le sufren porque hasta se les llama ‘pasa hambres’ pero demuestran gusto por la carrera”, afirma la abogada.

Alfredo tenía gusto por el derecho familiar pero todavía era muy temprano para decidir la especialidad.

“Tenía sed de aprender y por eso estamos indignados por la forma en que lo mataron. Ni chance le dieron de defenderse. Me consta que era un buen muchacho. No era un malandrín, borracho, drogadicto o delincuente, eso me consta porque lo tuve en el despacho”, afirma la abogada Monserrat Rivera.

El caso de Alfredo lo lleva el abogado penalista Enrique Paredes Sotelo y para sus colegas hay confianza en que el asunto llegue a buen termino por la experiencia, y varios de ellos ofrecieron su ayuda para lograr la máxima pena contra el homicida.

¿Están satisfechos con la detención del presunto responsable?

“Pues no es para mi satisfacción. No le tengo que aplaudir a la Policía porque es su obligación. Eso tenía que hacer desde que sucedió el homicidio y el presunto responsable no tenía porque haber salido del bar. Para nosotros es indignante porque se tardaron mucho en detener al presunto autor material y consideramos que el detenido no es el único responsable sino que también deben investigar al personal del bar que permitió que un hombre ingresara al antro con una pistola. Si lo hubieran impedido a lo mejor se hubieran agarrado a golpes y ya. Eso es lo más indignante”, dice la abogada.

Para sus compañeras de trabajo, Alfredo Israel era un joven caballeroso, responsable, sin antecedentes de problemas con sus jefes inmediatos y tampoco irresponsable con los casos que llevaba.

“Le decían el ‘Fresita’ pero en buen sentido porque siempre andaba bien vestido, olía rico, traía buena ropa, era un junior por la forma en que se vestía, bien peinado, bañado, con buena ropa.

“Cuando me enteré sentí horrible. ¿Oye licenciada ya vio quién era el chavo que mataron en el Attico?, me dijeron, pero aunque quieras no te puedes meter al asunto por respeto a la familia de la víctima”, sostiene.