Oswald Alonso
Con la gran reforma política que aprobaron y aplica en este proceso electoral del 2015, los políticos se burlaron una vez más de nosotros los ciudadano, ni nos inmutamos. Que fue lo que paso?
Paso que en un gran complot nacional los políticos en un Acuerdo por México, no consultado por nadie, decidieron darse continuidad en sus carreras políticas mediante una reforma que permitirá la reelección de los legisladores y presidentes municipales.
En otras democracias consolidadas esto no es una novedad y bien sirve para reforzar un sistema de elección combinado con otras prácticas civiles de participación en las decisiones de los gobernantes.
Pero aplicarlo en el México de hoy es todavía un claro pacto de impunidad de la clase política que disfrazo esa reforma para una vez más beneficiar sólo a una encumbrada clase política que se niega como las grandes mafias del mundo a entregar el poder a quien verdaderamente le pertenece: El pueblo.
Ejemplos de la indignante reforma electoral. El pasado 29 de diciembre cerró el periodo legal que la buena ley electoral de da a los ciudadanos para registrar sus candidaturas independientes a una diputación federal. Inequitativo el periodo si pensamos que justo cuando le cierran al civil su aspiración se abre la de miembro de un partido político.
Justo en estos momentos es cuando el PRI, PAN y PRD, grupos hegemónicos en México, inician el registro de sus precandidatos a las diputaciones federales, tendrán un mes más para concluir este proceso. Precisamente sobre este tema, hace unos días el Vocal Ejecutivo del Instituto Nacional Electoral Dagoberto santos Trigo dijo: “La ley electoral, le puso muchos requisitos a las candidaturas independientes. En Morelos no hubo un solo registro, habrá que romper en el futuro con la fuerza de la participación ciudadana, estos candados artificiales que limitan la participación de ciudadanos y ciudadanas que no militan en partidos políticos”.
En el caso de órgano electoral local, las cosas no son diferentes. Parece que un solo aspirante ciudadano a cargo de elección popular local, se registró. Este hombre o mujer definitivamente no sabe en la que se metió –no lo advierto con dolo sino lo contrario- pues para su registro tendrá que presentar firmas de un porcentaje de la lista nominal de lo contrario tiene que olvidar su aspiración legítima.
No es todo. Si llegara a pasar el filtro del porcentaje de firmas, ahora vencerá la inequidad en los montos de campaña que no se compara en nada con los que tiene derecho un candidato registrado por un partido político. Por donde le vean existen ventajas para los políticos sobre los ciudadanos.
¿Con estas vergonzosas diferencias están los ciudadanos dispuestos a votar por los partidos políticos? ¿Será mejor aplicar la que recomienda el rector de la UAEM Alejandro Vera, la de no votar para que de una vez por todas los políticos entiendan que ya es momento de entregar el poder al civil?
¿Ó somos tan inmaduros en la cultura democrática que seguimos pensando que más vale malo por conocido que bueno por conocer? ¿ no hemos visto que una vez más los que aspiran a cargos de elección son los mismos que nos mienten cada proceso?
Para dimensionar los frenos a las candidaturas independientes es necesario decir qué, los requisitos a las candidaturas independientes en el país equivalen a los requisitos para una consulta ciudadana para someter por ejemplo a un referéndum o revocación de mandato a un edil o gobernador. Así de desiguales los derechos electorales en México.
Aun así, es mejor que existan estás leyes porque llegará el momento en el que los ciudadanos nos elegiremos sobre los -para entonces débiles – partidos políticos. Es cuestión de tiempo. Quienes impulsamos las independientes somos amigos de la paciencia, siempre llega.
Jorge Castañeda, uno de los promotores de las candidaturas ciudadanas, ayer escribió a propósito del tema: “Se trataba, por un lado a nivel de municipios y quizás de algunos estados macrocefálicos, de permitir que ciudadanos reconocidos en sus comunidades puedan resultar electos sin tener que ser presentados por un partido.
“Que si cada presidente municipal independiente de Tulancingo, Hidalgo, sería el equivalente o no de un partido político —como han sostenido muchas voces conservadoras, aunque ilustradas— da exactamente lo mismo. Se abría una avenida por donde se podía avanzar. Pero la segunda razón estribaba en la posibilidad de acotar el número y la fuerza de los llamados chapulines, es decir, de los candidatos perdedores en las primarias de sus partidos que en seguida se inscribían o pedían posada en otro partido para ser candidato por ese.
“Esto socava la credibilidad y la legitimidad del sistema de partidos y electoral en general, ya que el electorado, con algo de razón, resiente el cinismo que esto puede implicar. Habiendo candidaturas independientes, si alguien conocido en la comunidad, con prestigio y recursos, es rechazado por el partido por el que había antes competido, no necesariamente tenía que irse a otro partido, sino que podía contender por cuenta propia. Al imposibilitar esto hoy, se redujo en gran medida el ámbito de donde pueden brotar candidaturas independientes”.