Por Daniela Pastrana (@danielapastrana) / animalpolitico.com
Las letras negras quedaron garabateadas con aerosol en la caseta del sitio de taxis Juárez, en el Zócalo de la cabecera municipal: “Taxistas, la cuenta está pendiente”.
En la colonia Zapata, donde la asamblea de colonos acordó desde el sábado no ir a votar, fue colgada otra manta: “Prohibida la entrada a taxis: Juárez, Sr. del Nicho, federados y Astudillo. Repudio Total”.
Es el saldo de la jornada electoral en la región que impulsó el boicot. Hasta el momento, con la información del PREP, el PRI obtuvo la alcaldía. Pero el costo es muy alto: no sólo porque fue asesinado el “comandante” encargado de la seguridad del Movimiento Popular Guerrerense, Antonio Vivar Díaz, lo que provocó un luto generalizado en la comunidad, sino porque el uso de grupos de choque en los días previos y la incursión de policías federales en la colonia Tepeyac, dejó una fractura en la comunidad.
“No teníamos que llegar a esto. Todos tenemos un taxista en la familia, ellos también son gente del pueblo. Los federales tienen la culpa”, dijo llorando la maestra Eira Muñoz.
Los maestros agredidos identifican a los taxistas de los sitios Juárez y Sr. Del Nicho como los civiles que fueron pagados por el PRI y otros partidos políticos para provocar acciones que contrarrestaran el boicot electoral promovido por el MPG, y que derivaron el domingo en el asesinato del activista.
Este martes, las calles de Tlapa se llenaron de luto. Miles de personas acudieron a despedir al “comandante” y el luto se convirtió en protesta y demanda de justicia Las escuelas cerraron. A la marcha se sumaron padres y compañeros de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Las escuelas cerraron.
Los manifestantes caminaban despacio, con flores en la mano y pancartas en demanda de justicia. Las consignas rebeldes se mezclaban con música de protesta. La gente de Tlapa salió a sus ventanas y puertas para ver pasar la marcha fúnebre. Eran rostros serios, de luto. Algunos lloraban; otros grababan el momento en sus teléfonos celulares.
“¡Toño no murió, el gobierno lo mató!” fue la frase que enmarcó el ánimo de la protesta.
Unos dejaron un de flores frente a la casa de Javier Morales Prieto, candidato del PRI, que hasta ahora va ganando en las elecciones. Su puerta quedo tapizada con imágenes del joven asesinado.
En el Ayuntamiento que hasta hace una semana era ocupado por el plantón del Movimiento Popular Guerrerense, hicieron un alto con el féretro y escucharon una canción que el compuso Antonio Vivar.
Más tarde, en conferencia conjunta, padres y estudiantes de Ayotzinapa, integrantes del MPG, la Coordinadora de Trabajadores de la Educación de Guerrero (Ceteg), colonos y organizaciones de defensa de derechos humanos, anunciaron demandaron una investigación exahustiva y responsabilizaron a las autoridades municipales, estatales y federales de lo que pueda ocurrir con otros dirigentes magisteriales que promovieron el boicot.
“Son elecciones manchadas de sangre”, dijo Manuel Olivares, del Centro de Derechos Humanos José María Morelos. “No puede haber democracia en un país en el que hay enfermedades, pero no medicinas; donde hay hambre, pero no comida; donde hay asesinatos, pero no castigo y donde hay desapariciones, pero no hay investigaciones”.
La historia de la muerte de Díaz Vivar comenzó el lunes 1 de junio, cuando grupos civiles desalojaron el plantón que el MPG mantenía desde hace 8 meses en el Ayuntamiento. Al día siguiente, el gobernador Rogelio Ortega, “vino a premiarlos”, dijo Ubaldo Segura.
El viernes 5, grupos de civiles armados con palos y piedras golpearon a los manifestantes y al profesor Juan Tenorio, líder del MPG, lo exhibieron públicamente por varias calles visiblemente golpeado.
El MPG fue creado en 2013 contra la reforma de educativa impulsada por Enrique Peña Nieto y está integrado mayoritariamente por profesores de la Ceteg. Es el corazón del boicot electoral promovido en reclamo de la aparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
El domingo de la jornada electoral, una camioneta fue incendiada por desconocidos en el puente del Jale y una manta colocada en un puente peatonal apuntó a los taxistas de los sitios Juárez y Sr. Del Nicho. Una hora después, la policía federal fue al local de la Ceteg en la colonia Tepeyac y detuvo, sin órdenes de aprehensión y con exceso de violencia, a 8 personas. De acuerdo con sus testimonios, los maestros fueron trasladados al batallón 93 del Ejército, donde les tomaron fotos con bombas molotov, luego a Acapulco, y finalmente, después de muchas horas, entregados al gobernador, quien les tomó fotos.
Sacudieron el avispero. Mientras todo eso ocurría, la gente de la colonia tocó campañas y llamó a otras colonias; los pobladores detuvieron a unos policías que regresaron más tarde a intentar llevarse una camioneta. Los persiguieron, los replegaron, los encapsularon y finalmente los encerraron en la capilla, para intercambiarlos por los maestros detenidos.
La tensión aumentó durante la tarde y cuando la policía federal, que se había comprometido a negociar el intercambio, entró a recuperar a los oficiales, una bala disparada desde el interior de la capilla, según todos los testimonios, mató a Antonio Vivar, coordinador de la Comisión de Seguridad del MPG
Hasta el momento las autoridades no han iniciado investigaciones para determinar quien lo mató. Nadie ha llegado a preservar el sitio
Vivar, de 28 años, y egresado de Desarrollo Comunitario Integral en la Universidad Pedagógica Nacional de Tlapa.
Por eso, en una barda afuera de su casa dice;
“Boicot al sitio Juárez por vendidos”
Los taxis del Sr. Del Nicho (los morados) tienen pintado con blanco en los vidrios: “Diàlogo y reconciliación”
-será posible?
No, dice un reportero local: Imaginate, te matan a uno, o bueno, no lo matan pero provocan que lo maten y luego quieren reconciliación.