Por Leticia Villaseñor

Cuernavaca, Mor., 24 de noviembre.- En enero de 2015 Victorino Hernández Hilario mató a machetazos a una mujer de 30 años con quien sostuvo una relación extramarital y también asesinó a su hija de 6 años de edad, producto de esa unión.

El caso concentró la atención porque el autor material recibió sentencia de 140 años de cárcel, la mayor lograda en la entidad de Morelos, pero la condena fue apelada para bajar los años en prisión.

El doble feminicidio registrado en la comunidad de Tetlama, municipio de Temixco, se considera emblemático por la actuación de la Fiscalía General del Estado pero también porque el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) aplicó el mayor número de años en reclusión por el delito de feminicidio, que en Morelos alcanza los 70 años.

En este contexto Lucía Melgar Palacios, investigadora del Departamento de Ciencia Política del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), lamentó que la violencia extrema en México contra las mujeres, como el feminicidio y la trata de personas, se consideren como «normal» y por lo tanto no pasa nada.

En el primer Congreso sobre Violencias de Género en contra de las mujeres, realizado en el CRIM-UNAM, la investigadora expuso una serie de anomalías en el tratamiento de este delito ya que, dijo, al no haber coincidencias en los códigos penales hay estados como Chihuahua y Nayarit que hasta 2015 carecían de la figura de feminicidio como tal.

“Cuando el cuerpo de una mujer es encontrado hay fallas desde el levantamiento (del cadáver), la recolección de pruebas en el sitio, la cadena de custodia, la detención de algún sospechoso y hasta la sentencia. Parece que nadie se atreve a meterse con el Poder Judicial que es lo más opaco que hay en torno a la sentencia que emite contra feminicidas”, dijo.

Las encuestas nacionales muestran que el 66% de mujeres mayores de 15 años sufrieron algún tipo de violencia y que el Estado de México y la Ciudad de México tienen el mayor índice de violencia contra la mujer.

Las Fiscalías y Procuradurías, abundó, tampoco están exentas pues los ministerios públicos y las Fiscalías presuntamente especializadas en este delito no consideran las amenazas, las acciones violentas cometidas con antelación en contra de la víctima, revictimizan a la mujer a la que prácticamente responsabilizan de lo que le ocurrió y se inventan hipótesis que dan por buenas, sin mayor investigación ni pruebas.

“Pareciera que la ausencia del elemento pasional, que han catalogado como el principal factor en un feminicidio, redime a los perpetradores de estos delitos”, precisó.

También expuso que en los casos de feminicidio infantil cometido por la pareja o expareja de una mujer son catalogados como parricidios o infanticidios. “Hemos detectado casos en que el feminicida asesinó a uno o más hijos de su expareja por el simple hecho de que ésta terminó la relación, es decir, atacan a los niños como venganza pero las autoridades no tomas los casos como feminicidio infantil”, subrayó.

Uno de esos casos ocurrió en Morelos, en abril de 2016, cuando Andrés de 32 años y vecino del municipio de Tetecala, Morelos, ordenó a su pareja sentimental y madre de una menor de año y medio, buscar empleo, indicándole que para no ir sola se llevara a su hijo mayor. El lapso en el que la mujer estuvo fuera el sujeto violó y mató a la bebé.

“El problema radica en cómo presentan las autoridades ante un juzgado un caso de feminicidio y a más de 30 años que se conoció el fenómeno de la violencia extrema contra mujeres mujer registrado en Ciudad Juárez, Chihuahua, el gobierno mexicano no ha aprendido nada o al menos eso pareciera, porque la violencia no baja, al contrario, va en aumento”, señaló.

Gabriel rivera, integrante del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, declaró que entre 2015 y 2016 se registraron más de 2 mil feminicidios pero sólo el 25% de éstos se investigaron como tal, los demás casos se reclasificaron como homicidio calificado.

En 13 entidades, en el mismo lapso de tiempo, se documetaron 800 asesinatos de mujeres en sólo seis meses; la edad promedio de las víctimas fue de 20-39 años, tendencia que presentaron estados como Guanajuato, Chihuahua y México, en Morelos, la edad va de los 16 a los 35.

La forma “común” de matar a las mujeres es por golpes, asfixia, uso excesivo de la fuerza, lesiones provocadas por armas punzocortantes y en el caso específico de Sinaloa, por impactos de armas de fuego.

Son personas allegadas a las víctimas quienes realizan el mayor número de feminicidios, parejas, exparejas, amigos, familiares, compañeros de trabajo, pero el número de feminicidios perpetrados por desconocidos va en ascenso, dijo, ya que el porcentaje alcanza un 40% de los casos.