Por Oswald Alonso
CUERNAVACA, Mor., 10 de diciembre.- Habitantes de Cuautla realizaron una marcha poco peculiar por las principales calles de esta ciudad del oriente de la entidad. Caminaron al centro de la ciudad y después al panteón cargando el féretro de un comerciante secuestrado y asesinado; exigieron castigo a los servidores públicos omisos en la investigación y la detención de los criminales.
El comerciante Oliver Wenceslao Navarrete, de 31 años de edad, fue privado de su libertad por un grupo de hombres armados el 24 de mayo del 2013 en la colonia Campo de Enmedio. El 3 de julio de este año apareció el cadáver de un hombre en el municipio de Ayala, al oriente del estado.
Con las pruebas periciales la Fiscalía General del Estado de Morelos (FGEM) confirmó que se trataba de Wenseslao Navarrete pero fue hasta ayer, cinco meses después, que entregó el cadáver a los familiares.
Durante la protesta, María Concepción Hernández, madre de la víctima, acusó al fiscal general Rodrigo Dorantes de haber intentado ocultar el secuestro y asesinato de su hijo con el argumento de no entorpecer las investigación y detener a los responsables.
“Quiero denunciar la serie de irregularidades que las autoridades han cometido, el intento por ocultar el caso con el pretexto de no entorpecer las investigaciones, indagatoria que ellos mismos entorpecen (fiscalía). Por eso vamos a llegar hasta donde tope. No se vale que los delincuentes lo hayan agredido y asesinado, para después le hayan hecho lo que le hicieron los funcionarios del gobierno estatal.
“Quiero que haya castigo para que no estén más madres como yo sufriendo por la inseguridad que estamos viviendo y por la incapacidad de las autoridades. No quiero hablar de más pero dicen que se trabaja y no se hace nada, o si hacen es entorpecer más la investigación”, afirmó.
Los familiares y amigos de la víctima marcharon desde la colonia Emiliano Zapata al centro de la ciudad para después trasladarse al panteón. Vestían playera blanca con una fotografía de Oliver en la parte delantera y al frente de la marcha fúnebre destacaban dos mantas donde pusieron en duda la capacidad del gobierno para proporcionar seguridad a los ciudadanos del oriente.
Atrás de las mantas cuatro hombres cargaron el féretro con los restos del comerciante, sus familiares le seguían acompañados de una banda de viento que tocaba las canciones que gustaron en vida a Oliver.
Foto | Julio César Salazar