Al fundar el Proyecto de Violencia y Medios, fue imposible sentar a la mesa a seis periodistas del DF para reflexionar con académicos y activistas sobre el papel social de los medios en el abordaje del conflicto social, la violencia y el delito.
Por Marco Lara Klahr
@Edad_Mediatica
WASHINGTON, DC., 21 de abril.- Cuando fundamos el Proyecto de Violencia y Medios, hace una década, nos fue imposible sentar a la mesa a seis periodistas de la Ciudad de México para reflexionar con académicos y activistas sobre el papel social de los medios informativos en el abordaje del conflicto social, la violencia y el delito.
Recuerdo sus reacciones a nuestra invitación a la “Primera Mesa sobre Seguridad Pública y Medios de Comunicación”, en marzo de 2004, entre la elusión, el desdén, el rechazo y la hostilidad -movida quizá por un “A mí no van a venir a enseñarme periodismo”-, ninguno aceptó.
Con fortuna asistieron dos figuras clave de nuestro gremio: Tina Rosenberg, editorialista del New York Times, y Roberto Rock, director de El Universal, y de ese ejercicio espléndido resultó el nutricio volumen “Violencia y medios. Seguridad pública, noticias y construcción del miedo”, 2004, que publicamos en coedición con el Centro de Investigación y Docencia Económica, CIDE.
Cuando Ana Arana, la directora de la Fundación MEPI, me llamó para invitarme al simposio-taller para periodistas mexicanos y centroamericanos “The Challenge of Justice in the Americas”, en Washington, DC, hace tan sólo unos cuantos días, se me vino aquel recuerdo a la mente, a la vez que me produjo gran emoción.
Organizado en la American University de esta capital por el John Jay College of Criminal Justice -The City University of New York-, a través de su Center on Media, Crime and Justice, y la Tinker Foundation, el simposio-taller resultó sorprendente.
Imaginemos a casi una veintena de periodistas de cuatro generaciones, entre directivos, editores y reporteros de México, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Nicaragua y Panamá, conversando y aprendiendo de fiscales, defensores, jueces, oficiales del sistema penal, policías, periodistas, activistas y académicos.
La variedad temática es elocuente: el sistema penal estadounidense y sus enormes desafíos; el abuso de la “prisión preventiva” y otros aspectos procesales; la defensoría pública, los servicios de libertad condicional y los previos al juicio; la justicia para adolescentes; el papel comunitario de la policía y su relación con los periodistas, y la cobertura noticiosa local del delito, enriquecido todo con la asistencia a la Corte Superior de Washington, DC, también para presenciar audiencias.
En 2004 faltaban cuatro años para que México entrara de forma plena a la ruta de la modernización democrática del sistema penal. Tampoco podía preverse lo que sobrevendría tres años más tarde, a principios del gobierno de Felipe Calderón, relacionado con la exacerbación inédita de la violencia contra los periodistas.
De entonces a esta época, primero en el Proyecto de Violencia y Medios y hoy desde el Programa de Medios y Acceso a la Información -del Instituto de Justicia Procesal Penal-, vemos que el trabajo desde los cimientos, realizado por la sociedad civil y reductos del periodismo judicial, tomó forma lentamente y ya es mucho más que una aspiración, como deja entrever la gran expectativa y concurrencia al simposio-taller.
Claro, la tarea sigue siendo difícil: Stephen Handelman, director del Center on Media, Crime and Justice, me confesó que organizar “The Challenge of Justice in the Americas” les tomó dos años.