Por la Redacción

CUERNAVACA, Mor., 23 de julio.- El tiempo se detuvo en aquella casona originaria del siglo XVII, que era parte del complejo de Catedral. La atmósfera de fiestas, viajes y tertulias quedó plagada por los rincones coloridos que dan carácter a cada muro. El arte, inerte, mueve al recuerdo, a la historia de cada pieza.

El Robert Brady se despereza del tiempo en que quedó inmóvil, a la espera. Una bocanada de aire fresco se respira en su ambiente. Tras la pesada puerta de madera y la reja que separa a dos mundos, el del trajín del centro de Cuernavaca, y el del descanso, más no eterno, que los jardines, terrazas y las altas bardas con enredaderas franquean.

Alberto González Torres, responsable de la reactivación del Brady, trae la experiencia, modernidad e ímpetu que le dejó el ser subdirector de exposiciones del Palacio de Bellas Artes. Ha ideado una serie de actividades que le darán un respiro al museo, que debe luchar contra las bondades que ofrece la tecnología pero que hará uso de ella para darle una visita mucho más placentera y completa a aquel que se aventure a descifrar la intimidad de un incansable viajero como lo fue Brady.

A tan sólo dos meses de su llegada, González Torres consiguió un apoyo invaluable con la Secretaría de Cultura del estado y en menor medida de la Secretaría de Turismo. Pero al ser una institución privada, no hay presupuesto que lo contemple ni dinero que alcance por lo que su mira está puesta en aquellas organizaciones como Banamex, que se caracterizan por su apoyo constante al arte.

Nueva administración con visión progresista

El director está claro en que debe alcanzar metas para hacer funcional el lugar es consciente que debe ofrecerle al visitante el extra, ya que al ser una exposición permanente, no varía, y aquel que visitó el lugar en la década de los 90, por ejemplo, no encontrará variación en el objeto, pero que no es obstáculo para disfrutar, de nueva cuenta, el lugar.

El hacer uso de la tecnología dará al museo una nueva iluminación, con recorridos guiados de manera específica para el amante de la arquitectura, de la historia y del arte, entre otras disciplinas. Actividades académicas, mesas de debate, una oferta del celuloide en colaboración con la Cineteca Nacional y el Museo Carrillo Gil que permitirán, además del análisis, presentaciones de música en vivo en plena función, al mero estilo del cine mudo.

El auditorio es otro recurso renovable. El corazón del lugar, a decir de Alberto González. Si bien la instalación es aceptable, la intención es que funja como tal, como un auditorio, pero además que albergue exposiciones temporales.

Los niños podrán experimentar con el diseño textil y el dibujo, con especialistas en el tema, con una cuota de recuperación que incluirá, además de la instrucción, el material y un espacio adecuado mientras los adultos podrán deleitarse con el lugar o bien esperar en las terrazas, con servicio de cafetería, en la contemplación de los jardines cuidados con tal exquisitez, bajo el clima primaveral de la ciudad que hace honor a su mote. El Brady también será parte de la noche de museos, con actividades culturales alternas al recorrido.

En el tintero están ideas por desarrollar como posibles presentaciones musicales, de libros, personajes, degustaciones. Además el acercamiento con universidades, tanto públicas como privadas, que generen un público cautivo constante con el ánimo del debate.

El museo Robert Brady se renueva en julio, a mitad del verano, en la espera ansiosa de seguir en la cúspide de sitios como tripadvisor, una de las plataformas de internet preferidas del vacacionista internacional, donde está colocado como uno de los lugares obligados de visita en la capital morelense.