Por la Redacción

CUERNAVACA, Mor., 26 de junio.- Leonel Maciel pinta para sí con la irreverencia propia de la gente de la costa pero con la pestreza que le han dado los años de experiencia.

Un mes, 30 días, bastaron para que aquel “lienzo” monumental se transformara de un frío muro a un mural cagado de erotismo con una auténtica orgía del color, donde “Los placeres divinos y terrenales” convergen, emanados de los deseos más íntimos y prestos del maestro, en un canto a la vida, una manera indulgente y gozosa para adentrarse en este mundo misterioso vedado de la sexualidad humana y animal.

Y Leonel Maciel no pudo describir mejor su obra, que será inaugurada la mañana de este sábado 27 de junio. Las puertas de su casa, construida y habitada por el psicoanalista Erich Fromm (1956-1974), se abrirán a propios y extraños.

“Bendita ironía” la de un pintor el vivir en la casa de un psicoanalista, en especial cuando su obra está firmada por la sensualidad y el erotismo, la libertad total de la sexualidad y sus infinitas formas; porque el mural en sí es un autorretrato de su vida.

“La sexualidad ha estado presente desde los orígenes mismos de la naturaleza y no siempre ha sido comprendida. En los placeres todo está permitido, menos aburrirse. El sexo es el placer más hermoso del ser humano, sin él no existiría nadie y no habría nada”, expresó.

El sexo no es malo, comenta divertido y seguro, es la religión la que ha condenado al sexo, de dónde sacan que la sexualidad es pecado, por qué un niño al nacer es bautizado, un bebé que jamás ha pecado. ¿Acaso es un pecado nacer? -cuestionó el artista-.

Leonel Maciel Sánchez, nació el 21 de marzo de 1939, hijo de Justo Maciel Rodríguez y María Aurelia Sánchez Ríos, ambos campesinos y originarios del pueblo “La Soledad”, municipio de Petatlán, Guerrero.

Un pueblo en el que habitaban no más de 15 familias y que fue registrado como “La Soledad de Maciel”, en honor a Fermín Maciel Romero, abuelo de los hermanos Maciel.

“Al principio no sabía si dedicarme al arte, quería saber si me gustaba y el tiempo quien decidió que me realizara como pintor. Pintar es como respirar, pinto para mí, no para la gente pintar es un verdadero placer. No importa si el arte se vende o no, pintar es una satisfacción” acentuó.

Sin rastros de Erich Fromm

Carlos, hermano de Leonel, compró la casa. Cuando se topó con aquella pared, en la propiedad de más de dos mil metros, supo que al fin moriría tranquilo, “siempre quise pintar un mural y nunca tuve tiempo de hacerlo, y es aquí donde logro plasmar los placeres de la vida”.

“Mi hermano, que es historiador, es un ferviente lector de Fromn, yo no conozco su trabajo”, ello a pesar de que la invitación dice que es un homenaje al también filósofo de origen judío-alemán.

En el mural se observan varias escenas eróticas, con el colorido que caracteriza a Maciel, pero destaca aquella de una pareja en pleno acto sexual sobre el lomo de un caballo, quien también sufre los estragos de la excitación del ser humano, y salteadas también pueden disfrutarse parejas de animales en plena cópula.

De Erich Fromm sólo plasmó un libro con un ratón que mordisquea una orilla, que para Leonel representa el abandono de la literatura.